Cuando su joven hijo “Piluncho” Schmidt murió en la década del 50’, Eduardo Schmidt y su esposa Isabel eligieron radicarse en Europa. Antes, debían resolver qué hacían con las propiedades que tenían en Tierra del Fuego.
RÍO GRANDE.-Una de ellas era la estancia “Piluncho”, que vendieron a dos hermanas de apellido Uribelarrea, y de allí su actual nombre “Dos Hermanas”. También debían determinar qué hacer con la casa de Río Grande, e inspirados por el amor de su hijo fallecido, decidieron donarlo a la comunidad, con la única condición de que pasara a ser propiedad de una asociación vecinal para ser destinado a una biblioteca para el pueblo.
“Esta obra que inspiró a su fundador el entrañable amor a su hijo desaparecido perpetuará su memoria, dotando al pueblo de Río Grande de un medio que le permita acrecentar su cultura y moral, base fundamental en que se cimenta el engrandecimiento de los pueblos”, fueron las palabras que el 8 de abril de 1953 pronunció el presidente de la Asociación de Vecinos, el doctor Oscar Barabino, al dejar inaugurada la Biblioteca Eduardo Schmidt hijo.
Schmidt no solo dejaba el edificio, también las estanterías, útiles y los libros que formaron la base de la primera biblioteca de la ciudad. Un año después, en 1954, fue declarada “Popular”, recibiendo los beneficios de la Ley 419.
Ubicada en San Martín al 400 -65 años después- la Schmidt sigue siendo la más importante de la ciudad de Río Grande, donde hoy son 6 las bibliotecas populares y una de las 2 mil que existen en todo el país.
Unos 400 socios permanecen activos el 80% del año, pero pueden llegar a tener hasta 600 asociados en el transcurso del año contando aquellos que se acercan a estudiar algo en particular y luego no regresan.
“Son cinco pesos para el socio porque tenemos una pequeña ayuda del Gobierno de la provincia y el Municipio de Río Grande, además del subsidio de la Comisión Nacional de Bibliotecas Populares (CONABIP)”, contó tiempo atrás Tomás Hipólito Cruz, a cargo durante años de la Asociación Civil que mantiene activo el sueño de Eduardo Schmidt.
Don Cruz aseguraba que, lejos de lo que se piensa, la biblioteca tradicional sigue siendo muy frecuentada, tanto por estudiantes como por maestros o adultos que buscan un refugio en la lectura. “La gente sigue viniendo a la Biblioteca, vienen muchos chicos del secundario, otros cuando van a ingresar a la Universidad y sobre todo los que van a ingresar a la Policía. Algunos hacen fotocopias y se arreglan con eso”, dijo
En sus anaqueles hay más de 30 mil libros de los más variados, además siempre tienen libros para recuperar y restaurar. Y se incorporan los libros donados de los mismos socios o ciudadanos en general, ya que es normal que los vecinos lleguen con cajas de libros que van pasando de generación.
“Cuando la señora que clasifica los libros se encuentra con repetidos, los aparta y luego son donados a otras bibliotecas de la ciudad o a escuelas aisladas. El primero de año mandamos cajas de libros a Corrientes y al Chaco”, señaló Cruz.
Desde las 9 de la mañana y
hasta las 18:00, la Biblioteca permanece abierta a la comunidad. “El
socio puede llevarse libros y tenerlos 15 días, sino lo terminó a
los 15 días avisa y se le da una semana más, y luego lo trae.
Cuando pasa un mes o dos meses que no está, lo llamamos, a veces lo
traen y otras veces no aparecen. No son muchos, pero son más los
docentes los que quedan debiendo. La solución cuando pasa esto es ir
a comprar otro para reponer”, aseguró.