Un lugar que nació del amor de un padre a su hijo

El viernes fue el día de las Bibliotecas Populares, por eso recordamos la historia de la biblioteca Eduardo Schmidt (hijo) que comenzó hace 63 años, cuando Eduardo Schmidt -luego de la muerte de su hijo “Piluncho”- donó su casa, con la única condición de que sea destinada a ser una biblioteca para el pueblo. Hoy, con más de 30 mil ejemplares de textos para niños, pedagogía, narrativa, autores regionales y otras temáticas, tiene 400 socios activos.
RIO GRANDE.- Cuando su joven hijo “Piluncho” Schmidt murió en la década del 50’, Eduardo Schmidt y su esposa Isabel decidieron radicarse en Europa. Antes, debían resolver qué hacían con las propiedades que tenían en Tierra del Fuego. Una de ellas era la estancia “Piluncho”, que vendieron a dos hermanas de apellido Uribelarrea, y de allí su actual nombre “Dos Hermanas”. También debían determinar qué hacer con la casa de Río Grande e inspirados por el amor de su hijo fallecido, decidieron donarlo al pueblo de la ciudad, con la única condición de que pasara a ser propiedad de una asociación vecinal para ser destinado a una biblioteca para el pueblo.

“Esta obra que inspiró a su fundador el entrañable amor a su hijo desaparecido, perpetuará su memoria, dotando al pueblo de Río Grande de un medio que le permita acrecentar su cultura y moral, base fundamental en que se cimenta el engrandecimiento de los pueblos”, fueron las palabras que el 8 de abril de 1953 pronunció el presidente de la Asociación de Vecinos, el doctor Oscar Barabino, al dejar inaugurada la Biblioteca Eduardo Schmidt hijo.

Schmidt no solo dejaba el edificio, también las estanterías, útiles y los libros que formaron la base de la primera biblioteca de la ciudad. Un año después, en 1954 fue declarada “Popular”, recibiendo los beneficios de la Ley 419.

Ubicada en San Martín al 400, 63 años después la Schmidt sigue siendo la más importante de la ciudad de Río Grande, donde hoy son 6 las bibliotecas populares y una de las 2 mil que existen en todo el país.

Unos 400 socios permanecen activos el 80% del año, pero pueden llegar a tener hasta 600 asociados en el transcurso del año contando aquellos que se acercan a estudiar algo en particular y luego no regresan. Ser socio de la biblioteca cuesta hoy $35 inicialmente: $5 de cuota mensual y $30 de inscripción que sirven para los pequeños gastos.

“Son cinco pesos para el socio porque tenemos una pequeña ayuda del Gobierno de la provincia y el Municipio de Río Grande, además del subsidio de la Comisión Nacional de Bibliotecas Populares (CONABIP)”, cuenta Tomás Hipólito Cruz, titular de la Asociación Civil que mantiene activo el sueño de Eduardo Schmidt.

Don Cruz asegura que, lejos de lo que se piensa, la biblioteca tradicional sigue siendo muy frecuentada, tanto por estudiantes como por maestros o adultos que buscan un refugio en la lectura. “La gente sigue viniendo a la Biblioteca, vienen muchos chicos del secundario, otros cuando van a ingresar a la Universidad y sobre todo los que van a ingresar a la Policía. Algunos hacen fotocopias y se arreglan con eso”, dice.

En sus anaqueles hay más de 30 mil libros de los más variados, además siempre tienen libros para recuperar y restaurar. Y se incorporan los libros donados de los mismos socios o ciudadanos en general, ya que es normal que los vecinos lleguen con cajas de libros que van pasando de generación.

“Cuando la señora que clasifica los libros se encuentra con repetidos, los aparta y luego son donados a otras bibliotecas de la ciudad o a escuelas aisladas. El primero de año mandamos cajas de libros a Corrientes y al Chaco”, señala Cruz.

Desde las 9 de la mañana y hasta las 18:00, la Biblioteca permanece abierta a la comunidad. “El socio puede llevarse libros y tenerlos 15 días, si no lo terminó a los 15 días avisa y se le da una semana más, y luego lo trae. Cuando pasa un mes o dos meses que no está, lo llamamos, a veces lo traen y otras veces no aparecen. No son muchos, pero son más los docentes los que quedan debiendo. La solución cuando pasa esto es ir a comprar otro para reponer”, asegura.
Campaña nacional

Desde el viernes, la Comisión Nacional de Bibliotecas Populares (CONABIP) puso en marcha la campaña “Socios de la lectura”, con el objetivo de sumar nuevos socios.

Y lo hará a través de spots televisivos, del que participarán personalidades de la cultura relatando sus experiencias a partir del hábito de leer. Además, escritores y personajes de la televisión brindarán más de 200 charlas en distintas bibliotecas populares de todo el país.

Luis María Pescetti, Claudia Piñeiro, Eduardo Sacheri, Abelardo Castillo, Juan Sasturain y Liliana Bodoc son algunos de los escritores involucrados en la campaña.

Entrevistado por Télam, el presidente de la CONABIP, Leandro De Sagastizábal, explicó que la propuesta busca sumar nuevos asociados a las casi 2.000 bibliotecas que nuclea la Comisión.

“Los datos nos mostraron que las bibliotecas tienen menos asociados de los que podrían tener. Mucha gente todavía no las conoce, no en su estructura sino en su funcionamiento: los servicios que puede prestar, los talleres que brinda, los nuevos libros que pueden leer”, argumentó.

De Sagastizábal explicó que “excepto en algunos lugares que cuentan con apoyo estatal, la mayoría de las bibliotecas son sostenidas por voluntarios”, por lo que “esa situación hace que muchas personas, sobre todo las más jóvenes, no se acerquen y lo que necesitamos es renovar generacionalmente las comisiones”.

“La gente joven aporta elementos muy ricos, como una mayor sensibilidad con la tecnología o ideas innovadoras para talleres y otras actividades. Creemos que eso, junto a la articulación con los que tienen mayor experiencia, puede darle mucha vitalidad a la biblioteca y combinar un espectro muy diverso de géneros, ideologías y generaciones”, afirmó.

Ser socio de la biblioteca cuesta hoy $35 inicialmente: $5 de cuota mensual y $30 de inscripción que sirve para los pequeños gastos.
Ser socio de la biblioteca cuesta hoy $35 inicialmente: $5 de cuota mensual y $30 de inscripción que sirve para los pequeños gastos.