
RIO GRANDE.- Lucas Rey, es entrenador de caballos e instructor de salto ecuestre, pero prácticamente se crió con los caballos. Hace cuatro años, a partir de una dura situación personal, descubrió la equinoterapia. “Tuve una bebé prematura. Y a los cuatro meses, cuando ya se había recuperado y estaba todo bien, fallece. Entonces, como método de salida de mi situación personal, de mi estado de ánimo. Y estando yo muy relacionado con el ambiente de los caballos, ya compitiendo y todo, llego a un centro de Actividades Ecuestres para chicos discapacitados”, contó Rey.
Era un mundo conocido, pero a la vez nuevo: “Yo estaba en la competencia pura, donde tiempos, los ritmos, las exigencias son otra cosa. Donde uno se cree que haber perdido un recorrido, o un campeonato, o haber llegado con un caballo lesionado y no poder concursar era lo peor que te podía pasar. Cuando te toca una situación personal así, cambiás la mentalidad”, reconoció el entrenador.
“Y cuando te toca empezar a estar en contacto con padres de chicos que han sufrido muchísimas cosas. Y los ves luchar día a día, por su vida por bienestar. Te das cuenta que la vida pasa por otro lado, y decís, ‘pucha, qué equivocado estaba’. Ahí fue cuando empecé a trabajar en el Centro de Equinoterapia. Empecé como profe instructor de equitación”, relató.
Luego, Rey, se capacitó en el FACET (Fundación Argentina Científica Estable Terapéutica) específicamente en equinoterapia, y empezó a trabajar con los responsables de la salud (psicólogos, fisiatras, terapista ocupacional, profes de educación física) para abordar desde el caballo y con los chicos, distintas patologías.
“Y la verdad, tengo que ser honesto, es la actividad más gratificante que existe. Yo he ido a competencias, tengo una chica que salió campeona nacional. Y te dicen gracias, y todo bien. En cambio con equinoterapia es otro vínculo. Me ha pasado el caso de Elaia, una nena chiquita. Yo estaba parado y me tiraban de atrás de la campera, y me dijo ‘profe, gracias por hacerme la vida más fácil’”, contó Rey emocionado.
Su visión hacia los animales, también cambió: “muchas veces, están los caballos que deportivamente ya no te sirven y vos creés su vida útil terminó. Te das cuenta que tienen para dar pero cantidad de cosas más, de las que hubiesen dado saltando, corriendo o cualquier otra cosa. De hecho, se trata de entrenar a los caballos de forma distinta para la equinoterapia. Tenemos un caballo al que le enseñamos a echarse, para que los chicos puedan tener contacto con él, acostarse arriba, es un intercambio de energía muy importante”, dijo el entrenador.
La equinoterapia, explicó Rey, consta de dos partes: una emocional, donde hay un intercambio entre el caballo y el paciente, el profe. Otra es la parte puramente científica; “está comprobado, que es la biomecánica. Porque el movimiento de sus dorsales es muy similar al nuestro, al humano, cuando caminamos. Entonces, personas con problemas de hemiplegias, o musculares, ACV, muchas cosas, empiezan a tener, cuando empiezan a andar en el lomo del caballo, el estímulo. El cerebro recibe la orden, y aunque no camine, muchos empiezan a mover los dedos de los pies, algunos empiezan a caminar con andadores, por eso las obras sociales tuvieron que reconocer la equinoterapia como tratamiento alternativo”, detalló Rey.