Durante dos siglos se creyó imposible, pero un experimento en Princeton ha logrado extraer un voltaje real —aunque diminuto— del movimiento de nuestro planeta. El hallazgo sugiere que la Tierra podría convertirse en una fuente de energía inagotable, marcando un antes y un después en la física y en la lucha por nuevas energías limpias.
Durante años, los físicos asumieron que aprovechar la rotación del planeta era una fantasía sin base práctica. Pero el cambio climático, la escasez energética y la necesidad de nuevas fuentes renovables empujaron a la ciencia a mirar hacia lo imposible.
Un grupo de investigadores de la Universidad de Princeton acaba de demostrar que esa idea podría funcionar: lograron obtener 17 microvoltios de electricidad directamente del movimiento de la Tierra.
La cifra puede parecer insignificante —menos que la descarga eléctrica de una neurona—, pero representa algo mucho más grande: la primera evidencia experimental de que el planeta puede generar energía aprovechando su propia rotación.
Una idea que desafió siglos de física

El principio no es nuevo. Desde hace casi 200 años, los científicos teorizan que la energía cinética del planeta podría convertirse en electricidad. Sin embargo, todos los intentos fracasaron.
El problema estaba en la forma: los métodos convencionales cancelaban las corrientes generadas por las fuerzas electromagnéticas del planeta. Hasta que un trío de investigadores —Christopher Chyba, Kevin Hand y Thomas Chyba— encontró una “laguna” en ese razonamiento.
Su propuesta, publicada en Physical Review Research, describe un sistema donde la rotación terrestre puede inducir voltaje en un material magnético especialmente diseñado. Y no quedó en el papel: nueve años después, lo llevaron al laboratorio.
El cilindro que hizo historia

El equipo construyó un cilindro hueco de 30 centímetros hecho de ferrita de manganeso y zinc. Este material tiene una propiedad fascinante: actúa como escudo magnético y, al mismo tiempo, como conductor débil. Tras aislar el experimento en un laboratorio libre de interferencias, registraron una señal eléctrica continua: 17 microvoltios nacidos del giro de la Tierra.
Es apenas un destello, pero marca el comienzo de una línea de investigación que podría redefinir la física energética. La idea es que, si se optimiza el diseño, el fenómeno podría escalarse a niveles mayores, transformando la energía rotacional del planeta en corriente aprovechable.
El sueño de una fuente infinita
Hoy, el resultado es simbólico. Pero el principio es monumental: la Tierra podría ser una batería colosal, girando eternamente sobre su eje, una fuente de energía que nunca se apaga. Los científicos reconocen que la tecnología está en fase experimental, pero su hallazgo abre una puerta conceptual inédita: la posibilidad de obtener electricidad directamente del movimiento del planeta.
Si hace un siglo aprendimos a transformar el viento, el sol o las mareas, quizás el próximo paso sea aprender a usar el propio giro de la Tierra. Y si eso sucede, podríamos haber encontrado, por fin, la energía infinita que la humanidad lleva siglos buscando.