La maniobra inglesa para “oficializar” su soberanía sobre Malvinas

Reino Unido dice querer sumarse a Argentina y Estados Unidos para ponerle un freno a los asiáticos, pero ¿qué se esconde tras esa intención?

Por Mauro Labombarda.- El pasado 21 de julio de 2025, el funcionario estadounidense Peter Lamelas —designado por Donald Trump como próximo embajador de Estados Unidos en Argentina—, en su discurso ante el Comité de Relaciones Exteriores del Senado, afirmó: “Estados Unidos no reconoce la soberanía sobre las islas (Malvinas), ni para Argentina ni para Gran Bretaña”. Y agregó: “Reconocemos la administración del pueblo británico en la isla, pero mantenemos una posición de neutralidad sobre las islas”.

Para comprender el alcance de esta postura, debemos remitirnos a la Doctrina Monroe y a la relevancia que EE.UU. asigna al Atlántico Sur en el marco de la defensa hemisférica.

Un poco de memoria: la Doctrina Monroe

En 1823, el entonces presidente James Monroe rechazó la propuesta británica de una acción conjunta para defender el continente americano de la amenaza de la Santa Alianza, que pretendía restaurar a los Borbones en sus antiguos dominios. La doctrina que lleva su nombre declara que EE.UU. asumía la defensa del hemisferio occidental sin intervención europea y proclamaba que el continente americano no podía ser objeto de colonización por potencias extracontinentales.

Cuando en 1833 los británicos invadieron las Islas Malvinas, EE.UU. no pudo expulsarlos, ya que carecía de la capacidad naval para enfrentarse a la poderosa flota inglesa. La posición estadounidense fue entonces la del no reconocimiento: no reconoce la soberanía británica, solo la administración de facto. Esa postura se mantiene hasta el día de hoy: EE.UU. admite que existe una disputa de soberanía entre Argentina y el Reino Unido, y se declara neutral.

De regreso al presente

Más de 200 años después, la escena parece repetirse. Los británicos vuelven a pedir una acción conjunta, aunque esta vez la amenaza vendría de Asia y no de Europa.

Un artículo publicado por The Economist el 6 de julio, informa sobre supuestas reuniones secretas entre funcionarios de los ministerios de defensa argentino y británico, con el objetivo de establecer algún tipo de cooperación, junto con EE.UU., para enfrentar la presencia china en la región.

Los supuestos que destaca el artículo

EE.UU. tiene un especial interés en el Atlántico Sur debido a la presencia china.
Argentina, desde la asunción de la nueva administración del presidente Milei, se encuentra alineada con la política estadounidense.
La oposición británica a la compra de armas por parte de Argentina ha llevado al país a evaluar la posibilidad de adquirir equipamiento militar de China.
EE.UU. se opone a esta posibilidad y propone modernizar y reforzar las Fuerzas Armadas argentinas.

Hasta aquí, nada objetable. Pero a partir de estos elementos, los británicos parecerían proponer una política de cooperación con Argentina, mediante la cual pretenden una aceptación “discreta” de su papel en el resto del Atlántico Sur. Esto, incluso si Argentina mantiene su reclamo constitucional sobre las Malvinas. También desean que nuestro país colabore en aspectos prácticos para mejorar la vida de los habitantes kelpers.

A cambio, ofrecen flexibilizar las restricciones impuestas a la compra de armamento.

¿Es conveniente aceptar esta propuesta de cooperación británica?

Estados Unidos y su interés en el Atlántico Sur

EE.UU. ha mostrado en los últimos años un interés creciente en el Atlántico Sur. El paso interoceánico ha cobrado mayor relevancia tras la expulsión de empresas chinas de Panamá.

Además, una gigantesca flota china pesca ilegalmente en el Atlántico Sur, explotando los recursos de nuestra región y privándonos de las ganancias que ello representa.

A su vez, las inversiones chinas en infraestructura se han expandido en el país (dos represas en Santa Cruz, una estación satelital en Neuquén) y se proyectan hacia la Antártida (puerto multipropósito en Tierra del Fuego), lo cual es visto como una amenaza por parte de Washington. Las tres visitas de los jefes del Comando Sur estadounidense a Ushuaia en los últimos años son una señal clara de esta preocupación.

Ante este escenario, la primera pregunta que cabe formular es: ¿realmente EE.UU. necesita al Reino Unido para contrarrestar la presencia china? Si nos atenemos a la Doctrina Monroe, la respuesta es negativa.

Si EE.UU. busca liderar una política hemisférica que beneficie al continente americano y limite las injerencias de potencias europeas o asiáticas sobre nuestros recursos naturales, esa política debería, necesariamente, excluir al Reino Unido.

Reino Unido, ¿del lado de China o de EEUU?

El posicionamiento del Reino Unido en el enfrentamiento global entre EE.UU. y China no es del todo claro. Veamos dos ejemplos:

En el año 2015, bajo el gobierno del Sr. Cameron, el Reino Unido y China anunciaron el comienzo de una Era Dorada de la relación, que incluyó desde el recibimiento con honores reales al Sr. Xi Xinping hasta acuerdos en temas financieros, de infraestructura, tecnología y de energía nuclear.
En el año 2020, bajo el gobierno del Sr. Johnson, el Reino Unido adoptó la tecnología denominada 5G de la empresa Huawei, a la que EE.UU. se oponía por sus vínculos con el partido comunista chino

Si bien esta política fue matizada con posterioridad, no parece que el Reino Unido sea un aliado confiable para enfrentar los intereses chinos en el Atlántico Sur, particularmente cuando las autoridades de las Islas Malvinas otorgan licencias de pesca a la flota china, que depreda nuestros recursos marinos.

Si a Washington no le conviene ni necesita cooperar con el Reino Unido en esta cuestión, tampoco le resultaría beneficioso que Argentina lo hiciera. Precisamente, la vigencia del reclamo argentino de soberanía es lo que permite a Estados Unidos mantener su política de no reconocer la legitimidad de la presencia británica en el Atlántico Sur.

En consecuencia, no sería conveniente para EE.UU. incorporar al Reino Unido en su estrategia hemisférica de contención a potencias extracontinentales. Tampoco lo sería para Argentina. Lo que ofrece el Reino Unido —flexibilizar restricciones a la compra de armamento— es innecesario si EE.UU. está dispuesto a ofrecer esas ventajas. Difícilmente los británicos podrían obstaculizar una decisión firme de Washington de apoyar a nuestro país.

De hecho, cabe preguntarse cuál sería el sentido de cooperar con el Reino Unido para expulsar a China de la región.

Perderíamos las inversiones y obras de infraestructura que China planea desarrollar —las cuales podrían ser muy beneficiosas para nuestra nación— y, al mismo tiempo, estaríamos contribuyendo a que el Reino Unido consolidara su control sobre las Islas Malvinas, legitimando su presencia en el Atlántico Sur. Esta situación resulta contradictoria y perjudicial para nuestros intereses soberanos. Parece absurdo.

Solo podría ser razonable una política de cooperación con el Reino Unido si antes recuperamos nuestra soberanía sobre las Islas Malvinas y el protagonismo en el Atlántico Sur.

Argentina y la integración hemisférica

El verdadero interés de nuestra república debería ser la configuración de una auténtica política continental —del Ártico a la Antártida— integrada exclusivamente por los países americanos. Esta estrategia permitiría implementar una defensa hemisférica de nuestros territorios y recursos, sin injerencias de potencias extracontinentales, sean europeas o asiáticas.

Y creemos que ese es el verdadero temor del Reino Unido, al observar que EE.UU. refuerza su presencia continental: exige la salida de los europeos de Groenlandia, plantea la integración de Canadá a EE. UU., y retoma con presencia militar el control del canal de Panamá. Estas son las razones que explican las recientes propuestas de cooperación del Reino Unido, que esconden —apenas— su intención de evitar un escenario continental que no lo favorece.

Seamos claros: no se trata de que EE.UU. prefiera a Argentina por sobre el Reino Unido, ni que desee ayudar por generosidad. Se trata de un interés histórico de EE.UU., vigente desde el siglo XIX, de implementar una política hemisférica que excluya a las potencias extracontinentales, en este caso, del Atlántico Sur. Esto trasciende la coyuntura actual de competencia con China, la cual es utilizada como pretexto por el Reino Unido para justificar su intento de cooperación en la región.

Las declaraciones del futuro embajador estadounidense en Buenos Aires reafirman que los intereses hemisféricos siguen vigentes en la región y que, en última instancia, la cuestión de la soberanía sobre las Islas Malvinas se discute directamente con Washington.

https://www.canal26.com/internacionales/2025/07/25/presencia-china-en-el-mar-argentino-la-maniobra-inglesa-para-oficializar-su-soberania-sobre-malvinas/

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