El Centro CONIN, más cerca del propio edificio

El edificio del Centro CONIN Río Grande en el ingreso a Oveja Negra.

Actualmente la ONG atiende a 54 niños de todos los barrios de la ciudad que padecen desnutrición infantil y podrá ampliar sus servicios cuando disponga de sus propias instalaciones. En 2016 el Gobierno nacional destinó 12 millones de pesos para la construcción de un centro modelo en la Margen Sur que estará terminado en pocos meses.

RIO GRANDE.- Desde hace ocho años, la Fundación DAR CONIN trabaja en forma silenciosa combatiendo la desnutrición infantil en Río Grande. Lo hace utilizando la metodología CONIN, que consiste en atender la patología del niño en forma integral, capacitando a las madres para lograr su recuperación plena. Este método, que permitió desterrar la desnutrición en Chile, fue implementado hace 25 años en la Argentina por el Dr. Abel Albino, habiendo logrado en 2016 que el Gobierno nacional lo adoptara como política de estado. Desde esa fecha, la Nación ha fomentado y construido nuevos centros en todo el país, entre ellos, el de Río Grande que será inaugurado este año.

El nuevo edificio está siendo construido sobre un terreno donado por la Municipalidad a la Fundación DAR CONIN de Río Grande, ubicado en el ingreso a Oveja Negra, con fondos gestionados por el Gobierno provincial ante la Nación. “Esto es una muestra de que se pueden hacer grandes cosas juntos” señala la kinesióloga Valeria Ochoa, presidente de la ONG.

Mientras esperan que se culmine la obra, siguen trabajando los sábados durante todo el día en las instalaciones del Centro de Formación Laboral Manuel Belgrano del barrio CAP. Allí se se congregan las madres con sus niños, los profesionales de la salud, asistentes sociales, docentes y voluntarios, obteniendo resultados muy satisfactorios que invitan a persistir en la tarea cada semana.

“Cuando hablamos de desnutrición infantil, hablamos de un cuadro social, sanitario, nutricional que lleva al niño a esa situación. De nada sirve alimentarlo y devolverlo al mismo ambiente. Hay que transformar el ambiente, de modo que toda la familia se vea beneficiada. Por eso nosotros trabajamos sobre la mamá, por un año como mínimo, para que sea ella la que saque adelante a su hijo”, destaca Valeria Ochoa. En Río Grande los casos de desnutrición infantil se detectan a través de los centros de salud, el hospital, los referentes barriales, incluso por las propias madres que asisten a la institución.

El seguimiento de los casos se realiza mediante un equipo interdisciplinario que brinda atención temprana a través de psicopedagogos, fonoaudióloga y kinesiólogos; nutricionista, asistente social y pediatría. Así es como cada sábado, además de realizar los controles médicos; mientras los niños juegan y reciben atención de los profesionales, las madres participan de talleres para aprender a cocinar, a mejorar las condiciones sanitarias de sus hogares, a realizar trámites, aprender oficios y todo lo que necesitan para brindar una vida mejor a sus hijos. También se les entrega todas las semanas un bolsón de alimentos y se las provee de leche especial que necesitan los niños con bajo peso.

“Hay madres que no saben usar la fécula de maíz o no saben cocinar polenta o pescado porque nunca nadie se los enseñó. Ahí aprenden cocinando para todos y luego lo practican en su casa como tarea. De alguna manera CONIN es una escuela para mamás. Muchas mujeres sienten que llegaron a CONIN porque fallaron en algo. Pero nosotros les hacemos ver que lo más grandioso es que el amor por sus hijos las hace volver cada sábado. Eso demuestra lo madrazas que son”.

Los resultados del método son tan buenos, que después de unos meses de participar del programa, las mismas madres ayudan a detectar casos de desnutrición e incluso, colaboran con su entorno divulgando los conocimientos adquiridos.

Hoy tienen 54 niños bajo programa y con ellos, lo están sus madres y sus hermanos que llegan al CAP desde todos los barrios de la ciudad gracias a un transporte que la fundación sostiene con la ayuda de empresas privadas. Sin embargo, la mayoría de las familias viven en los barrios informales de la Margen Sur. “Nunca tuvimos tantos niños como este año. El año pasado eran 30. En realidad, la cantidad de niños que recibimos está relacionada a nuestra capacidad para atenderlos y lo cierto es que este año hemos podido incorporar más profesionales gracias a la colaboración de los gobiernos y aportes privados”.

En julio o agosto estiman que podrán inaugurar el edificio y el Dr. Albino ya comprometió su presencia en ese acto. “Con el nuevo edificio vamos a poder atender toda la semana y eso nos permitirá recibir más chicos y capacitar a muchas más madres”, señala Ochoa.

La Red CONIN está integrada por más de 80 centros en todo el país y todos trabajan de la misma manera adaptándose a los recursos económicos y humanos que cada uno de ellos pueda gestionar. “Tanto el gobierno de Tierra del Fuego como la Municipalidad de Río Grande están siempre pendientes de las necesidades de los sectores más vulnerables y eso marca una diferencia muy grande con lo que sucede en el resto del país”, destaca Valeria, a la vez que aclara que en la provincia no han detectado hasta ahora casos de desnutrición grave que requieran internación.

“La lucha contra la desnutrición es una causa que vale el esfuerzo. Yo sentí que no podía mirar para otro lado y seguir mi vida como antes y todos los que estamos aquí sentimos eso”. DAR CONIN cuenta con 30 voluntarios activos que asisten cada semana a las actividades del centro y otros 30 voluntarios externos que colaboran en la logística, gestión de recursos y en la administración. “Hay que estar ocho, diez o doce horas de un sábado trabajando, dejando a la familia, para dedicarse a una persona que no conocen, pero que saben que los necesita. CONIN se hace con el esfuerzo de cada uno de los voluntarios y los resultados son maravillosos”.