Voz propia. Patricia Sosa y un disco para salir de su zona de confort: Cuando te corrés, algo nuevo llega

La artista grabó un álbum de versiones de baladas pop junto con el mejicano Manuel Mijares. Habla de su aprendizaje y de cómo recibieron sus fans esas canciones. Actúa en Quality Espacio junto con su banda.

El próximo jueves, Patricia Sosa volverá a actuar en Córdoba. Lo hará en el Quality Espacio y en el marco de su gira Alquimia, que toma su nombre a partir de un trabajo transformador para la cantante y compositora. Uno que, de alguna manera, la obligó a salir de su zona de confort para seguir creciendo como intérprete capaz de domar (y exacerbar) multitudes con su sola voz.

“Es mi hogar Córdoba. Tengo mi casa ahí, voy todo lo que puedo. Es gente muy querida. Cuando llego allá, estoy en mi casa”, asegura la artista y también referente de la meditación. “Yo estoy recorriendo el país hace más o menos tres meses. Y cuando me arman la gira, no puede faltar Córdoba, ¡los mato!”, acota inmediatamente Sosa, para quien salir de gira es “estar en acción, rejuvenecer”.

“Para mí, estar de gira es juntarme con mi banda y vivir en una comunidad de música que hace muchos años que la tengo y que la necesito para mi alma, para mi cuerpo, para mi movimiento”, resume la cantante, que aprovecha esa definición para dejar en claro que, luego del tiempo que pasó grabando su más reciente disco, Alquimia, la necesidad de volver a cantar en vivo era acuciante.

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Aceptación, ante todo
Sosa confirma que tuvo que sentarse con su equipo y plantearles la necesidad de volver a la ruta. La propia cantante recrea el diálogo: “Les dije: ‘Chicos, basta. O paro de grabar o algo, pero sáquenme a la calle porque yo me vuelvo loca’, ¿viste?”.

Lo que sucedió es que, meses antes, la cantante abordó un proyecto un tanto inesperado. La compañía discográfica con la que trabaja (Sony Latin) le ofreció la posibilidad de hacer un disco de duetos con su colega mejicano Manuel Mijares, con quien ya había grabado hace más de tres décadas.

“Me pareció rara, al principio, la propuesta, pero, bueno, estamos en una época en que todo el mundo hace colaboraciones”, apunta Sosa. Pero eso no era todo. Porque el ofrecimiento incluía la condición de que el repertorio conjunto entre la argentina y el mejicano fueran covers. Más específicamente, baladas de pop latinoamericano que fueron exitosas en el período 1995-2005.

Cuando Sosa cuenta la experiencia, también relata cómo logró aceptar un contexto para nada habitual. No sólo tuvo que cantar a dúo con la gravedad de un barítono masculino (está acostumbrada a compartir con registros más agudos que el de ella), sino que además tuvo que hacerlo a la distancia. Por eso, en un momento determinado del proyecto, optó por tomarse un avión a Miami y conectar en persona con Mijares.

“Yo me había entrenado en graves para la Misa criolla, y ahora me tuve que entrenar en agudo para esto. Para mí, fue un trabajo mental, físico y espiritual también porque me di cuenta de que no tenía el ego tan domado”, admite luego.

Y allí es cuando aquel proceso (desarrollado el año pasado) se conecta con el presente. Porque aunque no hay calendario posible para pensar una gira conjunta con el mejicano, Sosa optó por interpretar algunas de estas canciones en su actual tour solista.

Paréntesis y aprendizaje
“Yo soy cantautora y tengo tantas canciones lindas. Podría poner esta, aquella, aquella y no hacer estas, pero hoy no me arrepiento”, destaca sobre sus presentaciones en vivo. “Cuando hago un paréntesis en los conciertos y muestro al público de qué se trata Alquimia, empiezo a cantar algunas de las canciones que puedo defender sola y la gente grita”, dice con el ejemplo de A puro dolor, de Son By Four.

“El que sabe sabe, sabe, y hay que sacarse el sombrero. Porque Oscar (Mediavilla, su productor y pareja) eligió un repertorio que le rompe la cabeza a más de uno. Es una playlist maravillosa”, sentencia la cantante, quien allí también muestra un diálogo permanente con la actualidad, más allá de elegir un camino.

–¿Qué aprendizaje te dejó esta experiencia?

–Primero, salir de la zona de confort siempre es beneficioso. A mí me hizo crecer vocalmente, entrené y estudié mucho. Me llevó mucho a mi parte física, vocal, ¿no? Después me enseñó que no está todo dicho, que no hay que ser tan lineal en el asunto; que, cuando te corrés, algo nuevo llega. Y eso me gustó, porque quedó precioso el disco, pero también valoré mucho mis canciones. Valoré muchísimo mis temas que están a la altura de cualquier tema que ha sido hit en el mundo. Entonces me puse a componer y yo ya tenía casi un disco terminado. Eso me dio más fuerza para meterme en el estudio y seguir con mis canciones. Tengo unos temas nuevos divinos que supongo que los grabaré el año que viene, si Dios quiere.

–¿Cómo sentís que conviven tus canciones con estos otros hits?

–Mis shows yo los planeo como si fueran un pedazo de la vida. Con un mensaje, con bajones, con euforias, con cosas que nos pueden enamorar y cosas que nos pueden entristecer, ¿viste? Es muy pensado el repertorio cuando yo lo armo. Me interesa dejar otra marca, otra cosa. Yo no quería que el disco pase y hasta que no venga Mijares a la Argentina no poder hacer algo. Entonces elegí cuatro canciones que yo las cantaba mucho en esa época porque era justo la adolescencia de mi hija. Y está buenísimo porque a mi público le cuento exactamente lo que pasó. Y les cuento que tuve que aprender, aceptar, y les cuento cómo uno puede ir aceptando cosas que al principio te incomodan y luego se te hacen carne. Y cuando las empiezo a cantar, están tan metidas en el inconsciente colectivo estas canciones que están todos chochos. Es un momento en el que nos divertimos bastante.

–En este disco hiciste colaboraciones y trabajaste a distancia, algo muy habitual en la industria hoy. ¿Cómo te sentís en el mundo de la música actual?

–Yo no puedo estar en la misma sintonía que están los pibes de ahora. Yo soy de otra generación y tengo la suerte de tener un público que es de otra generación. Yo vengo de otro tipo de raíz. Yo viví pasar la gorra, cantar en una esquina con la guitarra. No había internet, teníamos que hablar desde el teléfono público para que nos contraten de un lugar, ¿viste? Era muy difícil, pero lo vivíamos con mucha alegría. No se hablaba de salud mental. Nosotros estábamos muy ocupados en tocar música y no en ser famosos. Yo veo una carrera permanente por querer ser famoso, por cuántos likes tuviste, por cuántas vistas. Nosotros abrimos camino a machetazos. No lo abrimos de otra manera, machetazo y talento, esfuerzo y estudio. Todo eso lo pusimos al servicio de lo que amábamos, que es la música. Cuando yo veo estos chicos, veo espectáculos que son para ver. A lo mejor no cantan tan bien, pero el espectáculo es apabullante. Creo que muchos de ellos son performers, con unas puestas en escena buenísimas. Pero si lo tengo que hacer yo, me parece que me aburriría mucho. Yo quiero salir a cantar y a mí me da igual tocar en un pub para 100 personas que en un estadio para 40 mil. Yo, cuando canto, cierro los ojos, me meto para dentro, y soy sola y mi alma.

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