Mauro y Gonzalo no se conocían salvo por trabajar en el mismo lugar. Gonzalo tiene una familia de nueve integrantes y Mauro tenía una casilla, que no habitaba. Como si fuera lo más simple y lógico, la necesidad de uno y la solidaridad del otro, escriben esta historia inusual de favores desinteresados.
RÍO GRANDE.- Llegando diciembre, todos comienzan a hacer preparativos para festejar Navidad, y por qué no, pensar en los regalos. Aunque no era una fecha especial, y no es millonario, Mauro Zafran decidió regalar una casa a una familia que lo necesitaba.
Mauro es empleado en una fábrica, fanático de Racing y aficionado a los deportes. No es millonario, y no es un hombre de muchas palabras. Sin embargo, sus acciones demuestran que entendió que, para hacer una gran obra de bien, solamente hay que saber aprovechar la oportunidad.
Este año se vio en la situación de disponer de una casilla. Y no lo dudó, publicó en el grupo de Facebook ‘Clasificados Río Grande’ que regalaba una casilla. Los comentarios empezaron en seguida. Algunos etiquetaban a sus amigos o conocidos que pudieran necesitar nada menos que un lugar donde vivir, y otros le decían que si era una broma, no estaba buena. Finalmente, a Mauro se acercó Gonzalo, un muchacho que como él es empleado, y tiene una familia muy numerosa.
“La regalé a un chico de limpieza, él trabaja en la fábrica donde estoy. Por lo que me dijo, estaba en una casa que le habían prestado, y tiene como siete chicos así que me imagino que le va a servir”, comenta Mauro sin dar demasiadas vueltas.
En cuanto a los comentarios que le llegaron a partir de este gesto, Mauro reconoce que su acción no es algo que se vea todos los días, pero no considera que sea demasiado destacable: “La verdad no sé, no lo hice con el fin de mostrarle nada a nadie, la di y listo. Y lo que piensen los demás, tampoco me importa. Si dicen cosas, yo sé que es mentira”, comenta con tranquilidad.
Llegado el momento de disponer de la casilla, siempre estaba la posibilidad de venderla o alquilarla, pero en este aspecto Zafran, explica: “La regalé y nada más; porque la casilla pertenecía a mi papá que falleció hace unos años. Él había vivido ahí los últimos años, y después yo la tenía ahí. No la estaba usando y tampoco la quería tirar ni nada. Así que decidí regalársela a alguien que realmente la necesite. Venderla tampoco era el fin, o sea no quería lucrar con eso. Yo tengo dónde vivir, y tengo trabajo, así que creo que con eso, ya estaríamos bien”, repite Mauro .
La otra cara de la historia es Gonzalo. Padre de siete hijos, empleado contratado de una empresa de limpieza. Actualmente a la espera de una renovación de contrato. En sus propias palabras, Gonzalo relata lo sorprendido que quedó cuando finalmente le dijeron que le regalaban una casilla: “La verdad que, una sorpresa. Gracias a eso ahora podemos tener esta posibilidad, porque si fuera de cualquier otra forma es muy imposible. Así que le estoy reagradecido”, comenta Gonzalo.
Y relata: “Yo hace un mes empecé a trabajar ahí, estoy de limpieza. Estoy por un contrato de tres meses. Estoy viviendo de prestado donde estoy, no tenía nada mío, casilla o terreno, nada. Nosotros somos nueve. Mi mujer y siete hijos. Pero ya con esto es un avance bárbaro, porque nunca me imaginé, alguien que me iba a regalar una casilla. Y justo estaba viendo ahí en el Facebook, y vi que era el hombre que trabajaba ahí, y me fui, me acerqué y le pregunté y me dijo que sí. Le expliqué mi situación, y bueno, estoy muy agradecido con el hombre. La verdad que muy pocas personas hay así. Al principio, no creía, porque digo, ‘quién va a regalar una casilla hoy en día’. Ahora tengo que conseguir un lugar donde dejarla y terminar de armarla, porque la vamos a desarmar, y llevarla a donde estamos nosotros, nos prestan un pedazo de terreno para poner la casilla. Este muchacho la verdad espectacular, y no lo conozco hace mucho tampoco. Y la verdad que muy linda la casita. Muy agradecido”.
Mauro y Gonzalo no son mejores amigos, ni siquiera conocidos cercanos, pero tienen en común el hábito de ser solidarios. Ambos donan frecuentemente las cosas de las que disponen, que saben que alguien más podría necesitar.
“Nosotros siempre donamos cosas. No tenemos mucho, pero lo que tenemos compartimos. Si busca en el Facebook, en ‘gracias por donar’, mi mujer Claudia, aunque no es mucho lo que damos, pero siempre algo, como zapatillitas para los chicos, o cosas que a veces nos dan. ‘Para qué tener tanto’ decimos, si podemos dar a alguien que lo necesite”, enfatiza Gonzalo.
Como reflexión, este padre de familia que recibió de un desconocido una gran ayuda, está convencido que dar sin pensar en recibir, vale la pena y tiene buenas consecuencias: “La verdad que sí, es posible ayudar. Siempre hay gente que lo necesita. Y la verdad que todo tiene su recompensa. Estoy todavía sorprendido, y la verdad que un agradecimiento bárbaro con Mauro”.