Autoreconocimiento y respeto

A través de un comunicado donde documentan históricamente su origen, la    Comunidad Selk´nam Rafaela Ishton aclara en forma terminante que las “indígenas haush no están ni legal ni éticamente en condiciones de estar al frente de una comunidad selk´nam”.

Documento que refleja la fe de bautismo de Enriqueta.

RIO GRANDE.- La aclaración la hacen frente a algunas acciones desplegadas por descendientes que pretenden ser autoridad de la Comunidad.
El texto del documento difundido a la prensa, es el siguiente:
Ante los agravios y falsedades que algunos medios de comunicación se prestan a difundir sin chequear ni preocuparse por investigar, la Comunidad Selk´nam Rafaela Ishton se ve en la obligación de poner en conocimiento que nuestro presidente, Rubén Maldonado, ha reconocido oportunamente que, cuando estaban formándose como comunidad, creía que su abuela Alkan era haush pero luego, investigando la versión de don Segundo Arteaga, confirmaron que era selk’nam con documentación fehaciente.   
Según recordó Maldonado en una nota publicada por La Prensa Austral hace varios años: “Mi bisabuela fue Cristina Alkan, nacida en el sector del lago Kami (Fagnano) en el año 1873 y fallecida a la edad de 70 años; mi abuela fue Matilde Illioyen, nacida en el año 1904 en Bahía Thetis; murió en el año 1923, a la edad de 26 años. Matilde había contraído matrimonio con el chileno Manuel Antonio Vera Mayorga, natural de Osorno a quien, desde la edad de 14 años lo habían criado los curas en Río Grande y de cuya unión nacieron Alejandro, Nolberto y Herminia, mi madre, que vio la luz en el año 1922 en el Haruwen de Saipot”. La documentación de Herminia Vera corrobora su origen selk´nam.
Nadie en absoluto puede negar el derecho al autoreconocimiento de una persona a un pueblo indígena. Pero es requisito ineludible que ese pueblo lo reconozca como integrante para sumarse a él y gozar de los derechos que le caben como tal.
Todos los miembros de la Comunidad Rafaela Ishton investigaron sus raíces, lazos familiares, recuerdos y relatos de sus ancestros e incluso aportaron documentación para confirmar su ascendencia luego de autoreconocerse y decidir sumarse a nuestro pueblo.
En este sentido, todos hemos debido recurrir a los registros de los salesianos ya que, durante el periodo en que ocurrió el genocidio de nuestro pueblo, no existían los registros civiles ni los cementerios públicos y la iglesia se ocupaba de registrar, a través de libros y actas, los nacimientos y defunciones, además de los bautismos y matrimonios.
El caso de Rubén Maldonado es el opuesto al de nuestra querida Enriqueta Gastelumendi de Varela, quien al conformarse la Comunidad Rafaela Ishton se reconoció selk´nam, aunque estaba comprobado que sus raíces eran haush, no solo por la revisión histórica de su pasado, sino, sobre todo, porque así lo confirma su fe de bautismo.
No obstante, su intachable comportamiento con el resto de los ancianos que iniciaron la lucha por la recuperación de las tierras y su espíritu de unidad y camaradería, fueron determinantes para considerarla una más entre nosotros.
Pensábamos que eso estaba claro hasta que sus bisnietas Antonela y Daniela Guevara comenzaron a insistir con ser autoridades de la Comunidad, cuando está claro que indígenas haush no están ni legal ni éticamente en condiciones de estar al frente de una comunidad selk´nam.
En reiteradas oportunidades se las puso en conocimiento de esta situación y, a pesar de ello, usando su habitual comportamiento irrespetuoso y apelando a bajezas y mentiras, lograron integrar el Consejo de Participación Indígena junto a nuestra hermana Mirta Salamanca, mandato que venció a fines del año pasado, con un triste tendal de denuncias por agresiones, amenazas, incendios y negociados iniciados en nombre de nuestra comunidad. Todo ello a espaldas de todos, como el recientemente descubierto sello de ganado a nombre de la comunidad, que el Gobierno provincial deberá investigar para qué se usó.
A fin de despejar cualquier suspicacia, reiteramos que estas mismas personas, que el viernes tomaron la Delegación de Gobierno usando el nombre de nuestro pueblo, fueron expulsadas en enero de este año, no por su condición de haush, sino por su inconducta, falta de respeto a los ancianos y por amenazar y amedrentar a hermanos de la comunidad y por haber realizado trámites, gestionado ante las autoridades y obtenido beneficios usando el nombre de nuestra comunidad y arrogándose un poder que no tienen.
Asimismo, por si queda alguna duda aún, reiteramos que la Comunidad Rafaela Ishton tiene personería jurídica propia, tiene comisión directiva, la cual fue renovada en 2016 y tiene un Consejo de Ancianos integrado por aquellas personas que hicieron posible que hoy, la Comunidad Selk´nam esté conformada, reconocida y regularizada ante la ley blanca como tal, por lo tanto no necesita que ningún CPI gobierne por ella.
Todas estas faltas gravísimas están documentadas y hemos hecho todos los reclamos necesarios ante las autoridades que corresponden y los seguiremos haciendo hasta lograr que estas personas reciban el castigo que merecen por ensuciar nuestro nombre y el de nuestros ancianos que lograron todos los beneficios que hoy goza nuestro pueblo.
Por último, hacemos saber a toda la comunidad y a la prensa, que el respeto a nuestros ancianos en la Comunidad Selk´nam es superior a cualquier mandato. Quien oiga a alguno hablar mal de sus hermanos y sobre todo de sus mayores, por sus palabras, sabrá que no es uno de los nuestros.