Un fotógrafo fueguino cuenta cómo fue llegar a Malvinas

Desde niño Franco Pereyra mostró interés por la aviación de combate y por Malvinas. Hoy es el director de un audiovisual sobre la guerra de 1982, que está en plena elaboración y por el cual viajó a las islas a tomar imágenes de los lugares donde se produjeron los combates más emblemáticos.

RÍO GRANDE.- Hace varios años Franco Pereyra comenzó a gestar la idea de relatar la guerra de Malvinas a través de los aviadores de combate, quienes partían desde la Base Aeronaval Río Grande hacia las islas para dar pelea desigual contra los británicos. Esa idea ya es una realidad y en diciembre logró viajar a Malvinas para tomar imágenes actuales de los escenarios de la guerra.

Este documental, que se llamará “Malvinas: Halcones en el Sur”, está en plena elaboración gracias a este fotógrafo y productor audiovisual fueguino quien desde muy pequeño comenzó a soñar con conocer las islas y ser piloto de combate. “Toda la vida mis padres me inculcaron el sentimiento por Malvinas contándome sobre el conflicto, viendo documentales, me llevaban a los ejercicios aeronavales acá en la base y empecé a sentir una pasión por la aviación y por Malvinas que me siguió toda la vida”, relató a El Sureño.

La idea del documental es recorrer los lugares donde hubo combate aéreo y terrestre y contar en primera persona las historias de cada piloto que estuvo en combate en Malvinas, saliendo desde Río Grande, Río Gallegos, San Julián, las bases continentales de la Fuerza Aérea y Armada; para conocer qué sintieron al estar en su base y de pronto enterarse que Argentina recuperó las islas Malvinas y había que salir a combatir.

Franco hizo entrega de 3 presentes para el museo de la Base Aeronaval. De izquierda a derecha, Franco Pereyra, Miguel Augusto Martínez Widmer, Julio Servin.

“Quiero que cuenten sobre su preparación, su formación militar. Que relaten cómo fue la convivencia y esto de estar siempre en alerta; cómo era estar en un avión yendo a 900 km por hora al ras del agua con inferioridad tecnológica abismal y aun así haber hecho el daño más grande después de la Guerra Mundial a la armada británica”.

“Busco el relato de sus misiones más complicadas. Conozco pilotos que me contaron que rezaban durante el combate o llevaban la foto de su familia en la cabina… quiero mostrar la parte más humana del conflicto, nada morboso. Que cada uno cuente lo que vivió”, señala Franco con entusiasmo.

Entrada del búnker histórico de 1982, situado en la Base Aeronaval “Pioneros Aeronavales en el Polo Sur” de Río Grande.

Lo que pretende es nada menos que “imprimir en este documental el sentimiento malvinero que se vive en la provincia de Malvinas, en la Capital Nacional de la Vigilia. Queremos hacer un documental 100% fueguino, para los fueguinos y para el resto del país”.

El primer paso: ir a Malvinas

Después de mucho esfuerzo económico y logístico, sobre todo para obtener los permisos para filmar, Franco Pereyra viajó a Malvinas el 9 de diciembre último y permaneció allí hasta el sábado 16 para obtener el material crudo que usarán en el filme.

En el sector Wireless Ridge Malvinas, Franco muestra un cañón argentino sin retroceso 105mm.

Derribando el mito de que los argentinos no son bienvenidos en las islas, Franco detalla que “a nosotros nos trataron muy bien. Mientras vos respetes su autodeterminación y sus leyes, no hay ningún tipo de problemas. Los isleños me contaron que hay situaciones de argentinos que provocan y usan la bandera y en esos casos se les llama la atención. Pero cuando la visita es respetuosa, no hay conflictos”.

Además, explicó que “para poder viajar con los drones tuvimos que pedir permiso previamente al FICAD, que es el ente administrador de aviación civil de las islas. Me autorizaron a usar los drones en lugares específicos porque en otros sitios había que pedir permiso a los dueños de las estancias, tanto para el ingreso como para el uso de los equipos”.

Allí recorrieron los sitios de combate más nombrados por los excombatientes y el cementerio de Darwin, donde realizaron un homenaje a los caídos en combate.

“También pudimos retratar un poco la ciudad, porque si bien Puerto Argentino es chico, cambió bastante a lo que era en 1982. Nosotros llevamos imágenes impresas en papel y tratamos de estar en esos lugares para mostrar el cambio”.

Otra cosa que le sorprendió fue el tamaño de la base militar donde se encuentra ubicado el aeropuerto. “La base Mount Pleasant es inmensa. Al ser una base de la OTAN y, obviamente, con todo lo que conlleva alrededor, te prohíben el uso de celulares y que saques fotos hasta que salgas del predio por cuestión de seguridad”.

Cocinas de campaña del BIM 5 en el sector Monte Tumbledown.

Tienen que ir

Franco relata que para ir Malvinas se necesita tener pasaporte y un seguro médico que te cubra el monto que ellos te solicitan. “No es algo difícil, pero sí es caro. Sin embargo, es una experiencia única que mucha gente que tiene las ganas de conocer, si tiene la posibilidad, debe hacer. Yo les digo que hagan un esfuercito más y que vayan porque no se van a arrepentir. Yo volví enamorado de Malvinas, me sentí como en mi casa. Tanto así me sentí, que cuando volví a Río Grande me dieron ganas de regresar. Si por ahí se acomodan todas las cosas, tal vez pueda volver en el corto plazo y quién sabe, por ahí quedarme a vivir”.

Las imágenes obtenidas en las Islas Malvinas por Franco Pereyra revelarán en el documental otro tramo de la historia

En Malvinas conoció a varios argentinos. Con ellos compartió un asado al son de “Los Palmeras”. “Por esas cosas de la vida coincidimos con Alex que tiene 24 años. Su mamá es argentina, él nació en Campo de Mayo y después del conflicto del 82 se fueron a vivir a las islas. Está casado con una mujer chilena y tienen una hija. Trabaja de albañil, carpintería y refacción de viviendas.

Arriba: Avión Súper Etendard de la Armada Argentina. Abajo: Franco junto a un piloto de la Armada Argentina.

Después hay otro chico trabajando en el sector de la pesca. Su mamá trabaja en el aeródromo de Puerto Argentino. Me contaban que si bien los ingresos son muy altos, es muy duro vivir en las islas y no es para cualquiera. Comparando con Río Grande, no hay mucha diferencia en el tipo de vida que uno hace. De la casa al trabajo y del trabajo a la casa. No hay mucha vida social ni vida nocturna ni el hábito de salir a tomar algo”.

Por otro lado, como la conexión a través de internet es muy precaria, el aislamiento es mucho mayor. “Ellos tienen una limitación muy grande con internet. El servicio se lo provee la empresa Sure, que es muy malo, muy lento y a los turistas o los que no residen en las islas les dan una tarjetita que cargás y te dan 15 ó 20 minutos de internet y para usar WhatsApp”.

Cementerio de Darwin y nuestra insignia patria.

Homenaje

Para Franco, el momento más emotivo de su viaje fue cumplir con el pedido de un excombatiente que prestó servicios durante la guerra en la Base Aeronaval Río Grande, quien le encomendó dejar una ofrenda en el cementerio de Darwin a un amigo caído.

“El año pasado conocí a un veterano de apellido Milito, el cual había vuelto a Río Grande después de 41 años y hasta el día de hoy seguimos manteniendo contacto”, cuenta.

“Milito tenía un compañero, un infante que estudiaba con él, Sergio Giusepetti, el cual cayó en combate en Malvinas y me consultó si podía visitar su tumba y dejarle un presente en su nombre. Obviamente le dije que sí”.

Diario El Sureño acompañó el proyecto del fotógrafo riograndense al pisar suelo malvinense.

Al día siguiente de haber llegado a Malvinas fue a cumplir con ese mandato que lo conmovió hasta las lágrimas. “Ya pisar el cementerio de Darwin y estar ahí es muy fuerte y cumplir ese pedido, fue mucho más. Llegar ahí después de haberlo deseado toda la vida es una experiencia que no tiene explicación”.

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