El orgullo de ser un cazador

El capitán Nicolás Treggia, actual cursante del Curso de Comando y Estado Mayor y piloto del sistema de armas OA/A-4 AR “Fightinghawk”, cuenta, en primera persona, desde cómo le nació esta vocación hasta los desafíos actuales. “El piloto de caza debe distinguirse por su permanente inquietud en la búsqueda de nuevas tácticas”, dijo.

Capitán Nicolás Treggia.

BUENOS AIRES.- Un 22 de junio de 1931 el capitán Alfredo Pérez Aquino, el entonces jefe de la Base Aérea Militar “El Palomar, agrupó a las diferentes escuadrillas y creó el Grupo I de Caza, años más tarde por medio de la Resolución N° 461/190, se instituyó oficialmente el “Día de la Aviación de Caza”.
En este día tan particular para la Fuerza Aérea Argentina, la Escuela Superior de Guerra Aérea entrevistó al capitán Nicolás Treggia, actual cursante del Curso de Comando y Estado Mayor y piloto del Sistema de Armas OA/A- 4 AR “Fightinghawk” quién nos cuenta en primera persona desde cómo le nació esta vocación hasta los desafíos actuales.
El oficial Treggia es oriundo de la Provincia de Córdoba, eso fue determinante para que este oficial hiciera de surcar los cielos, su pasión y su profesión: “Soy cordobés y como saben, Córdoba es la cuna de los pilotos militares argentinos; de niño escuchaba pasar arriba de mi casa los aviones escuela en circuito de tráfico, tuve familiares militares de profesión, fui a una escuela secundaria técnica aeronáutica (IPEM 251 GAC). Pero lo más divertido era cuando subía al techo de la casa de mis padres y abrazado al tanque de agua, escuchaba y veía los ataques simulados de los aviones Mirage y A-4 B/C, cuando venían a diversas demostraciones aéreas, todo fue como un combo perfecto que fue moldeando mi deseo de ser militar y volar”.
La formación para llegar a ser piloto de caza es larga, ardua y requiere de una gran dedicación y trabajo. Si bien el primer paso es superar cada etapa académica, la vocación no puede faltar: “Esto solo se logra teniendo una de las actitudes que distinguen al piloto de caza y es ese deseo permanente de ser más. Luego de cuatro años de intensa formación en la Escuela de Aviación Militar (EAM) y habiendo obtenido el apto psicofisiológico, pasé a la etapa de formación como aviador militar en el Grupo Aéreo Escuela, en donde se adquieren los conocimientos y cualidades de vuelo necesarias para avanzar al siguiente escalón, en el que se obtiene la especialidad de Caza, Transporte o Helicóptero. En particular para llegar a ser un piloto de esta especialidad, no basta con desearlo, hay que destacarse en cualidades de vuelo y mérito de calificaciones en general”.
Sin embargo, la formación del aviador militar nunca se da por finalizada. Una vez designado a volar en un escuadrón operativo: “el piloto de caza debe distinguirse por su permanente inquietud en la búsqueda de nuevas tácticas e investigación de nuevos armamentos, de manera tal de explotar al máximo las cualidades del avión que opera y así estar a la altura de las circunstancias cuando la Patria lo demande, o bien para mantener el adiestramiento con altos estándares de calidad. Es decir, una vez finalizado el CEPAC, la capacitación es intensa y permanente”.

La formación para llegar a ser piloto de caza es larga, ardua y requiere de una gran dedicación y trabajo.

Cuando la experiencia lo es todo
Llegar al límite superior de esta carrera, no solo requiere de preparación académica, sino también, de tener la capacidad de obtener con el paso de los años, experiencias que avalan el profesionalismo del piloto: “Si hay algo maravilloso que posee esta especialidad son la gran cantidad de experiencias adquiridas y compartidas con diferentes grupos humanos, de los cuales he aprendido muchísimo. Si tengo que destacar una, creo que participar del ejercicio internacional Salitre 2014 en Antofagasta, Chile, fue la más relevante. En donde el escuadrón del cual formaba parte desplegó con aeronaves y personal de otras especialidades como veedores del ejercicio. En aquella oportunidad Argentina fue reconocida por su desempeño a pesar de sus limitadas capacidades. Esto demostró una vez más la alta calidad de la formación de nuestros pilotos, el trabajo en equipo tanto de oficiales como de los suboficiales, pudiendo operar con estándares OTAN y en idioma inglés, sin ningún tipo de inconveniente”.
El desempeño y coraje puesto de manifiesto por los pilotos de la Fuerza Aérea Argentina en las distintas batallas aéreas libradas en Malvinas en el año 1982, fue lo que permitió que los pilotos argentinos obtengan un reconocimiento internacional, no sólo por las técnicas de vuelo empleadas, sino también por los valores y principios puestos de manifiesto: “El accionar de nuestros héroes de Malvinas abrió las puertas para que pilotos militares argentinos seamos requeridos para distintas etapas de formación de aviadores de otras fuerzas aéreas muy importantes en el mundo, como lo son la Fuerza Aérea de los Estados Unidos, Italia, Brasil, Perú, España. Particularmente he tenido la gran responsabilidad de representar a la Argentina como Instructor Piloto en la Academia General del Aire (AGA) del Ejército del Aire de España en Murcia. Hace 25 años que pilotos de combate argentinos formamos parte del equipo de instructores en España, tanto en la AGA como en su escuela de caza en Talavera. En este sentido quiero destacar que la calidad en la formación como profesionales militares y pilotos obtenida en Argentina, sigue permitiendo este tipo de representaciones a nivel internacional. Aquellos valores y virtudes demostradas en el 82 se siguen transmitiendo de generación en generación”.

En particular para llegar a ser un piloto de esta especialidad, no basta con desearlo, hay que destacarse en cualidades de vuelo y mérito de calificaciones en general

Con toda esta experiencia adquirida, el capitán Treggia afirma que ser piloto de caza implica afrontar desafíos tanto profesionales como personales: “Es una carrera vertiginosa, por un lado está lo rutinario de los procedimientos, pero por el otro nos encontramos con una serie de despliegues operativos, ejercicios de tiro, integradores, diversos compromisos asumidos por la institución y misiones de adiestramiento en general, que demandan horas de planificación y gestión de medios. El haber llegado a ser Jefe de Sección fue uno de mis grandes retos profesionales, en el que uno pasa a ser responsable por la vida de su numeral”.
“Por otra parte, la situación que hoy está viviendo el mundo, por el virus COVID-19, es un gran desafío para todo el personal de la institución, y la Fuerza Aérea Argentina, una vez más ha demostrado la versatilidad en su rápida adaptación a nuevas formas de operar. Es para destacar particularmente que la Escuela Superior de Guerra Aérea en dos días pasó de una etapa presencial a virtual, cumpliendo su planificación y dictado de clases sin mayores problemas”.
Por último, este piloto de caza aprovechó la ocasión para destacar el profesionalismo de una camarada, la teniente Sofía Vier, quien marcó un hito en la historia aeronáutica por ser la primera oficial femenina en superar las exigencias del CEPAC: “El caso de esta oficial demuestra que cuando uno lucha por los sueños y deseo de servir a la Patria, no hay barreras más que las que uno mismo se impone”.
Fuente: Fuerza Aérea Argentina.