Un muerto por día desde que se desató el COVID-19

En el reporte oficial del viernes y del sábado se consignaron tres nuevos decesos. La primera víctima de la provincia falleció el 17 de junio en Ushuaia y la segunda el 30 de julio en Río Grande. A partir de ese momento, se registra el promedio de una víctima diaria en la ciudad del norte.

RÍO GRANDE.- Cómo se inició el brote nadie lo sabe, pero sin dudas, en menos de dos meses la situación epidemiológica de la ciudad se complicó irremediablemente y las muertes diarias por coronavirus comenzaron a naturalizarse como una consecuencia “razonable” de esta triste realidad.

El artesano Máximo Cardozo fue la primera víctima del virus en Tierra del Fuego. Había retornado a Ushuaia en un vuelo especial de Aerolíneas Argentinas el 25 de mayo. Mientras estaba aislado, se descompuso y se confirmó que tenía coronavirus y a pesar del esfuerzo de los médicos del HRU, el 16 de junio falleció por las consecuencias de la enfermedad.

La segunda muerte por coronavirus se produjo el 30 de julio, 10 días después de que se desatara el brote en Río Grande.  La víctima no llegó al Hospital. Murió dentro de una vivienda ubicada sobre calle Bilbao al 500. Fue identificado como Benjamín Ruiz de 84 años, una persona que padecía problemas coronarios y diabetes.

A partir de esa fecha, ocurrieron 45 muertes más, prácticamente una por día, sin posibilidades a la vista de que la situación se revierta en lo inmediato.

Desde que se desató el brote en Río Grande, la reserva en las identidades de los contagiados al igual que los nombres de los muertos, impidió en principio que las personas tomaran dimensión de lo que significa la circulación comunitaria del virus. Hoy, a casi dos meses de iniciada esta situación, con 2316 casos confirmados y otros 5609 hisopados negativos  ya son pocos los que no tienen un familiar, un amigo o un conocido que haya transitado o visto pasar de cerca la enfermedad, o que no conozca a una de las tantas víctimas que murieron hasta el momento. Dicho de otra manera, la virulencia de los contagios, se hace cada vez más evidente.

No obstante, la necesidad de mantener abiertos los comercios y las actividades económicas, sumada a la irresponsabilidad de quienes omiten las recomendaciones de las autoridades y personal sanitario, hacen que lejos de revertirse, los números siguen creciendo. Hay 35 pacientes internados en sala y 13 en terapia intensiva de los cuales 11 están conectados a un respirador artificial. Otros 5 pacientes están internados en terapia intensiva del CEMEP y 10 en el Centro Municipal de Cuidados para pacientes con síntomas leves.

Preocupa el índice de fallecimientos en la provincia por el coronavirus.