USHUAIA.- Junto a todos los proyectos que lleva adelante el Barco de la Paz, se cuenta el proyecto Hibakusha, cuyo nombre en japonés significa justamente, “personas afectadas por explosión”.
Los Hibakusha son aquellos que sobrevivieron a los ataques nucleares en las ciudades de Hiroshima y Nagasaki. A través del proyecto Hibakusha, son ellos los que cuentan sus experiencias personales a lo largo del planeta.
Junko Watanabe es una de esas sobrevivientes. Hoy tiene 77 años, pero tenía 2 cuando estalló la bomba. Junko estaba jugando con su hermano, cerca de una casa a la que habían sido evacuados, ubicada a 18 kilómetros del epicentro de la explosión nuclear.
“Realmente estamos muy agradecidos de que nos hayan recibido a pesar de la repentina llamada. Quiero que entiendan que yo cuando experimenté y estuve expuesta a la radiación, tenía dos años, así que no tengo recuerdos propios, pero sí tengo cosas para contarles”, comenzó diciendo la señora Watanabe.
Para comenzar, Junko explicó cómo llegó a formar parte del proyecto Hibakusha: “Yo hoy vivo en Brasil. Desde que tengo recuerdo tenía mucho interés de ir al extranjero. Cuando tenía 20 años vi un póster que promovía la migración a Brasil y pensé que tenía que hacer todo lo posible por ir. A los 25 años, viajé a Brasil a casarme, en 1967”.
Trece años después Junko regresó a ver a sus padres a Japón: “Fue ahí, 13 años después de estar casada, que mis padres me confesaron que estuve expuesta a la radiación, en el momento de la lluvia negra: “El 6 de agosto de 1945 era un día con muy buen clima, estaba soleado en Hiroshima. Mi madre estaba en el jardín, afuera de la casa abrazada a mi hermano recién nacido. Mientras mi hermano mayor y yo estábamos cerca del barrio, jugando. Un poco después de las 8:15 de la mañana, a pesar de este buen clima empezó a soplar un viento muy fuerte, pero lo que sorprendió a mi madre fue que este viento empezó a traer papeles quemados. Entonces fue a recogerme a mí y a mi hermano mayor”, relató la mujer.
Poco después comenzó la lluvia negra, todos se mojaron ahí. Durante su viaje a Japón. Junko se enteró que pocos días después de haber estado en esta lluvia negra había estado muy enferma: “Mis padres dicen que estuve con una diarrea que duró muchos días; no podía retener nada de comida. Y esto duró tantos días, que mis padres ya estaban resignados a que yo iba a morir”, dijo Junko.
A los 61 años, ya de vuelta en Brasil, Junko encontró una asociación de sobrevivientes de Hiroshima y Nagasaki. En ese entonces había 50 Hibakushas, sobrevivientes a la radiación, que estaban viviendo en Brasil. Actualmente, hay 84, todavía vivos: “Dentro de estos sobrevivientes yo estoy entre las personas jóvenes -remarcó Junko-. En ese entonces, cuando tenía 61 años, el presidente de esa asociación me pidió que los ayudara, y fue así que empecé a involucrarme en las actividades. Sin embargo, yo no tenía pleno entendimiento hasta mis 61 años de lo que significaba ser una Hibakusha, lo que había pasado en Hiroshima y Nagasaki”. Fue allí, que se propuso organizar todos los documentos que tenían en la biblioteca. Durante este proceso, hubo dos cosas que la marcaron: “Una de las primeras cosas fue una encuesta que se hizo con sobrevivientes Hibakusha en toda Sudamérica; personas que vivían Argentina, Perú, Brasil y Paraguay. Fueron aproximadamente 200 testimonios de ese día. Este encuesta era de 1987, y para ese entonces estos documentos se estaban tornando amarillos. Entonces, me dispuse a leer una por una. Conforme iba leyendo no podía creer lo que decían cada una de esas páginas, mi cuerpo empezó a temblar conforme leía, fue un impacto tremendo”, recordó la mujer.
La segunda cosa fue el video realizado por un periodista que estuvo en Hiroshima en septiembre de 1945, un mes después que cayó la bomba: “Él llegó a Hiroshima para registrar un video con las consecuencias de lo que dejó la bomba. En el video se veían cosas que no podríamos imaginar. Porque el día que cayó la bomba en Hiroshima, no sólo había militares, había niños, ancianos, muchos civiles. Y de repente a las 8:15 aproximadamente, se liberó una onda de calor que superó los 3000° C y que dejó todo calcinado; una onda de choque, y radioactividad por doquier. En sólo un momento miles de personas murieron, pero hubo los que sobrevivieron a esa onda de calor: personas que tenían el cuerpo quemado y les colgaba la piel porque se les estaba cayendo, gente a la que se le habían caído los ojos de las cuencas o que tenían que cargar sus intestinos mientras andaba. Todas estas personas sólo sentían mucha sed, así que caminaban pidiendo agua. En este video también se veía a un niño que no podía hablar, pero estaba tratando de llamar a su mamá. Cuando vi eso no podía dejar de llorar y tenía mucha rabia, pensaba por qué habíamos dejado que eso pasara”, recordó Junko.
Después de esta experiencia, ella misma se dio cuenta que también es una Hibakusha, y sintió la responsabilidad en dar a conocer, de compartir con la gente lo que pasó ese día, para evitar que eso vuelva a suceder, y tener un mundo libre de armas nucleares: “Yo quizás no tengo recuerdos propios de lo que pasó ese día, sin embargo, sé lo que pasó, tengo conocimiento, y siento que es algo que tengo que transmitir a las demás personas”, concluyó Junko.