Comentario. Así es Rockstar, el documental de Duki que estrenó Netflix: la épica del héroe colectivo

El filme, disponible en la plataforma de “streaming” desde el 2 de octubre, revela el mundo íntimo y el entorno que acompaña al gran referente del trap argentino.

El estreno de Rockstar: Duki desde el fin del mundo fue uno de los principales sucesos a nivel mundial dentro de Netflix, plataforma que estrenó el documental sobre el símbolo del trap argentino el último 2 de octubre.

No es para menos si se tiene en cuenta la historia que resume la película, y que todavía resuena por su cercanía. Los números son de por sí sorprendentes, y el filme ayuda a entender el hilo de sucesos detrás de un período que en algún momento su muestra en días en la pantalla.

¿Cómo hizo un pibe de La Paternal para pasar de rapear en una plaza a llenar un estadio como el de River o el Santiago Bernabéu, en Madrid, en poco más de siete años? Eso es lo que intenta responder el documental que sigue a Duki desde su tierna infancia hasta su consagración como artista masivo. Todo en apenas 27 años.

Historia de un clan
Efectivamente, la película de Alejandro Hartmann repasa la carrera y la vida personal de Mauro Ezequiel Lombardo Quiroga, más conocido como Duki. Pero en ese relato, aparece una dimensión colectiva que termina siendo necesaria para entender cabalmente los logros de un artista sin precedentes en el ámbito de la música argentina.

Por eso es necesario recorrer el camino del “Duko” por El Quinto Escalón, competencia de freestyle que según el propio artista fue un semillero para él y para muchos otros aspirantes a raperos.

No es casual que haya sido allí donde Mauro tuvo su epifanía: un domingo, cunado ya había dejado el colegio y tenía que ir a trabajar, optó por quedarse en el concurso y terminó ganando. Aquella victoria le dio como premio la posibilidad de grabar su primera canción, No vendo trap (2016), el comienzo de todo el boom musical que significó (y sigue representando) el trapero. Tampoco llama la atención que sea esta misma canción la que eligió Bizarrap para remixar y dar comienzo a una carrera musical también surgida alrededor del fenómeno El Quinto Escalón.

Es en esta etapa cuando hacen su aparición algunos personajes claves de esta “peli” que es la historia del trap argentino: Ysy A y Neo Pistea, cofundadores de Modo Diablo (grupo con el que Duki salió a tocar luego de bautizarse como artista y abandonar “las compes”, y con el que se presentó en el Festival de Jesús María 2019).

Duki, que grabó sus entrevista para el documental en la misma casa que compartió con sus compañeros de Modo Diablo por aquellos días (“la mansión”, ubicada en Antezamna 247 -mismo nombre del disco debut de Ysy A- y hoy convertida en leyenda y en sitio de peregrinación), no esconde nada del cóctel de sustancias y excesos que nutrieron aquellos primeros días de éxito desmesurado.

Es impresionante ver el registro de aquellos primeros shows bañados en sudor y excitación, así como también aquellos momentos que convirtieron al músico en referente no sólo de su generación sino de aquellos agentes externos que tuvieron que aprender a convivir con ese movimiento musical que se llevó puesto todo.

La llegada de Dale Play, sello y estructura de management que al día de hoy trabaja con el artista, representa un primer salto de escala. Es el momento en el que Duki, Ysy A y Neo Pistea cambian los escenarios del conurbano por su primera gira europea y por su debut en la calle Corrientes, con un teatro Gran Rex agotado en cuestión de horas.

En ese punto, Duki se convierte en el nombre con el que se asocia inmediatamente al movimiento trapero, que en sólo unos meses pasa a ser el segmento más caliente del negocio de la música en Argentina. Allí se produce también aquel famoso episodio en el que Charly García invita a prohibir el Auto-Tune luego de una performance de Duki junto a una orquesta en ocasión de los premios Gardel.

La familia y el entorno
Al recordar aquellos días en retrospectiva, Duki se muestra orgulloso de aquellos hitos que lo convirtieron en el principal referente de su generación. No obstante, Rockstar: Duki desde el fin del mundo es también un relato de autosuperación y muestra también el camino de redención que comenzó el trapero luego de “descender al infierno”, como él mismo describe sus primeros años de fama arrolladora a base de noche, sustancias y una ambición imparable por seguir creciendo en la música.

Poco antes de la pandemia, la familia de Duki había comenzado a trabajar con él. Primero fue su padre, que lo acompañó a su primera gira por España y pudo comprobar el reviente que suponía el modo de vida de su hijo. Luego fueron su madre y sus hermanos, quienes progresivamente aprendieron diferentes oficios dentro de la industria musical para poder acompañar la carrera de Mauro.

Esa pyme familiar detrás de esta megasestrella del trap, el rap y el reguetón en Argentina y el mundo hispanohablante es quizás la trama más interesante que evidencia el documental. Construido con material generado desde el propio equipo del cantante (la cámara de Guido Adler siempre presente), el filme se completa con esa red de contención que tiene Duki, en la cual conviven colegas (Nicki Nicole, Bizarrap o su novia, Emilia Mernes), su equipo de trabajo vinculado a Dale Play y su entorno familiar más cercano, que administra SSJ, la empresa detrás del universo Duki.

Todo esto lo contemplamos en función del que fue el desafío más importante en la carrera del rapero. Sus dos shows en el estadio de River en diciembre de 2023 funcionan como el norte que sigue todo el relato. Una historia que se remonta a los primeros pasos de Mauro para entender el camino que finalmente lo convierte en Duki, el primer artista surgido del trap capaz de llenar estadios no sólo en Argentina, sino también en diferentes partes de Iberoamérica y Estados Unidos.

Los demonios y las inseguridades del artista, capaz de mostrarse llorando desconsolado y aturdido en la antesala de su concierto más importante, condimentan un relato que por momentos se convierte en una sesión de terapia editada y condimentada para el paladar de Netflix. No obstante, es también este nivel de franqueza por parte del músico lo que lo vuelve más cercano y humano, acaso “uno más” de su público que supo aprovechar las oportunidades en el momento indicado.

En esa dualidad, la del Mauro que tiene que cargar con el peso que representa ser Duki, el documental llega a su punto cúlmine: aquellos dos shows en el Monumental que, según revela su pareja, lo cambiaron para siempre.

Por eso, quizá, el cierre del documental se perciba como una suerte de epílogo. Ya en Madrid, listo para ser el primer argentino en llenar el estadio Santiago Bernabéu, Duki está contento. Junto a su familia, su novia, sus compañeros de ruta, finalmente puede disfrutar de un suceso que pocos pueden vivir: tener multitud a sus pies. Antes de salir al escenario, mientras recibe las últimas indicaciones de su hermano, a Mauro lo ve feliz, satisfecho, relajado. Cómodo con lo que le tocó en vida: una misión que sólo él sabe cuándo terminará de cumplirse.

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