El secreto de Mercedes: por qué hacer rodar un coche eléctrico a 300 km/h durante una semana cambió las reglas del juego

Mercedes sorprendió al mundo con un prototipo eléctrico que recorrió el equivalente a una vuelta completa al planeta sin detenerse. La hazaña no buscaba espectáculo, sino validar tecnologías que podrían transformar el futuro de la movilidad eléctrica y redefinir cómo entendemos la velocidad, la autonomía y la resistencia.

Cuando pensamos en récords automovilísticos solemos imaginar velocidad punta o carreras vertiginosas. Sin embargo, Mercedes ha demostrado que la verdadera prueba de fuego para un coche eléctrico no está en un instante de gloria, sino en la capacidad de mantener un ritmo imposible durante días. Lo que ocurrió en la pista de Nardò no fue una exhibición cualquiera, sino un ensayo general del futuro.

El heredero del mítico C111
El Mercedes Concept AMG GT XX nació como homenaje moderno al legendario C111 de los años sesenta. Con 1.360 CV, tres motores eléctricos de flujo axial y una aerodinámica de 0,198, se presentó como el Mercedes-AMG más potente jamás diseñado. A primera vista era un prototipo radical; en realidad, era un laboratorio rodante destinado a romper moldes.

Ocho días sin descanso, un mundo recorrido

En la pista circular de Nardò, en Italia, el GT XX se enfrentó a su gran desafío: rodar a 300 km/h sin pausa. Durante 7 días, 13 horas y 24 minutos completó 40.075 kilómetros, lo que equivale a dar la vuelta al mundo. Y no se detuvo ahí: superó las 25.000 millas y batió 25 récords de larga distancia.

El método fue tan simple como implacable: piloto al volante, velocidad constante, recargas ultrarrápidas a 850 kW y de nuevo al asfalto. Día y noche, vuelta tras vuelta, hasta alcanzar las 3.177 en total.

El poder oculto: refrigeración y recarga
La clave de la hazaña estuvo en la ingeniería invisible. Mercedes instaló un sistema de refrigeración por líquido capaz de enfriar selectivamente cada componente, conectado a radiadores principales y auxiliares. Así evitó el sobrecalentamiento incluso en condiciones extremas.

Para las recargas, la marca construyó su propia infraestructura: líneas eléctricas, transformadores y cargadores de hasta 2,5 MW. Este ecosistema permitió mantener el coche en pista sin interrupciones, demostrando que la velocidad y la resistencia no dependen solo de la batería, sino de toda una red de soporte.

Más que un récord, un mensaje
El Concept AMG GT XX no saldrá a los concesionarios, pero su misión era otra: mostrar hasta dónde puede llegar la tecnología eléctrica cuando se combina potencia, eficiencia y resistencia. Mercedes ha dejado claro que el futuro no pasa únicamente por autonomías largas en condiciones normales, sino por coches capaces de soportar exigencias extremas.

Lo que parecía un simple ejercicio de velocidad ha terminado revelando el plan oculto de la marca: transformar la percepción del coche eléctrico de un vehículo frágil y limitado a una máquina capaz de enfrentarse al mundo, literalmente.

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