Día de la Industria: Cuando la actividad se retrae, el humo de las fábricas se diluye

La industria argentina tiene un largo recorrido, ha pasado épocas de notable pujanza y períodos con grandes complicaciones, todos ellos son claves para reflexionar y plantear los desafíos presentes y futuros en dirección de incorporar los avances tecnológicos y generar una sólida integración con espacios claves de la riqueza argentina. Es meritorio reconocer el papel crucial que la industria desempeña no solo en la economía, sino también en la construcción de un futuro más próspero para todos y en nuestra provincia, en especial, el rol en torno a la soberanía.

RIO GRANDE.- Desde 1941 se celebra en Argentina el 2 de septiembre como el Día de la Industria. En conmemoración a la primera exportación realizada el 2 de septiembre de 1587 desde Argentina, en ese entonces territorio dependiente del Virreinato del Perú, cuando zarpó del fondeadero del Riachuelo, que hacía las veces de puerto de Buenos Aires, la carabela San Antonio al mando de un tal Antonio Pereyra con rumbo al Brasil. La San Antonio llevaba en sus bodegas un cargamento proveniente del Tucumán, fletado por el obispo de esa ciudad, Fray Francisco de Vitoria. Se trataba de tejidos y bolsas de harina producidos en la por entonces próspera Santiago del Estero. Lo notable es que dentro de las inocentes bolsas de harina, según denunció Ramírez de Velasco gobernador del Tucumán, territorio dependiente entonces del Virreinato del Perú, viajaban camuflados varios kilos de barras de plata provenientes del Potosí, cuya exportación estaba prohibida por Real Cédula.

Lejos del pasado, industria es presente y futuro

El Día de la Industria es más que una celebración; es un reconocimiento a la fuerza productiva de Argentina y a todos aquellos que, con su trabajo y dedicación, contribuyen al desarrollo del país. En un contexto global cada vez más competitivo, la industria argentina continúa siendo un actor fundamental, reafirmando su papel como motor del progreso económico y social.

Este 2 de septiembre es una ocasión para reconocer el esfuerzo continuo de quienes, día a día, impulsan el progreso industrial del país.

La experiencia nos muestra que cuando se daña y se descuida a la industria, se agrava el déficit comercial y ello desemboca en devaluaciones que empobrecen a la gran mayoría de los argentinos y destruyen a parte de la clase media.

A lo largo de los años, la industria argentina ha enfrentado diversos desafíos, desde fluctuaciones económicas y políticas hasta la necesidad constante de innovar y adaptarse a los cambios del mercado global. A pesar de estas dificultades, el sector ha demostrado una notable capacidad de resiliencia y adaptación, manteniéndose como un componente vital del crecimiento económico y del bienestar social. 

Dos elementos son centrales para el desarrollo productivo: innovación y complementariedad. La primera hace referencia a la necesidad permanente de innovar y modernizar el tejido productivo. La segunda, a fortalecer los entramados y el desarrollo de las cadenas de proveedores, diversificando la producción, incorporando más PYMES, cooperativas y regiones, y fortaleciendo ambientes proclives a la complementación y la innovación. La industria manufacturera es clave para el desarrollo económico y social.

La industria es la principal portadora de las transformaciones que el avance de la ciencia y la tecnología incorpora en la actividad económica y social. Es el principal hilo conductor de los procesos de acumulación en un sentido amplio, es decir, el enriquecimiento incesante del acervo de saberes y la capacidad de gestión, un proceso que coadyuva al desarrollo de todos los sectores de la economía.

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