No lo ocultan: Casi todos los jóvenes ya usan inteligencia artificial para estudiar

Una nueva encuesta expone lo que muchos docentes sospechaban: la Generación Z no solo convive con la inteligencia artificial, sino que la utiliza masivamente para estudiar, redactar ensayos y aprobar exámenes. ¿Es una revolución educativa o un síntoma de crisis en los métodos tradicionales?

Para los adolescentes y universitarios nacidos entre finales de los noventa y comienzos del nuevo milenio, la inteligencia artificial ya no es una novedad. Es una herramienta cotidiana, integrada al día a día académico. Un informe reciente revela cuán extendido está su uso, y plantea preguntas urgentes sobre el futuro de la educación, la evaluación y el aprendizaje crítico.

Una nueva normalidad en las aulas digitales

Según datos de ScholarshipOwl, el 97% de los estudiantes encuestados en EE. UU. ya ha utilizado herramientas de inteligencia artificial en contextos educativos. De los más de 12.000 jóvenes consultados, dos tercios afirmaron usar IA para estudiar, más de la mitad para preparar exámenes, y un tercio incluso para redactar ensayos completos antes de ingresar a la universidad.

Las plataformas más mencionadas incluyen ChatGPT, Grammarly, Brainly, Quizlet y Google Gemini. Para muchos, estas aplicaciones no solo aceleran los tiempos, sino que también optimizan recursos. Algunos estudiantes combinan hasta seis herramientas a la vez, integrándolas como una extensión de su rutina escolar.

Y como era de esperarse, TikTok y otras redes sociales amplifican esta tendencia, con tutoriales virales que muestran cómo automatizar tareas o escribir ensayos en minutos. Lo que antes era considerado trampa, hoy se presenta como eficiencia digital.

¿Atajo inteligente o pérdida de pensamiento crítico?

Pero no todo son elogios. Investigadores del MIT advirtieron sobre los efectos secundarios del uso intensivo de IA en el aprendizaje. Según un estudio reciente, los estudiantes que delegan en herramientas como ChatGPT la redacción de sus textos tienden a mostrar menor actividad cerebral, reduciendo su capacidad analítica y comprensión profunda.

Lejos de proponer una cruzada contra la tecnología, el informe señala un problema estructural: la forma en que enseñamos y evaluamos no se ha adaptado al nuevo entorno digital. Richard Clark, de Georgia Tech, lo resume así: “No es cuestión de culpar a los alumnos, sino de reformular el sistema. Seguimos evaluando como en el siglo XX, pero vivimos en otro paradigma”.

Un dilema que apenas comienza
El uso de IA entre estudiantes no parece un fenómeno pasajero, sino un cambio cultural profundo. Y aunque las herramientas digitales puedan democratizar el acceso al conocimiento, también obligan a repensar qué significa realmente aprender. En ese dilema se juega el futuro de la educación.

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