Bajo la consigna “Ser familiar de un genocida no te hace cómplice”, la Secretaría abre una línea de contención para familiares de represores condenados por delitos de lesa humanidad.
Busca asistir a personas que repudian y cuestionan el accionar del familiar genocida y necesiten contención y acompañamiento.
La Secretaría de Derechos Humanos de la Nación abrirá una línea de atención gratuita para familiares de personal de las fuerzas armadas y de seguridad responsables de crímenes de lesa humanidad durante la última dictadura cívico militar en Argentina que repudian y cuestionan su accionar durante ese periodo y necesiten asesoría, acompañamiento psicológico y gestiones administrativas.
La iniciativa surgió a partir de testimonios de nietos y nietas de genocidas, quienes como parte de la campaña contra el negacionismo que viene realizando la Secretaría, relataron la difícil situación que vivieron luego de conocer que sus abuelos eran criminales y estaban siendo juzgados por delitos de lesa humanidad.
“Recuerdo llegar a mi casa del colegio y que mi mamá me diga que mi abuelo estaba preso en San Luis y lo iban a enjuiciar. Fue un baldazo de agua fría porque era una historia que no conocía. En ese momento, uno siente que pierde la identidad y comienza un camino de empezar a saber quién soy y que fue todo lo que paso en mi vida todo ese tiempo. Empezar a vivir con esta verdad es empezar a vivir con la identidad de uno. Empezar a saber quién realmente soy, quién realmente es mi abuelo, cuál es la historia de mi familia, de mi sangre”, contó Augusto De Bernardi.
“Me gustaría que cualquier familiar de genocida pueda dedicarse unos minutos y preguntarse: ¿Quién soy? ¿Qué pasó en mi vida? ¿Qué sucedió en Argentina? ¿Qué hizo mi familiar y qué quiero hacer yo con todo eso, que quiero ser yo con la historia que hay detrás de eso?”, agregó.
María Corvalán, nieta del ex militar ya fallecido Benito Ángel Rubén Omaecheverría, relató que conocer la verdad la alejó de sus familiares, quienes mantienen posturas negacionistas sobre la última dictadura. “Fue un proceso de mucho dolor, mucho sufrimiento, pero al fin y al cabo conlleva la calma y recuperás gran parte de tu identidad. Ser familiar no te hace cómplice ni te obliga a callarte. Les diría que ojalá en algún momento puedan ponerse en pos de la verdad, elegir el camino de los derechos humanos, que es nada más ni nada menos que el camino de la vida”, manifestó.
“A todos los familiares de genocidas que sientan que el silencio les pesa, sepan que hay otra alternativa y que no están solos. Más allá del amor que le puedan haber tenido a esta persona, yo a mi abuelo lo amé y lo quise muchísimo, por eso me costó tantos años romper con esa figura. Tenemos que hablar de todo esto porque corremos un riesgo real de que personas con esa misma ideología vuelvan al poder y puedan perpetrar crímenes de lesa humanidad. No es algo del pasado”, sostuvo Nicolás Ruarte.
“El silencio es complicidad, les sirve a los milicos porque si no hablas en público los están ayudando. No lo hago por valentía, es lo que me permite a mí vivir sin vergüenza. Para nosotros, que somos familiares de genocidas, es vital tener una postura pública, porque si no vemos como esos discursos resurgen”, concluyó.
Los testimonios completos de María, Augusto y Nicolás, que forman parte del Colectivo “Historias Desobedientes: familiares de genocidas por la Memoria, la Verdad y la Justicia”, se podrán encontrar en el canal de YouTube de la Secretaría: youtube.com/sdhargentina.
Para asistir a personas que repudian y cuestionan el accionar de su familiar genocida, la Secretaría habilitó el teléfono 0800-122-5878 o el WhatsApp al 11 4091-7352.
Entrevista a María Corvalán es nieta de un genocida: