Cómo un polvo barato y agua salada podrían cambiar la forma en que recuperamos oro de tus viejos aparatos

Una técnica química sorprendente y sostenible promete revolucionar la extracción de oro a partir de residuos electrónicos. Desarrollada por un equipo australiano, esta innovación no solo evita tóxicos como el cianuro, sino que podría convertir placas madre viejas en verdaderas minas urbanas. ¿El secreto? Un compuesto de limpieza y un polímero reciclable.

La demanda mundial de oro no para de crecer, pero su extracción tradicional implica impactos ambientales severos. Frente a esto, científicos australianos proponen una alternativa inesperada: una técnica sustentable que permite recuperar oro incluso de computadoras rotas. Si se aplica a escala, podría transformar residuos en recursos valiosos sin dañar el planeta.

La alquimia del futuro: oro sin veneno ni minería

Durante décadas, la extracción de oro ha estado asociada a la contaminación por químicos como el cianuro. Pero un equipo de la Universidad Flinders, liderado por el profesor Justin Chalker, está decidido a cambiar esa narrativa. Han desarrollado una técnica capaz de recuperar oro de manera eficiente y ecológica tanto de minerales como de residuos electrónicos, incluyendo placas de circuitos.

El proceso combina un reactivo de lixiviación derivado de un desinfectante común y un polímero absorbente que atrapa el oro. Lo más impresionante es que este polímero, fabricado con luz y azufre, no solo es reutilizable, sino que logra aislar el oro incluso en mezclas muy contaminadas. Según Chalker, esto representa una forma más segura, económica y escalable de tratar residuos electrónicos y materiales industriales.

La “solución mágica” que podría transformar los residuos en tesoros
El corazón de esta innovación es el ácido tricloroisocianúrico, un compuesto barato utilizado en la desinfección de agua. Cuando se activa con agua salada, tiene la capacidad de disolver el oro presente en los componentes electrónicos. Luego, ese oro es capturado por un polímero especial que lo separa del resto de los metales y lo deja listo para su recuperación.

Este proceso no solo evita sustancias tóxicas, sino que reduce drásticamente los residuos peligrosos, y tiene el potencial de adaptarse a operaciones industriales. El equipo ya está explorando cómo llevarlo a escala, buscando inversiones para convertir esta “magia de laboratorio” en una tecnología comercial.

Con un enfoque que combina bajo costo, reciclabilidad y respeto ambiental, esta técnica podría ser la respuesta tanto a la creciente demanda de oro como al problema mundial de los residuos electrónicos. El futuro del oro puede no estar bajo tierra… sino en los desechos que olvidamos.

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