Martín Fierro: entre el pasado y el presente

1872 dice la carátula de la primera edición de El gaucho Martín Fierro. Hablar de esta obra es cosa simple porque la mayoría de los argentinos de todas las edades y épocas lo ha considerado un símbolo propio, un ejemplo de lucha y tenacidad, un representante de lo más auténtico del pueblo.

En el poema narrativo escrito en verso por José Hernández, varios pensadores han destacado los consejos a sus hijos y hasta el papa Francisco suele mencionarlos en sus homilías. Hay consejos sobe la conducta individual, y también hay una ética social, importante porque es compartida por el conjunto de los argentinos.

Que en este sesquicentenario nos acordemos del poema, no solo para exaltarlo, sino también para rescatar su sabiduría y su llamado a que los argentinos compartamos una ética de amor y solidaridad.

Ajustándonos estrictamente al poema se puede destacar la siguiente formulación de una ética social: Dos son las leyes básicas. Pero “los hermanos sean unidos”, es la ley primera, mandato de fraternidad familiar y patriótica, porque debemos saber que incluye la solidaridad social.

La otra ley básica es “debe trabajar el hombre para ganarse su pan”, mandato esencial que destaca el valor de las tareas del gaucho y del obrero. Y en ese esquema laboral, que patrones y gauchos, que dirigentes y obreros logren el necesario entendimiento entre “el que obedece y el que manda”.

“Al que es amigo jamás lo dejen en la estacada”, pero no por eso le pidan nada. La ayuda deberá ser así espontánea y desinteresada.

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