Nicolás Lima, el único argentino clasificado para los Juegos Paralímpicos de Pekín 2022: “El deporte me salvó la vida”

Tiene artrogriposis congénita múltiple. Enfrentó 19 operaciones desde que nació hasta los 13 años. Sufrió el bullying de chico, pero sus “amigos de oro” de la adolescencia lo acompañaron y lo ayudaron. El reconocimiento para su entrenadora.

BUENOS AIRES (Por Martina Oviedo).- A los 22 años, Nicolás Lima es un ejemplo de superación y de que si se quiere, se puede. Nacido en Ushuaia, Tierra del Fuego, desde sus primeros meses hasta los 13 años se enfrentó a 19 operaciones, debido a que tiene artrogriposis congénita múltiple, una enfermedad que afecta a las articulaciones de los miembros inferiores. Pero esto no le impidió llevar una vida normal y convertirse en el único argentino que clasificó para participar de los Juegos Paralímpicos de Invierno de Pekín 2022 con la categoría “Sitting”.

Nico Lima en acción junto a su entrenadora María Giró; juntos van por otro sueño.

La artrogriposis es una enfermedad que se origina al no haber suficiente espacio en el útero, el cuerpo continúa desarrollándose y se genera esta malformación. “Es una enfermedad que si uno quiere puede vivir sin operarse, es una elección de vida. En mi caso, yo elegí operarme por una cuestión de que en mi ciudad es muy complicado andar en silla de ruedas porque hay muchas subidas y bajadas. Entonces, junto con mi familia, decidí intervenirme quirúrgicamente para poder caminar y llevar una vida normal”, explicó a TN.com.ar Nicolás, que se realizó su última operación en 2013. En su caso, las intervenciones consistieron en quebrar el hueso del fémur y estirarlo, porque el hueso se regenera: “Lo quiebran, lo separan y eso se vuelve a unir formando un nuevo hueso entre los huesos quebrados, y es así como uno va tomando altura. Si no me hubiera operado tendría las piernas muy chiquitas y dobladas para adentro”.

A los 12 años dejó la silla de ruedas y comenzó a usar bastones canadienses de apoyo para poder caminar. “En realidad, no camino, voy saltando”, comentó entre risas y aseguró que representó un cambio radical en su vida porque pudo empezar a ser más independiente. “Fue justo en una edad en la que tenía muchos complejos por no poder salir y juntarme con mis amigos, por eso fue un cambio total en mi vida”, aseguró.

Cuando iba a la escuela primaria sufrió bullying, pero afirma que cuando llegó a la secundaria la situación fue totalmente distinta. Allí encontró amigos que lo acompañaron y ayudaron. “Cuando estaba arrancando a caminar no podía llevar la mochila, entonces ellos me daban una mano muy grande con eso”, contó. Además, remarcó: “Son amigos que conservo hoy en día, que saben que soy una persona normal y me tratan como tal. Son personas muy buenas que me han sabido apoyar y siempre me han cuidado. Son amigos de oro”.

Nicolás Lima: “El deporte me salvó la vida”. El fueguino clasificó a los Juegos Paralímpicos de Pekín 2022.

Su relación con el deporte surgió cuando tenía ocho años, por recomendación de su médico: “Tenía mucha energía, pero no tenía dónde gastarla”. Fue entonces cuando empezó natación. Al intentar recordar esa etapa dijo que, al haber atravesado tantas operaciones desde tan chico, no se acuerda de muchas cosas, pero que recuerda puntualmente las cosas que vivió con el deporte porque fueron las que le cambiaron la vida.

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Una tarde, mientras estaba en el colegio le avisaron que había un hombre que quería hablar con él: era un entrenador de natación que le ofrecía prepararlo para los Juegos Evita, en Mar del Plata. “Nunca me había medido con gente con discapacidad, siempre había participado de torneos acá en Ushuaia o en el norte, pero con personas que no tenían ninguna discapacidad, entonces por ahí me exigía un poco más y creo que esa exigencia fue la que me llevó a estar bien entrenado para ganar la primera medalla de Tierra del Fuego en la historia de los nacionales. Pasó todo muy rápido y fue muy lindo”, recuerda. También, afirmó que haber vivido esa experiencia, de encontrarse con personas en su misma situación, o incluso peor, le sirvió para abrir la cabeza y sentirse menos solo.

Nicolás no se quedó solo con la natación. Atletismo, lanzamiento de bala, jabalinas, básquet y hockey sobre hielo fueron los otros deportes que practicó. “Empecé a hacer otros deportes porque cuando iba a los Juegos Evita eran dos semanas y competía dos veces nada más. Entonces, como me quedaba mucho tiempo libre, probaba otras cosas y, de paso, competía, me reía, la pasaba bien. Lo hacía por diversión”, contó.

Sin embargo, fue en 2018 cuando encontró su verdadera pasión: el esquí de fondo. Ese año, el equipo de esquí de fondo adaptado de Brasil había llegado a Ushuaia para realizar su entrenamiento, como suele suceder todos los años, debido a que la ciudad se presta climáticamente para poder llevarlo a cabo. Como les sobraba una silla, lo invitaron a entrenar y, desde entonces, surgió su amor por este deporte.

Cuando el grupo brasilero partió, a Nicolás le quedaron latentes las ganas de seguir entrenando, pero el equipamiento era difícil de conseguir. Hasta que apareció, en sus propias palabras, la persona más buena que conoció en su vida y quien aún lo acompaña y no lo deja bajar los brazos: su entrenadora, María Giró. “Para mí, María es un ángel que viene a hacer cosas buenas por la gente y justo tuve la suerte de cruzármela. Ella vio el potencial que ni yo vi porque, sinceramente, había entrenado con ellos, me divertí y la pasé bien, pero nunca sentí que tuviera un potencial deportivo. Entonces, que ella apareciera, sin conocerme, y me dijera que tenía potencial y futuro, me llenó de confianza. Sin saberlo, formamos un equipo. Fue todo muy natural y los resultados se dieron muy rápido. Gracias a ella estoy donde estoy hoy y por eso estoy súper agradecido”, aseguró.

Así fue como se encaminó en el deporte con el que logró clasificarse en la categoría “Sitting” hace unos meses en Eslovenia, para los Juegos Paralímpicos en Pekín 2022, convirtiéndose en el único argentino que va a representar a nuestro país, y cumpliendo un sueño que tenía desde chico. Emocionado y sin creerlo todavía, dijo que se siente muy bien acompañado y que se dio cuenta de que “todo es posible y es cuestión de esmero, de esfuerzo, de darle para adelante y después las cosas llegan”.

Su familia ocupa un lugar significativo en esta etapa. “Me apoyan un montón. Mis viejos, siempre que pueden, me van a ver entrenar o competir”, dijo. Además, contó agradecido que el pasaje a Eslovenia, donde se llevó a cabo la Copa Mundial de Esquí Nórdico, se lo pagó su papá con los ahorros que estaba juntando para comprarse un auto: “Fue cuando le dije que estaba medio triste, medio bajón porque tenía la oportunidad, porque María sabía que yo podía clasificar y sentía que se me estaba escapando esa oportunidad, que es un sueño clasificar en un Juego Olímpico que es lo que siempre quise de chiquito”.

También expresó su asombro ante el apoyo que recibe de la gente. “Me llamó la atención cuando estuve en Eslovenia, que mucha gente se levantaba a las cinco de la mañana para ver la carrera, gente que me ha visto entrenar en Tierra Mayor (centro invernal), gente con la que no he cruzado palabra pero me ha visto entrenar y sabe el esfuerzo que hacemos con María para entrenar y llegar en mejor forma a los torneos, y me han mandado un montón de saludos. El día que competí recibí 500 mensajes en Instagram, era un montón de gente, un montón de ayuda que recibí, y eso fue muy lindo. Por ahí, cuando uno compite se concentra pero después llegar y ver todos esos mensajes fue mágico”, comentó.

Más allá del deporte, el joven fueguino se desempeña como administrativo en el Puerto de Ushuaia adonde también colabora aportando ideas que sirvan para poder convertir el área en un lugar que se adapte a las necesidades de las personas con discapacidad, que forman parte del porcentaje de turistas que llega cada año a la ciudad del Fin del Mundo. Respecto al estudio, el año que viene planea retomar la licenciatura en Economía, carrera que puso en pausa mientras concentraba su esfuerzo para clasificar en los juegos. “Voy a retomar porque sé que es una cuestión de futuro, porque no voy a poder vivir toda la vida del deporte. Va a llegar un momento en el que voy a tener que colgar los esquíes y ponerme a trabajar de algo”, explicó.

Nicolás resalta las dificultades geográficas de su ciudad para las personas con discapacidad. Dice que aunque hay leyes para que se adapten las veredas y zonas comunes, no se cumplen, y esto deriva en que muchos quedan aislados o “encerrados en sus casas”. También, cuestiona la falta de apoyo de los organismos estatales para los deportistas argentinos. Menciona el ejemplo de los brasileños, que tienen cuatro clasificados en su misma categoría para los JJOO de Invierno de Tokio, que es lo máximo que puede llevar, mientras que de nuestro país, solo pudo llegar él.

Aún así, impulsa a todas aquellas personas que tengan artrogriposis u otra discapacidad a hacer alguna actividad física y deja un mensaje esperanzador: “El deporte les va a cambiar la vida. Es algo que a mí me dio una independencia enorme. Hoy en día, me manejo solo, vivo solo, voy al trabajo, me tomo el colectivo, entreno, me cocino, todas esas cosas que para una persona sin discapacidad es algo común, para la persona con discapacidad son un montón de trabas que no le permiten hacer una vida normal”.

También anima a los que sienten miedo al fracaso y se autoimponen limitaciones: “Creo que el deporte es una gran herramienta para demostrarte que vos podés, que vos tenés que rebuscártela, que va a ser más difícil, sí, pero que cuando lo logres vas a sentir una satisfacción mucho más grande que lo normal, y vas a sentirte bien y vas a empezar a cambiar esos pensamientos que tiene uno en la cabeza de que ´no puedo´, de que ´me voy a lastimar´. Es animarse”.

Nicolás asegura que se siente bien con su cuerpo: “Siento que tengo una buena calidad de vida y creo que eso me lo dio el deporte porque, si yo no hubiera hecho deporte, por ahí hubiese tenido problemas de obesidad por una cuestión de movilidad, de que yo no me hubiese podido mover, o hubiese tenido problemas psicológicos. El deporte te despeja mucho la cabeza y rompe con todas estas cuestiones mentales que uno se pone”.

Cómo nombrar a las personas con discapacidad

Cómo nombrar a las personas con discapacidad: la inclusión empieza con las palabras. Siempre en este espacio intentamos demostrar cómo las palabras configuran realidades, cómo nombrar de una manera y no de otra da cuenta del respeto o el desprecio que tenemos por algo o por alguien. La elección de una palabra no es ingenua. En el caso de las personas con discapacidad y el lenguaje hay mucho para corregir y aprender. La decisión que tomó la Real Academia Española sobre el término “discapacidad” es una buena iniciativa y un disparador para reflexionar.

En la búsqueda de una sociedad más inclusiva, empezamos a escuchar y a entender cómo se autoperciben las personas con discapacidad. Pudimos advertir cuánto de peyorativo tenían términos que se oían con frecuencia. Es el caso de *minusválido y *disminuido. En realidad con solo pensar en qué quieren decir estos términos, sería fácil detectar la discriminación. Cuando llamamos a alguien “disminuido” hacemos referencia a que “le falta algo para llegar a algo”. ¿A qué? Lo mismo ocurre con “minusválido”, cuyo significado en el diccionario es “que padece una minusvalía (falta o limitación)”.

Personas con discapacidad, no “discapacitados”

El primer paso consiste en dejar de usar términos como *mogólico o *down. Estos y otros como *inválido, *lisiado o *enfermo son empleados como insultos y se repiten sin tener en cuenta cómo repercuten en la sensibilidad de personas con discapacidades.

Si bien la enmienda de la RAE es un paso adelante, la inclusión del término “discapacitado” no es acertado. La forma más adecuada es persona con discapacidad. Algunos pueden pensar que el hecho de poner “persona” es redundante ya que en “discapacitado” la noción de persona se sobreentiende. Los distintos colectivos de personas con discapacidad consideran que, pese a que puede parecer redundante, es importante que se los nombre así para reforzar la idea de que ante todo la persona con discapacidad es persona y por eso es un sujeto de derechos.

Otras formas que hay que evitar son *personas con capacidades diferentes o especiales que al igual que los diminutivos (sordito, cieguito) son eufemismos que sirven para segregar en lugar de incluir.

Es todo nuevo y falta mucho. Sin embargo, tal como lo expresa Daniela Aza en este video que subió a su Instagram es “un avance”. En tiempos en los que el lenguaje no sexista es tan cuestionado, en los que se critica la “corrección política” y en los que tantos parecen preocuparse por cómo nos expresamos, es importante tomar conciencia de que la elección de una palabra no es inocente y que elegir el término correcto representa la diferencia entre la inclusión y la exclusión para muchas personas.

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