Es una de las principales causas de fallecimiento prematuro, con cerca de 40 mil defunciones al año. Cuáles son los síntomas y quiénes deben reforzar los controles.
BUENOS AIRES.- Cada año ocurre una muerte súbita por cada mil habitantes en la Argentina. Estos casos generan conmoción y muchas veces, sorpresa. Como su nombre lo indica, se trata del fallecimiento repentino e inesperado de una persona aparentemente sana. Sin embargo no es un episodio aislado: constituye un evento final vinculado a problemas del corazón que muchas veces se fueron desarrollando durante años en silencio o sin ser debidamente controlados.
En la Argentina la muerte súbita no es reportada como causa de defunción en las estadísticas oficiales, por lo que no hay registro fehaciente de casos. Sin embargo, en base a reportes nacionales y estudios internacionales, desde el Ministerio de Salud de la Nación se estima que provoca más de 40 mil fallecimientos cada año.
A nivel global la incidencia oscila entre los 40 y 90 casos cada 100 mil habitantes. ¿Por qué se dispara a partir de los 45/50 años? “Esto se debe a que la causa más frecuente (80% de los casos) es la enfermedad coronaria y esta se expresa también a partir de esa edad. La segunda causa (15%) es la presencia de miocardiopatías (enfermedades del músculo cardíaco) y su progresión aumenta el riesgo de muerte súbita con la edad. Finalmente existen trastornos de base genética que se expresan como trastornos eléctricos a edades tempranas, que representan el 5% de las causas de muerte súbita cardíaca”, detalla el cardiólogo Ignacio Mondragón (MN 138.590).
Los factores de riesgo
Entre el 21 y el 27 de agosto se realiza en la Argentina la Semana de la lucha contra la Muerte Súbita, con el objetivo de difundir información para crear conciencia y promover acciones de cuidado en la población. Uno de los puntos importantes radica en conocer por qué crece el riesgo de que una persona sufra un episodio de este tipo, cuáles son las señales previas y quiénes deben realizar controles más específicos.
“Las factores de riesgo más pesados son el antecedente de muerte súbita en la familia: en relativos de primer grado es más importante que de segundo grado, sobre todo a edades jóvenes. El tabaquismo es otra causa de muerte súbita ya que provoca enfermedad vascular y está visto que las personas que hacen ejercicio de manera intensa y fuman tienen 9 veces mayor riesgo de muerte súbita. Y si bien el sedentarismo no es un factor de riesgo directo, es importante aclarar que la actividad física es una herramienta clave para otros que sí lo son, como la obesidad y la diabetes”, detalla el doctor Mondragón, que integra el Servicio de Electrofisiología del ICBA.
El doctor Gastón Albina (M.N 83.891), subjefe del mismo servicio, señala que los síntomas más frecuentes son el dolor en el pecho y la falta de aire. “De todas formas, el término de muerte súbita hace referencia a la ocurrencia del evento de manera inesperada. Es decir, no existía una situación que justificara la ocurrencia de dicho evento (la muerte). El segundo elemento al que hace referencia es a la rapidez del desenlace. Tal es así que algunas definiciones hacen referencia a una secuencia de tiempo entre la aparición del síntoma y la muerte, situando esta ventana entre 6 a 24 horas”, desarrolla.
Sin embargo, acota Mondragón, una investigación poblacional de Oregón llamada SUDS (Sudden Unexpected Death Study) detectó que algunas señales precedentes pueden aparecer hasta 4 semanas antes. “En este estudio las personas que consultaron o activaron el sistema de salud tuvieron más chances de sobrevivir a este evento”, destaca.
Rol clave de los desfibriladores
Ante una situación de riesgo de vida, saber actuar y hacerlo a tiempo es la fórmula que puede mejorar la evolución del cuadro. El doctor Mondragón lo explica con una estadística contundente: “En caso de sufrir un paro cardiorrespiratorio, si este es presenciado duplica las chances de sobrevivirlo; y si la persona que lo presencia sabe primero activar el sistema de salud y luego realizar maniobras de RCP las chances se triplican. En esta situación los minutos cuentan, ya que la sobrevida cae minuto a minuto si no se aplica el masaje cardíaco. Este consiste en la aplicación de una fuerza que hunda el pecho unos 3-5 cm y permita la descompresión 100 veces por minuto. Se realizan ciclos de 2 minutos y, de ser posible, se debe cambiar el reanimador ya que esta acción puede generar agotamiento”.
En 2022 finalmente fue reglamentada la Ley de Muerte Súbita, que había sido sancionada en 2015. “Es un gran avance para combatir este flagelo contar con una nueva legislación que determina la obligatoriedad de tener áreas cardioprotegidas y entrenamiento en RCP”, destaca Scazzuso. La norma establece que se debe contar con al menos un desfibrilador automático externo (DEA) en lugares públicos y privados de acceso público en los que haya una concentración o circulación diaria de más de mil personas. Además, define como espacio cardioasistido a aquel que cuente con presencia de personal capacitado, una adecuada señalización y ubicación de los DEA (con sus instrucciones de uso); y un sistema de emergencia médica público o privado, que resulta una pieza fundamental en la cadena de supervivencia ante la emergencia.
En el marco del Día Mundial de lucha contra este problema de salud pública, el doctor Fernando Scazzuso remarca que “la muerte súbita no ataca a cualquiera, solamente a personas con enfermedad cardíaca aunque esta sea desconocida por la víctima”, y concluye que “un estilo de vida saludable y el control de los factores de riesgo son las medidas de prevención más importantes y efectivas para evitar ser sorprendidos por esta situación”.