El coche que arruinó a Matra y que Europa no quiso ahora tiene revancha. El Renault Avantime cumple 25 años y Estados Unidos lo espera con los brazos abiertos para convertirlo en un auto de culto

El Renault Avantime nació como un experimento adelantado a su tiempo y murió como un fracaso monumental. Pero las paradojas de la industria tienen estas vueltas: ahora que cumple 25 años, una ley estadounidense nacida de una vieja batalla con Mercedes permitirá importarlo sin restricciones. El coche que Europa rechazó podría convertirse en un futuro clásico americano.

En 2001, Renault presentó un coche que nadie supo dónde colocar. ¿Era un monovolumen? ¿Era un cupé de lujo? ¿Era ambas cosas a la vez? El Avantime intentó anticipar el futuro, pero lo hizo en un momento en el que el público aún no estaba preparado para semejante rareza. Vendió tan poco que arrastró a Matra, su fabricante, al precipicio. Y sin embargo, 25 años después, ese mismo coche vuelve a escena gracias a una norma estadounidense que le abre una segunda vida inesperada.

Un monovolumen-cupé que llegó demasiado pronto

Cuenta Xataka que el Avantime nació con la obsesión de mezclar dos mundos: la amplitud de un monovolumen y la estética de un cupé de tres puertas. Era una idea fascinante… y condenada desde el inicio. Su diseño original, el CoupéSpace de 1999, prometía un coche para gente que no quería un coche normal. Matra —una marca especializada en deportivos— se encargó de fabricarlo con soluciones tan extravagantes como puertas de 1,4 metros y 50 kilos cada una, montadas sobre una bisagra doble que parecía ingeniería aeroespacial.

Sus medidas también desconcertaban: 4,64 metros de largo, 1,63 de alto y una masa que hacía sudar a cualquier motor. Aunque empezó con un V6 de tres litros y 207 CV, Renault añadió luego un 2.0 turbo y un diésel 2.2… pero nada logró salvar las cifras de ventas.

El público no entendió el concepto. Las marcas todavía vivían la resaca de los monovolúmenes y los SUV estaban apenas asomando. El Avantime costaba demasiado, pesaba demasiado y se fabricaba en un momento demasiado poco oportuno. Y así, de las 80.000 unidades que Renault había soñado producir, solo salieron 8.557. Fue un fracaso morrocotudo. Y uno que se llevó por delante a Matra Automotive.

La culpa, curiosamente, fue de Mercedes

El giro inesperado viene ahora. Estados Unidos tiene una ley peculiar que regula la importación de coches extranjeros: la famosa “norma de los 25 años”. Y su origen se remonta a una guerra silenciosa entre Mercedes y el mercado gris estadounidense de los años 70 y 80.

Miles de conductores compraban Mercedes directamente en Europa, mucho más baratos que los vendidos oficialmente en EE.UU. En 1985, se importaron 60.000 coches europeos por esa vía, y uno de cada cinco Mercedes matriculados no venía del canal oficial. La marca alemana protestó. Demostró que algunos coches adquiridos en el mercado gris habían sido modificados de forma insegura —incluido un 500SEL sin airbags que debía tenerlos— y presionó al Congreso.

Ganaron. En 1988 nació la Ley de Cumplimiento de Seguridad de Vehículos Importados, que prohibió estas importaciones… salvo una excepción: los coches de más de 25 años quedarían libres de restricciones al ser considerados “clásicos”.

Ese resquicio legal es exactamente el que el Avantime necesitaba. En 2026 cumplirá los 25 años desde su lanzamiento, lo que significa que cualquiera en Estados Unidos podrá importarlo sin papeleo especial. Un coche enorme, excéntrico, cómodo y con un V6 gasolina: difícil imaginar un perfil más alineado con el gusto americano.

Un fracaso europeo que podría ser un clásico americano

El mercado estadounidense valora lo inusual, lo grande, lo extravagante y lo que tiene buena historia detrás. El Avantime cumple con todo eso. Su producción cortísima, sus líneas imposibles, sus puertas gigantes y su techo de cristal sin pilar central le dan ese aire de unicornio automovilístico que triunfa en subastas, colecciones y garajes de entusiastas.

Y, sobre todo, no es caro. En Europa hay unidades por precios sorprendentemente razonables para un coche tan escaso. Si empieza a importar, es probable que suba rápidamente de valor, igual que ocurrió con otros fracasos que décadas después se convirtieron en piezas de culto.

Renault nunca quiso lanzarlo oficialmente en Estados Unidos, pero la ironía del destino es clara: ahora que la marca ya no lo fabrica, ahora que Matra ya no existe, ahora que el concepto de “monovolumen cupé” parece ciencia ficción, el mercado donde mejor encajaba —y donde podría haber sido un éxito— está por fin abierto.

El Avantime no fue un coche del presente. Fue un coche del futuro lanzado demasiado pronto. Y quizá, 25 años después, el mundo —o al menos Estados Unidos— esté listo para él. Porque a veces los fracasos más caros acaban siendo los clásicos más deseados.

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