Jimena Aduriz y Karina Abregú: “Las víctimas de violencia necesitan la presencia del Estado”

Carolina Abregú, Karina Abregú, y Jimena Aduriz durante la conferencia de prensa en el Centro Cultural Alem.

El sábado por la tarde se realizó la charla debate ‘Las violencias’. Karina Abregú y Jimena Aduriz disertaron, contaron su experiencia como sobrevivientes a la violencia machista. Las deficiencias del Estado, permisivo y ausente. La lucha por llevar adelante una vida digna después del horror.

RIO GRANDE.- Resilientes de Tierra del Fuego, Mujeres de Fuego y Red Vientos de Cambio realizaron la charla debate ‘Las violencias’.

Antes, El Sureño estuvo en la conferencia de prensa con Jimena Aduriz y Karina Abregú. Ambas superaron situaciones de violencia machista en su expresión más extrema: Jimena, madre de Ángeles Rawson, hoy se dedica a ayudar a otras familias de víctimas de violencia; Karina Abregú sufrió el intento de femicidio por parte de su expareja, y hoy su lucha es para mantener la dignidad y reclamar la asistencia estatal que le corresponde. Para ambas, aunque hubo algunos indicios de justicia, todavía queda mucho por hacer.

“La víctima está expuesta, aun cuando se hace justicia. Porque por ejemplo, el proceso que nosotros pasamos, la violencia institucional que sufrimos, no te imaginás. Nosotros entramos sospechados a la causa y eso fue lo que dejó filtrar la justicia, en una connivencia con los medios de comunicación. A mí me secuestraron el auto el día del velorio de mi hija. Me quedé sin trabajo. Nosotros estuvimos tres años viviendo en un lugar prestado. Y yo tuve que salir a mendigar un trabajo. Y fue un caso muy mediático con una revictimización tremenda”, explicó Jimena Aduriz.

Hoy Aduriz se dedica a contener, acompañar, a asesorar a otras familias víctimas de violencia. “Las víctimas necesitan protección después. En el caso de Karina, porque sobrevivió. Y en mi caso, intenté proteger a Ángeles, ya que no pude protegerla de Mangieri, de lo que vino después. Y hoy esperemos que la perpetua de él sea perpetua y que no empecemos con todas las chicanas y los beneficios que se le otorgan después a los femicidas”, recalcó.

Aduriz admitió que luego del asesinato de su hija el transitar fue penoso: “La muerte de una hija es lo que no tiene nombre. Pero bueno, una puede tomar dos caminos: morir con su hija o resignificar ese dolor. Yo tomé el camino de resignificar ese dolor, por ella”, expresó.

“Tuvimos algunos problemas mediáticos que fueron muy duros. Que también es un tipo de violencia que daña y mucho. Y después del juicio, mi militancia empezó con los Taddei, que fueron los que me enseñaron muchísimo sobre violencia de género. Ángeles no estaba cursando un noviazgo violento, esto fue un femicidio, gracias a la película documental con la que estos hechos tomaron conocimiento público pude acceder a puertas que por ahí otras personas no tienen y tratar de ver sobre todo el tema de cambiar la legislación. En mi caso estoy haciendo un trabajo muy de hormiga, con la justicia, porque creo que es la justicia la pata que va atrás de todo”, relató la mujer.

Aduriz recalcó que la experiencia vivida en todas las charlas, debates, encuentros con las víctimas es siempre la falta de justicia: “aún cuando uno tiene la “suerte” de que se haga justicia, resulta que la justicia no es tan justa. Porque después siguen los beneficios, y cosa que uno trata desde su lugar, de acompañar. Yo, como tengo experiencia a través del juicio de Ángeles que fue larguísimo, acompaño mucho a las familias de las víctimas de femicidio”, agregó.

Respecto al tratamiento que reciben los casos de femicidio o de violencia de género en los medios, Jimena notó que se cuidan un poco más. “Es otra pata dura que hay que revertir. Están más conscientes en cuanto a cómo se habla de la víctima, pero la verdad que no deja de ser un negocio para ellos. Pero bueno, está mejor. Yo ahora puedo hablar con algunos periodistas que han caído en la realidad, de lo que hicieron y no a nivel público, pero sí a nivel privado me han pedido disculpas, que es algo que repara un montón”, confesó.

Y agregó: “Es muy importante el tema mediático porque son formadores de opinión. Es tan importante como la justicia, porque estar condenados socialmente y en vida, es tremendo. Es algo con lo que hay que vivir, y a veces no se sobrevive”.

En cuanto a lo que se puede hacer para prevenir que estos casos sigan ocurriendo, Jimena opinó que lo principal es la educación: “hay modos de prevenir ciertas conductas que tienen los psicópatas. A veces no se puede. Pero hay que estar más atentos a ciertas cuestiones. Y también deconstruir toda una cultura patriarcal y machista, que empieza desde chiquititos. Porque hasta las propias mujeres somos, a veces, reproductoras de esto. El varón también es sometido desde que nace a una cuestión de no poder ser tierno, llorar, ser proveedor. Y eso está mal, porque somos iguales, complementarios. Esa es la prevención básica, por eso vamos a colegios, universidades, donde están nuestros futuros adultos”, recalcó Aduriz.

La ausencia del Estado

Karina habló de la realidad posterior a sufrir violencia: “Una persona que sufre violencia de género la sigue sufriendo todo el tiempo. El juicio contra el femicida fue duro, llevó más del tiempo estipulado. Hace dos semanas venimos de un nuevo juicio por donde se lo condenó a un año y cuatro meses. El violó 20 veces la restricción de acercamiento, cuando yo ya estaba dada de alta, escondida en casa de mi hermana, y la justicia tomó solo dos de esas veinte”, contó Abregú.

Además, Karina Abregú denunció que cotidianamente sigue sufriendo situaciones de violencia, consecuencia de la que casi le costó la vida: “Hace cuatro años y medio que a mí él me roció con alcohol y me prendió fuego. Yo sigo conviviendo con una consigna policial en la puerta de mi casa. Donde yo voy, tengo que ir acompañada por una custodia policial. Hace dos meses y medio fui apuñalada a la salida de mi consulta psiquiátrica. Había denunciado a uno de los custodios que estaban en la puerta de mi casa por violencia verbal, que ya había ejercido el año pasado, y realmente siempre tuve miedo de cómo actuar frente a eso. Esta vez no lo pude manejar, porque él me difamó, con cuestiones personales y de mi familia. Entonces lo hablé con mi hermana y para no mandarme ninguna macana, decidimos hablar para que lo saquen. Hablamos con el subsecretario de Seguridad de Merlo, lo retiran y después lo dan de baja”.

Pocos días después Karina sufrió un robo, luego de dar todas las pertenencias que tenía, sus agresores continuaron apuñalándola en los brazos. Cuando ella preguntó el por qué, la respuesta fue clara: “Me dijeron ‘hasta que no empieces a cerrar el culo no te vamos a dejar en paz’. Por eso yo sé que una víctima que sufrió, sigue sufriendo”, relató la mujer.

“Tanto Jimena, que sufrió la muerte de su hija. Como yo, que fui rociada con alcohol y prendida fuego; estuve siete meses internada, dos meses en coma en los que todos los días me moría… Lo que necesitamos es la presencia del Estado. Una víctima no puede estar reclamando una ayuda, como yo sigo haciendo, cortando las calles, reclamando la medicación sin la cual no sobrevivo a los dolores”, recalcó Karina.

Y agregó: “Cada municipio en la provincia de Buenos Aires recibe también dinero con estos fines. Y no desde hace tres años. Me he encadenado al municipio, hemos sido detenidas con mi hermana y otras compañeras por luchar, por reclamar. Cuando le pedí un vaso con agua, porque me habían negado mi medicación, me dijo ‘viste boluda, te hubieras quedado en tu casa’. La realidad en Buenos Aires es que si sos víctima, te dejan de lado. Yo desde hace tres años lo único que estoy pidiendo es un puesto laboral. Fuimos maltratadas, fuimos golpeadas. Yo todavía no consigo la paz que necesito y lo principal que necesito para sobrevivir con las marcas en mi cuerpo que es la medicación”, expresó.

Karina admitió que luego de la recuperación física la búsqueda de una situación digna sigue siendo el mayor desafío: “A mí quien me sacó adelante fue mi familia, con mi hermana Carolina, que de cinco hermanas es quien me ayudó, y mi hijo Ciro de dos años, mi hijo menor que, además, decidí tener sola, y es quien me levanta cada día”, concluyó.