Río de Janeiro prepara un carnaval fuera de época para recibir a 400.000 personas el fin de semana, con motivo, entre otros eventos, de la final de la Copa Libertadores de América en el estadio Maracaná entre Fluminense y Boca Juniors, que está arrastrando a multitudes desde Argentina y de otras ciudades de Brasil.
RIO DE JANEIRO (Pablo Giuliano, enviado especial).- Algo similar a la movilización humana se vio en la antesala de la final Copa del Mundo 2014 entre Argentina y Alemania y es por eso que los argentinos, según informaron las autoridades, hicieron subir del 67% al 93% la ocupación hotelera en toda la “ciudad maravillosa”, que estará con un gran operativo de seguridad el sábado.
“Esto se parece al Carnaval”, dijo a Télam Giulia, encargada de un bar de Brahma en la playa de Copacabana, desde el cual se divisan banderas de Boca Juniors clavadas en la arena. Todos los puntos turísticos estaban repletos de colores azul y amarillo.
“Quiero la Libertadores”, gritaban los argentinos que este jueves subieron en masa al monumento más típico de la ciudad, el Cristo Redentor.
Con el equipo de Boca en el Hotel Hilton de Barra de Tijuca, en la zona oeste, y entrenando en el centro deportivo Moacyr Barbosa, del Vasco da Gama que dirige el ídolo riverplatense Ramón Díaz, el grueso de los hinchas-turistas de Boca Juniors se refugió en las playas de Copacabana, Ipanema y Leblón, tomando mate, fernet y degustando una caipirinha abundante vendida por 15 reales el medio litro con hielo.
El intendente de Río de Janeiro, Eduardo Paes, dijo que no sólo la final de la Libertadores convierten a Río en un polo de atracción de visitantes a nivel mundial. Es que en Brasil es fin de semana largo por el Día de los Muertos este jueves 2 de noviembre, Río es un destino de muchos brasileños de otras regiones y además el fin de semana toca en el Jockey Club el rey, Roberto Carlos, y en el estadio Engenhao, abre su gira por Brasil la banda estadounidense Red Hot Chilli Peppers.
En total, todos los eventos deben acoger a 400.000 personas, entre ellas más de 50.000 hinchas de Fluminense que están llegando a Río desde varias ciudades de Brasil.
Según la previsión del Aeropuerto Internacional Tom Jobim, 16.000 argentinos deben llegar por vía aérea a la tierra del samba. Según la entidad empresarial turística HoteisRio, la llegada de los argentinos permitió una ocupación del 93% en Barra de Tijuca, Leblón, Ipanema y Copacabana.
Decenas de hinchas de Fluminense se acercaron este jueves a la sede del club, en el barrio de Laranjeiras, en un peregrinar que ocupaba centenares de metros, en clima de fiesta.
Se pusieron a la venta banderas en rojo, verde y blanco con la frase “Campeón de la Libertadores 2023”: Fluminense nunca ganó la Libertadores y llegó a la final en 2008, al ser derrotado por Liga Deportiva Universitaria (LDU), de Quito. Por ahora se venden a 15 ó 20 reales en las esquinas de Laranjeiras, uno de los barrios más tradicionales de Rio.
“Les estamos dando muchas comodidades cuando a nosotros nos tiran piedras y ejercen racismo al ir a Buenos Aires”, se quejó en las redes sociales una exfigura del Flu, Gerson, campeón del mundo con Brasil 1970, famoso por sus polémicas acusaciones y declaraciones subidas de tono buscando provocar, en una versión tropical de José Sanfilippo.
“Fluminense representa mucho para el fútbol de Brasil. Flu trajo el fútbol de manera formal, oficial para Brasil. El primer estadio fue el de Flu y los primeros partidos de la selección brasileña fueron en el estadio de Laranjeiras”, contó a Télam el sociólogo Alberto Almeida, hincha y socio del tricolor que viajó desde San Pablo hasta Rio para ver la final.
Como suele ocurrir en estos casos, los cariocas de los equipos rivales al Flu que dirige Fernando Diniz -también entrenador interino de la selección brasileña- se están uniendo a las fiestas de los boquenses en las playas. Son los hinchas de Flamengo, Vasco da Gama y Botafogo, que harán fuerza por los “xeneizes” el próximo sábado.
La atención de la seguridad estará puesta en el banderazo convocado para mañana a las 16 por los seguidores del equipo que dirige Jorge Almirón, que le rezan a los dioses del fútbol por la séptima copa Libertadores boquense.
Sobre todo porque el martes pasado tres brasileños de una facción de la hinchada fueron detenidos luego de pegarle y robarles a una pareja de argentinos hinchas de Boca en Copacabana. Este jueves, feriado, hinchas de Fluminense y Boca Juniors se mezclaban en las colmadas playas cariocas.
El secretario de la Policía Militar, Luiz Pires, dijo en conferencia de prensa que fueron dispuestos 7.300 agentes entre jueves y domingo para custodiar los eventos de la ciudad. Habrá 2400 en el entorno del estadio Maracaná, donde se decretó la Ley Seca, la prohibición de vender alcohol durante todo el sábado y la madrugada del domingo.
El operativo es similar al utilizado en el Mundial 2014 cuando se recibió a una invasión de argentinos para la final ante Alemania al ritmo del hit de aquella época “Brasil, Decime qué se siente”.
“En el Maracaná adoptaremos la misma planificación que utilizamos en el Mundial. Serán 24 puntos de bloqueo que comenzarán a implementarse a partir de las 6 de la mañana del sábado”, indicó el secretario en conferencia de prensa.
El aspecto de seguridad está enfocado esta vez en la violencia en el fútbol, pero Río vive una ola de violencia iniciada hace dos semanas por las mafias parapoliciales, que quemaron 35 colectivos y un tren en protesta por la detención de un capo que le disputa la venta de drogas a las organizaciones narcos que dominan parte de las favelas.
El presidente Luiz Ináico Lula da Silva determinó, como parte de las acciones contra el crimen organizado, intervenir con las Fuerzas Armadas en puertos y aeropuertos para aumentar la vigilancia de tráfico de drogas y armas, principal recurso económico de las organizaciones criminales cariocas.