Presentación de “Vivir Antártida”

Julio César Zoccatelli, estuvo en Río Grande presentando su libro “Vivir Antártida, exploraciones de un Guardaparque”. En más de una ocasión Julio vivió por más de un año en el continente blanco. Hoy, se dedica a compartir su experiencia en cada lugar al que va.

Gigantes Témpanos de Hielo, con restos de piedra, y sedimentos, obras de arte de la naturaleza.

RIO GRANDE.- La presentación arranca con un mapa, es la Tierra, los océanos y continentes, vistos “desde abajo”. “Hay muchas perspectivas para todo, parte de esto es cómo vemos el planeta comúnmente, y cómo lo vemos desde Antártida”, explicó Julio a los vecinos que se acercaron a escuchar su presentación en el Centro de Interpretación de Reserva Costa Atlántica del Municipio de Río Grande.
Desde chico, Julio soñaba con llegar a la Antártida, y explorarla: “Cuando finalmente, estaba ahí en el bote, a punto de tocar suelo por primera vez, pensé ‘esto realmente está pasando’, recordó.
“Creo que tenemos que vivir con ideales, con sueños, con proyectos. Si uno tiene proyectos tiene una planificación de vida, y un objetivo a donde apuntar. A todos nos llaman la atención cosas en la vida; por ahí de chicos, yo tengo mis raíces y mi esencia del Scoutismo, que me dio el perfil de explorador, de investigar, de conocer. De aventurarse y encarar desafíos”, expresó en diálogo con El Sureño.
En Córdoba Julio participó de una capacitación para los estudiantes que junto al título secundario, otorga el aval para ingresar a la escuela de Guardaparques: “Y ahí me dijeron, que ser guardaparque es una cosa, pero, como guardaparque, haber ido a trabajar a Antártida, es un ideal; el mayor desafío. Estar en un ambiente sumamente riguroso, hostil. Y el estar mucho con uno mismo también, que muchas veces pasa que cuesta el estar tanto tiempo a solas”, comentó Zocttelli.
Argentina es el único país con presencia en Antártida que dispone de guardaparques en ese continente: “Guardaparque, o agentes de conservación, no hay otro país que mande a Antártida. En Argentina tenemos a través del convenio entre el Instituto Antártico Argentino, y la Administración de Parque Nacionales, nuestros agentes de conservación. En otros países tenés biólogos, geólogos, de todo como personal científico; que van a hacer distintas tareas. Nosotros, colaboramos asistimos y damos todo el apoyo desde lo logístico y lo técnico, para cumplir con ese rol que nos da el Instituto Antártico de recolectar muestras, y determinados datos del terreno. A veces el personal científico, no está disponible para estas tareas”, explicó el guardaparque.

“En Antártida, la naturaleza está en su estado más silvestre, equilibrado y con menor interferencia del hombre. Allí el hombre no tiene injerencia”


En su charla, Julio resaltó que su trabajo, y su oficina, están a la intemperie. Aún cuando en un año, solo haya 40 días aptos para estar afuera. Esta forma de trabajar, le permitió adquirir un especial aprecio por el equilibrio natural que se da entre los seres vivos y su entorno: “En Antártida, la naturaleza está en su estado más silvestre, equilibrado y con menor interferencia del hombre. Allí el hombre no tiene injerencia”, recalcó.
El mayor predador en la zona de Base Orcadas, es la foca leopardo hay aves como el scuba que predan las pingüineras, y el primer eslabón en esta cadena alimentaria es el krill: “Más allá, que por debajo de él está el plancton. Hay muchísimos trabajos que se realizan solo con el plancton. Solo de ese tema podríamos hablar por horas”, aseguró Julio.
Y agregó: “La naturaleza, por sí sola funciona de manera armónica. Si hombre, como se ha hecho en muchos lugares trae otro tipo de animales, causa impactos que retrotraen el equilibrio logrado en el transcurso de millones de años, llegó a un equilibrio en un ligar tan particular, así que hay pasturas para los herbívoros, hay predadores menores, y mayores. Y en Antártida nosotros trabajamos para mantener ese equilibrio”.
En cuanto al libro, Julio admitió que siempre le gustó compartir sus aprendizajes de vida: “Tengo cinco hijos y ellos les he enseñado todo, lo que aprendí. Siempre les que escuchen al profesor, al vecino, a su compañero, y saquen sus propias conclusiones”, sostuvo Julio.
Durante la primera campaña, ya había pensado en escribir todo lo que estaba viviendo. Pero era su primera asignación, en un ambiente nuevo, y no quiso dedicarse a escribir en ese momento, por no quitar tiempo y atención a otras tareas. Sin embargo en los correos electrónicos que intercambiaba con su esposa e hijos, iban quedando plasmadas algunas de esas impresiones y experiencias: “Yo les contaba, que un día fuimos con el bote y se nos quedó, que nos quedamos sin alimento en el refugio, o lo que fuera”, recordó.
En la segunda campaña, se puso a escribir, y fue para esto que le sirvieron muchos de los correos de su primer viaje. “El desafío fue, cómo sintetizaba las experiencias, de las tres vivencias”, reconoció Julio.
Finalmente ordenó sus ideas y decidió, primero contar qué es la Antártida; “ayuda a la persona que lee, a que tome dimensión del espacio, del entorno, del silencio”. Luego, contó las tres idas y vueltas: “Fueron llegadas y vueltas, muy distintas. En una tuvimos que salir en una situación de alarma, casi tuvimos que hacer abandono de barco, con situaciones de estrés, llanto, olas de 12 metros de altura y avión Hércules al que se le paró una hélice y tuvimos que bajar”, relató.
Finalmente, rescató lo que para él fue lo más rico de las tres campañas, y lo que le dejaron a él, de manera personal: “mi esposa y mis hijos, estando en esas latitudes. El significado de la vida”, expresó.
Mucho de lo relacionado con su experiencia, algunas anécdotas y muchas fotos, pueden encontrarse en el sitio www.vivirantártida.com; allí también pueden contactarse con él. El libro “Vivir Antártida, Exploraciones de un guardaparque” puede adquirirse en librerías de Río Grande y Ushuaia.

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