Roly Baró, Horacio López y Oche Califa: «Raúl González Tuñón fue un organizador de poetas»

Con material de archivo, múltiples testimonios y pasajes biográficos, la película que se verá desde este jueves 17 en el Cosmos UBA aborda al gran poeta y periodista: «Fue un viajero, un aventurero; nunca le interesó lo material, y eso tuvo un precio.»

Raúl González Tuñón, notable poeta y periodista, fue uno de los hombres esenciales que dieron la poesía argentina y latinoamericana. Tenía tan solo 20 años cuando publicó sus primeros poemas en Caras y Caretas. Y en 1923 formó parte de Proa, revista fundada por Jorge Luis Borges. Posteriormente se desempeñó como periodista en el diario Crítica, y llegó a ser corresponsal en la Guerra Civil Española. Es considerado por muchos como uno de los fundadores de la corriente moderna de la poesía urbana. De fuertes convicciones políticas, se afilió al Partido Comunista y fue un activo militante. Su primer libro, El violín del diablo, fue publicado en 1926, y el segundo, Miércoles de cenizas, en 1928. En Madrid estableció relaciones de amistad con Pablo Neruda, Federico García Lorca y Miguel Hernández. Cuando finalizó la Guerra Civil se fue a Chile, con su mujer, y compartió vivienda con Neruda. Ambos fundaron la sede chilena de la Alianza de Intelectuales para la Defensa de la Cultura, organización antifascista surgida del Congreso de Escritores de Valencia.

Este es solo un resumen de la vida del «Poeta de Buenos Aires» y algunos de estos aspectos se pueden ver en Demanda contra el olvido. Poesía y Aventura en Raúl González Tuñón, documental sobre este viajero incansable, cuya obra marcó a varias generaciones en la Argentina y América Latina. El film reconstruye su figura a través de archivos, testimonios y pasajes biográficos que recorren una vida apasionada, creadora y comprometida. Es una idea original de Roly Baró (también productor), con dirección de Horacio López y guión también de López, con la colaboración de Oche Califa. María Fernanda Alle, Jorge Asís, Jorge Boccanera, Oche Califa, Juan Carlos “Tata” Cedrón, Adolfo “Fito” González Tuñón, Eduardo Álvarez Tuñón, Jorge Monteleone, Leyre Ochoa Catalán, Joan Queralt y Geraldine Rogers brindan sus recuerdos y testimonios sobre este actor de enorme gravitación en la poesía hispanoamericana del siglo XX. Algunos de ellos lo hacen sentados a una mesa de café de amigos. Demanda contra el olvido se estrena este jueves 17 a las 17 en el Cine Cosmos UBA (Corrientes 2046).

«Durante muchos años tuve siempre como una fantasía que Tuñón no fue un poeta que haya sido más conocido popularmente. Sí fue un hombre de la academia y de las escuelas, pero no tan popular. Siempre me pregunté por eso», cuenta Roly Baró en la entrevista con Página/12, de la que también participan López y Califa. Un amigo de Baró que participa de la película, Joan Queralt, le envió una definición: «Sobre la cuestión de cómo pudo influir el carácter de Raúl en su mayor o menor notoriedad como poeta, para mí existe una razón central. Raúl no conocía el sentido de la ambición en ningún terreno de su vida. No conocía, no sabía ni sentía esa pulsión, ni en lo económico, ni en lo que podría llamarse la carrera profesional, fuese la poesía o el periodismo. Jamás le interesó nada de lo que podemos llamar material. Y eso, ayer, hoy y en el futuro, tiene un precio».

-¿Creen que a través de los testimonios la película permite conocer las distintas facetas creativas de Tuñón?

Horacio López:-Sí. Obviamente que se trata de una charla en un café, en la que vienen los testimonios. Y esos testimonios dan una idea de la variedad, de la multiplicidad de actividades que encaró el poeta y periodista Tuñón a lo largo de su vida. Y los escenarios también históricos en los que participó activamente Tuñón. Es una vida muy rica, una vida que excede mucho lo que pudimos captar en el documental.

-¿Se puede decir que Tuñón fue de los pocos que logró hacer confluir el periodismo con la poesía?

Oche Califa: -Sí. Eso es muy interesante. Antes de eso, yo tengo un matiz respecto del argumento del por qué Tuñón está y no está. Aunque lo que nos está pasando es que nosotros pateamos una baldosa y aparece un tuñoneano. Pero yo creo que la humildad, palabra que mencionan un par de testimoniantes en el documental, en realidad, me parece que está respaldada en la convicción personal de Tuñón de que él había hecho algo que tenía un valor y que eso era suficiente. De todos modos, no contradice lo que dice Joan Queralt. Tuñón -y lo dice bien en el documental Geraldine Rogers, que se ocupó en estudiar eso-, no entró con fastidio al periodismo, como ha pasado en otros casos con poetas, con escritores que han entendido al periodismo como una especie de carga inevitable para la vida laboral. Tuñón, por el contrario, entró de manera muy entusiasta y aprovechó todo lo que el periodismo le daba de información, de vivencias. Como dice Geraldine, «contaminó» su poesía con eso, en el buen sentido. Así que sí, Tuñón de ninguna manera renegó ser un periodista y, además, el periodismo de él le permitía otra cosa que fue su pasión: la aventura. Tuñón es un viajero y un aventurero. Va a cubrir la guerra del Chaco en avión. El avión se cae, se salvan el piloto y él. Va a la Guerra Civil Española. Va a cubrir cuando se inaugura el Correo aéreo de la Patagonia, que había que ir a la Patagonia en esos años. Y todo eso le apasiona. Y ya incluso de grande viaja a destinos difíciles. Tuñón tiene una faceta de aventurero que el periodismo le permitía y que luego aparece en su poesía.

-¿Se puede decir que Tuñón creaba poesía a partir de la lectura política de la realidad?

Roly Baró: -El tenía una relación con el pasado y el presente y el futuro: lograba en el pasado interpretar el futuro. Era un personaje muy rico y escribía sobre lo que veía. Hay una citación de Dardo Cúneo, que fue el presidente de la SADE en el ’73, cuando le dieron un premio, que habla de los ojos de Tuñón. Y varios hablan de la mirada. Como que él tenía una mirada y veía cosas que otros no veían. Y lograba escribir con eso. Era un poeta muy comprometido.

-¿Esa crítica mirada social que tenían sus escritos visibilizó una voz ausente en la poesía argentina?

H. L.: -Yo creo que sí. Así lo dijeron poetas grandes, Neruda, Octavio Paz, que lo definió como «el Rubén Darío de la poesía social». El compromiso político de él con la poesía estaban indisolublemente unidos a lo largo de toda su carrera, incluida la etapa final, cuando él fue como jurado al reciente Premio Casa de las Américas de Cuba y, de alguna manera, refrendó un movimiento social, una lucha y un gobierno que estaba recién emergiendo. Fue un compromiso largo.

O. C.: -Además, pensemos que son los años de la generación del ’60, de la revista y editorial La Rosa Blindada, del grupo El Pan Duro, donde estaba Juan Gelman, a quien le prologó su primer libro. Lo tenían como un maestro mayor, encumbradísimo. De hecho, utilizaron el nombre de un poema de Tuñón para colocarle a la revista, que es «La Rosa Blindada».

-Mencionaste antes el tema este de la aventura en el periodismo. ¿Qué significó en su profesión periodística haber sido corresponsal en la Guerra Civil Española?

O. C.: -En la experiencia española hay dos viajes y dos permanencias. Primero cuando ganó la República, luego él regresó y volvió a ir cuando la situación empezó a ponerse espesa y se retiró cuando ya la República estaba a punto de caer. Se retiró con Neruda y ambos fueron a Chile, donde Tuñón permaneció varios años. No había que mandarlo, él quería ir.

-¿Ustedes coinciden en esta categorización que se da en el documental de «poesía social «en Tuñón?

O. C.: -Pero no es solamente un poeta social. Lo que pasa es que hay una dimensión que él ocupa donde se visibiliza mucho eso, pero es el poeta del sueño y es el poeta romántico de un libro fundamental en él, que es La calle del agujero en la media. Es un poeta elegíaco, es un poeta que habla de las cosas idas. No solamente, pero indudablemente la dimensión social de su poesía ha pasado a primer plano.

-En el documental dicen que no era un poeta del pasado, sino del futuro. ¿Esto tiene que ver con el sentido revolucionario de su ideología?

R. B.: -Sí, claro que es así. Y eso también se expresa en el documental, creo que lo dice Monteleone: en esencia él era un progresista porque lograba incorporar aspectos del pasado con el futuro. Era un hombre convencido de que había un futuro mejor para la Humanidad, estaba absolutamente convencido. Él pensaba que eso iba a ser posible. Pero a mí me gustaría resaltar un aspecto más que es el Tuñón en el mundo de los poetas. Era un personaje muy querido. Por ejemplo, el caso de Miguel Hernández: era un poeta de Orihuela, un pueblo de formación católica. Todos sus poemas eran vinculados a la estética religiosa y toda la influencia de Tuñón es que lo hace otro poeta, lo hace un poeta con contenido social. Y se expresa en el documental cuando en la primera despedida, él escribe ese hermoso poema cortado de un mantel de papel y habla de los cinco Raúles. Eso que pasó con él, pasó con la generación de los ’60. Todos lo fueron a buscar a él, Mangieri, Gelman, Urondo. Él era el presidente honorario de la revista. Era un hombre grande, tenía 50 y pico de años, o 60, y todos tenían 20, 30. Era un personaje que formaba a otros poetas, que los poetas se iban a enfocar. Era un personaje muy abierto, muy humano.

H. L.: -Yo lo veo también como un organizador de poetas. De hecho, cuando él fue por primera vez a España, formó parte de un núcleo de intelectuales, poetas y artistas que se pronunciaron a favor de la República Española. Desde ese punto de vista, mantuvo una actitud organizadora respecto de otros poetas. Se ve antes, cuando el golpe cerró el diario Crítica, donde él trabajaba, y él formó una revista contra, donde le dio lugar a muchos intelectuales de esa época, una revista contra el Estado. Lo llevaron preso por un poema que se llama así, «Contra». Tenía un aspecto que no hay que soslayar, que era el de organizador.

O .C.: -Sí, fue el único argentino presente en el Primer Congreso de Intelectuales en defensa de la Cultura que se hizo en París. En el segundo, que se hizo en España, como había otros argentinos, eran algunos más. Pero el que habló en nombre de los latinoamericanos fue Tuñón, el que tomó la palabra.

-¿La ficción literaria le permitió hablar de temas que tal vez no hubiera podido de manera directa?

O. C.: -Bueno, eso es un poco difícil de afirmar así, tajantemente, pero de todos modos, Tuñón no se ahorró de opinar de lo que quisiera. Yo creo que muchas veces prefirió, o se sintió mejor como poeta, pero las veces que tuvo que hablar con definiciones políticas, lo hizo.

H. L.: -La obra periodística de él estaba muy cruzada por sus opiniones políticas, hasta podríamos decir que se fue formando en ese contacto social con la realidad, desde temprano cuando fue a la guerra del Chaco como corresponsal y escribió una poesía sobre los chicos de poca edad, de 14, 13 años, que mandaban a la guerra. «La pequeña brigada» llamó a ese poema y estaba haciendo un registro primero periodísticamente, que después lo iba a convertir en poesía.

-¿Era considerado «el gran poeta de Buenos Aires» porque fue un gran intérprete expresivo del sector urbano marginal?

O. C.: -Tuñón perteneció a una generación de poetas cuyo tema era la ciudad. Como bien dice Jorge Monteleone en el documental, hay un antecedente que fue Baldomero Fernández Moreno, pero luego casi hay como un reparto de zonas y de barrios en los poetas de la generación. Por ejemplo, Borges hablaba siempre de Palermo, César Tiempo hablaba del Once porque además era judío. Y Tuñón eligió el puerto, que es el lugar de movilidad: los que entran, los que llegan, los que se van, era el lugar ideal para él. Pero, además, Tuñón registraba a las personas, la multitud, los inmigrantes y les cedía la palabra. Estos personajes hablaban en su poesía.

-¿Cuál creen que fue el mayor aporte de Tuñón a la literatura?

O. C.: -Yo creo que él encontró un tipo de entonación, una palabra que utiliza muy bien una placa que hay en la puerta de la que fue su casa natal. Hay una entonación de Tuñón, que es absolutamente argentina, rioplatense, que lo caracteriza. Es muy fácil darse cuenta de que es un poema de Tuñón. Hay una forma de hablar que es muy propia de él y, sin embargo, el lector siente que también pertenece a ese mundo de lenguajes. Eso es muy importante. Si uno pensara nada más que temáticamente a la poesía, lo cual es un modo un poco restringido de mirarla, vería cuántos mundos él encuentra para evocar, para señalar: desde el París de las vanguardias a la España de la guerra civil. La Argentina, en toda su extensión: poemas en La Rioja, poemas en la Patagonia, por supuesto en la Ciudad de Buenos Aires. Hay un libro de él muy conocido que se llama A la sombra de los barrios amados. Pero ese registro tan amplio no es de un poeta que tocó una sola cuerda. Incluso tocó la cuerda de la canción y lo hizo, a veces, a través de un personaje que inventó, que también es una ocurrencia significativa: Juancito Caminador.

H. L.: -Obviamente que la dimensión que él tiene en la poesía política en Argentina es relevante también. Quizá hoy, o a la instancia del tiempo eso haya predominado, pero también la obra poética en sí es muy fuerte, la letra de él es muy fuerte. Lo que yo sí quisiera evocar ese hermoso poema, probablemente uno de los más lindos de la lengua castellana, que es «Lluvia»: «Entonces comprendimos que la lluvia también era hermosa», así comienza, y es realmente conmovedor, no importa cuándo lo leas.

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