Hacer una vaquita

Ha atravesado los siglos una expresión que nos resulta muy coloquial.

Todo comenzó con celebraciones en poblados de España que convocaban a todo el vecindario. Era habitual que en estos encuentros se capeara una vaca brava. Aclaremos que no la sacrificaban. Pero la tomaban de punto.

Se generalizó la frase “hacer la vaca” para referirse a ese segmento principal de las fiestas pueblerinas. Más adelante, el bovino quedó vinculado a los casamientos. En el siglo XV se llamaba “vaca de la boda” al amigo que entretenía a los invitados o al que corría con todos los gastos. El próximo paso fue que “la vaca” la hicieran entre todos, contribuyendo por partes iguales para el festejo.

Por la mención de la vaca de la boda, más bien de esta, deseamos agregar que, en latín, sponsor era el que hacía una promesa solemne (de ahí las voces “esponsales” y “esposo”). En el 1600, los ingleses llamaron sponsor a los padrinos.

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