El músico misionero regresa a Córdoba y se explaya sobre la realidad del país, su gira por Europa, que incluyó Ucrania, la participación en ¡FAlklore! y su show Taco y suela, en el que plantea un interesante cruce generacional.
Hay pocos artistas dentro del espectro de la música folklórica como el Chango Spasiuk. El músico nacido en Apóstoles, Misiones, hace 56 años, no solo es un gran referente del chamamé, sino que ha logrado generar un puente muy genuino con músicos de otros géneros y con las nuevas generaciones.
A pesar de su serenidad para reflexionar sobre la realidad, Spasiuk es un artista muy inquieto que le escapa a la comodidad. En los últimos meses, pasó de tocar clásicos ricoteros como invitado de la Kermesse redonda, a estar en el gran suceso de ¡Falklore! encabezado por Mex Urtizberea y Milo J o girar por Europa en festivales de todo tipo, incluso llegar a presentarse en Ucrania, país que es cuna de sus antepasados y que se encuentra en medio de una guerra que parece no tener fin.
Mientras tanto, el músico se presenta con diferentes formatos de acuerdo con la ocasión: si bien nos acostumbramos a verlo en salas o en teatros mostrando discos que invitan a la contemplación estimulada por muchos matices y detalles, su última propuesta está relacionada con el rescate del repertorio iniciático del chamamé, incluyendo también polkas y schotis, con cuatro acordeones y un espíritu bailable apto para todo público.
Sobre Taco y suela, tal el nombre del espectáculo que en Córdoba se presentará el sábado 30 de este mes en Studio Theater, el Chango asegura estar “muy entusiasmado” de traerlo a la ciudad. “Es el gen de lo que conocemos como la tradición del chamamé. Entonces, gran parte del repertorio que tocamos son composiciones hechas en el acordeón y es muy impactante escuchar como suenan cuatro acordeones al mismo tiempo”, detalla.
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Experiencia Europa
Más allá del show del que más adelante se explayará durante la entrevista, en el momento de la charla Spasiuk estaba recién llegado de una extensa gira por Europa. ¿Cuáles son las sensaciones de estar varias semanas allá y regresar a este contexto tan difícil de Argentina? “Muchas veces se romantiza demasiado Europa o lo de afuera y se subestima lo nuestro. Como decía Atahualpa: ‘A mí me gusta el aire de aquí’, y no son simples palabras. Me encanta viajar, disfruto mucho de tocar para nuevos públicos, gente que jamás escuchó este tipo de música. Pero cuando regreso, siento algo inexplicable que me moviliza”, señala el Chango, tan genuino y tan cercano.
−Estuviste en Ucrania en esta gira, algo que debe haber sido muy movilizante por ser la tierra de tus antepasados. ¿Habías estado antes? ¿De qué manera surgió y cómo resultó la experiencia?
−Había estado en 2001, en un contexto totalmente diferente. Ahora recibí una invitación para tocar en el teatro de la Filarmónica de Kiev, algo impensado. Lo hablamos con el productor francés que organizaba la gira y decidimos ir siguiendo la cuestión bélica para ver si estaban dadas las condiciones junto con la embajadora argentina en Ucrania. Finalmente, se dio y estuvimos con un realizador audiovisual registrando todo. Hacía un tiempo que veníamos pensando en una idea de registrar un viaje al revés de mis abuelos. Ellos salieron escapando de la guerra y terminaron en Misiones. Cien años después, surgió esta posibilidad y la verdad que fueron cinco días muy intensos. La guerra es realmente una locura y está mal que nos acostumbremos a que el mundo esté como está ahora. La crueldad que estamos viendo en Gaza, la violencia institucional que hay en este momento en Argentina de parte del Gobierno nacional, son cosas a las que no nos podemos acostumbrar.
−¿Y qué hacés para poder enfrentar o tratar de contrarrestar todo este horror?
−Es difícil impactar en lo colectivo, en lo macro. Por mi parte, tengo una preocupación diaria de ver de qué manera puedo impactar en mi pequeño círculo, estando atento a no perder la conexión real. Siempre recuerdo las palabras de Tolstoi: “Cuando te duele el cuerpo, es porque estás vivo, pero cuando te duele el dolor de los demás, es porque eres un verdadero ser humano”. Ese es un ejercicio que no tenemos que perder para contrarrestar toda la locura y la violencia que generan, por ejemplo, las redes sociales. Nos vuelven cada día más imbéciles y perdemos la perspectiva de las cosas que realmente son importantes.
Reflexiones de este tiempo
Algo tiene el Chango Spasiuk para lograr la atención cuando se pone reflexivo. De un tiempo a esta parte, cada vez decide tomarse más el tiempo para frenar la pelota y profundizar en algunas cuestiones. Aunque él no se siente totalmente cómodo con ese lugar de ser “observado y escuchado”, lo cierto es que ha logrado tener un lugar de exposición en ese sentido.
Así sucedió, por ejemplo, en el primer episodio de ¡FAlklore!, que ya es un fenómeno en YouTube, luego desembarcó en el Movistar Arena y pronto se editará como disco.
“Lo de Mex fue muy bonito porque creo que desde Badía alguien no generaba algo así de sentar en una misma mesa tanta gente diferente. Pero la verdad es como que no me gusta la idea esta de que los artistas siempre tenemos que decir algo”, explica.
Luego suma: “Un día hablas bonito de una tradición o de un tipo de música y mañana te están preguntando sobre política internacional y economía, y la verdad es que no quiero caer en ese rol de que pareciera que puedo hablar de todo. Sí me parece importante decir las cosas que me duelen, como lo que está pasando con el Garrahan o con los jubilados. No está bueno que creamos que por estar en democracia se puede hacer o decir cualquier cosa, a violentar, a insultar. No funciona así. Tenemos que levantar un poco el nivel de la discusión pública”.
−Otra característica que fuiste cultivando con los años es este lugar de ser un puente entre el chamamé y otros géneros musicales. ¿Cómo te sentís ahí?
-Honestamente, siento que soy una especie de paria. Soy muy joven para ser de los viejos y muy viejo para ser de los jóvenes. Y no pertenezco al linaje del chamamé, de hecho para muchos chamameceros no lo soy, y tampoco me pongo a discutir si lo soy. Me siento respaldado por la amistad y conexión con los grandes padres del género que legitiman mi trabajo, como Blas Martínez Riera, Roque González, los hermanos Chávez, Tilo Escobar, Luis Ángel Monzón. Me alcanza el respeto de ellos, pero es cierto que he quedado un poco en el medio. Eso, por un lado, me pone triste porque me hubiera gustado formar parte de un colectivo. Pero, por otro, he tenido la libertad de poder experimentar y encontrar mi propio rostro dentro de la música.
−Eso es algo que no muchos artistas pueden lograr…
−Sí, esa libertad me ha hecho conectar con un montón de estéticas que pareciera que no tenían conexión con la mía, como tocar con músicos noruegos, músicos de rock, de jazz, de música electrónica, de diferentes generaciones. Todo eso para mí ha sido un ejercicio muy bello de aprender a respetar otras formas de belleza y enseñar a que respeten esta forma de belleza. Y esta no es una postura que tenga un par de años, sino que tiene más de 30 años. He aprendido tanto en el camino que supongo que eso ha de ser un estímulo para otros, para creer que es posible hacerlo, que es posible llevar tu música hacia lugares impensados. Supongo que el ejemplo de mis acciones y de mis proyectos es un estímulo para otros y en ese sentido trato de estar a la altura de ese estímulo que soy para otros.
−En esta búsqueda artística permanente que planteás, ahora girás con un espectáculo en el que te corrés del formato teatro y te encontrarás con músicos de las nuevas generaciones. ¿Cómo nació esa idea?
−El corazón de Taco y suela es el encuentro generacional. Emiliano López, Enzo Demartini, Santiago Torres y yo. Hay más de 30 años de diferencia y todos aprendimos a tocar el acordeón con el mismo repertorio, que sigue vigente. En lugar de decirles a los jóvenes que hagamos un proyecto para tocar mi música, nos encontramos en esa música popular que trasciende mi infancia y la de ellos. Esa es la esencia. Es un dar y recibir, y también una invitación a mover el cuerpo. No sólo para el que sabe bailar, sino para dejarse llevar y conectarse. También es muy lindo lo que pasa con el DJ Lauphan en el arranque, que hace unas intervenciones con sus loops sobre la música del litoral. También hay algunos seguidores de ochenta y pico que me piden alguna silla… Y bueno, es el amplio abanico de mi música.
−¿Cómo te ves con este proyecto en algunos festivales como Jesús María o Cosquín?
–La idea es no repetirse, por eso me voy fijando en qué formato estuve en cada lugar la última vez. Si estuve con Enramada, trato de ir con otra cosa. Lo mismo con Eiké o ahora con Taco y suela. La verdad es que no soy un artista de grandes éxitos. Y trato de no repetirme.
Para ir: Chango Spasiuk en Córdoba
Chango Spasiuk presenta Taco y suela el sábado 30 de agosto en Studio Theater (Rosario de Santa Fe 272). Desde las 20, apertura a cargo de DJ Lauphan. Anticipadas en alpogo.com.