Nuestro yo va tomando forma con las distintas experiencias que tenemos desde el momento que nacemos. Se trata de nuestra personalidad a nivel psicológico, de quiénes somos, de eso que llamamos “identidad”. Dicho yo habilita a la persona para tener relación consigo misma y con el mundo que la rodea.
Ahora, todos en algún momento comenzamos a vivir hechos negativos, algunos cargados de un gran dolor y tristeza como la situación actual que estamos atravesando. Son situaciones que nos cuesta soportar y resolver. Como resultado, aparece la angustia y recurrimos a ciertos mecanismos de defensa para alejar el sufrimiento de nosotros.
El alma humana persigue el placer e intenta huir del dolor. Esto es así porque nuestra Creador no nos diseñó para sufrir sino para disfrutar de una vida abundante y plena. Entonces, frente a hechos traumáticos, el yo emplea mecanismos para defenderse y refugiarse que se conocen como “máscaras del yo”.
¿Cómo reacciona el yo cuando percibe un problema que no parece tener solución?
Creando síntomas y levantando una pared a modo de fortaleza para evitar el dolor emocional y todo lo que este genera en nosotros. Esta pared puede tratarse de una actitud frente a la vida (superioridad, víctima, etc.), de actividades (trabajo, estudio, etc.) o incluso de sustancias (alcohol, drogas, etc.).
Entonces aparece un “yo aprendido” con el que nos movemos en todos los ámbitos. Es decir, un personaje creado que nada tiene que ver con nuestra verdadera personalidad. Por lo general, este nuevo yo es lo contrario a lo que hemos vivido y nos marcó negativamente.
Algunos ejemplos de un “yo aprendido”:
-Alguien con baja autoestima que sufrió descalificaciones y humillaciones en la infancia.
-Alguien desconfiado con rasgos paranoicos que escuchó dobles mensajes de chico y aprendió que “el mundo es un lugar peligroso”.
-Alguien psicópata que fue castigado frecuentemente y a quien no le fijaron límites en la niñez.
Nunca deberíamos justifica el accionar negativo de una persona pero conocer esto nos ayuda a entender y tener presente que, detrás de toda máscara que alguien se construye a sí mismo, se esconden estos dos elementos.
- Rechazo
Mucha gente es rechazada aun en el vientre materno y esta emoción tan dañina los detendrá a nivel emocional y no les permitirá avanzar en la vida y relacionarse sanamente; a menos que sean conscientes de ellos y procuren sanarse.
- Inseguridad
La inseguridad interna, que proviene de la descalificación, las heridas y el propio miedo de los padres, es algo que se transforma en una forma de vida. Las personas inseguras crecen con la palabra “cuidado” en su cabeza todo el tiempo y viven a la defensiva con la creencia de que algo malo podría suceder. La inseguridad bloquea nuestro potencial.
La única manera de revelar nuestro verdadero yo es identificando la o las máscara/s que no nos dejan confiar en nosotros mismos. Buscá ayuda, si es necesario, pero soltá y saná todo lo que te impide levantar vuelo y ser feliz.