La Payunia, el mayor parque volcánico del mundo en Mendoza

La diversidad vulcano-lógica convierte a la región en un paraíso para expertos. Esos conos volcánicos y un extenso escorial de lava de diversos colores conforman un paisaje sorprendente al visitar la Reserva Provincial La Payunia.

MENDOZA.- Esta reserva está ubicada al sur de la provincia de Mendoza y es la región del planeta con mayor densidad de volcanes. Más de 800 picos en 450.000 hectáreas que transformaron la zona en un desierto negro que sólo se puede visitar con un guía autorizado, ya que no tiene señales en las rutas, ni servicios, ni estaciones. En el recorrido se puede hacer trekking, safaris fotográficos, cabalgatas, avistaje de fauna y travesías en 4×4.

El parque volcánico La Payunia es un sitio propicio para los viajeros aventureros y fotógrafos que buscan esos paisajes especiales donde dar rienda suelta a su creatividad.

Uno de sus mayores puntos de interés es el Volcán Malacara, que al ser erosionado por las lluvias y el material volcánico, permite recorrer el interior de sus cavernas.

Valores de conservación

Con más de 800 volcanes, constituye uno de los parques volcánicos de mayor densidad y diversidad del planeta. Por esta razón y por su belleza paisajística, gran parte de la reserva integra un sitio propuesto como candidato a Patrimonio Mundial Natural ante la Unesco. Posee extensos escenarios cubiertos de coloridos materiales volcánicos, en los cuales habita un santuario de fauna y flora. Es frecuente que el visitante pueda apreciar tropillas de guanacos, una de las mayores poblaciones del Centro-Oeste argentino.

Payunia comprende un amplio territorio de planicies y laderas totalmente cubiertas de materiales negros y rojizos que son la expresión de variadas manifestaciones volcánicas. La configuración del paisaje incluye alrededor de 800 conos volcánicos de retroarco, con extensos campos de roca fundida –lava- y materiales fragmentados –cenizas, lapillis y bombas- que deslumbran al visitante y ponen de relieve el poder, la dinámica y variabilidad de la geología terrestre. La actividad volcánica que dio forma al paisaje actual se produjo a finales del período terciario -considerado un tiempo geológico reciente- y continuó, aunque alternadamente, hasta épocas prehistóricas. Es uno de los sitios de mayor densidad volcánica del mundo, con un promedio de 10,6 volcanes cada 100 km². Su diversidad biológica la convierte en una de las regiones representantes de la estepa patagónica y además posee yacimientos arqueológicos que suman atractivo, tanto de interés turístico como científico y educativo.

Objetivo de creación

Proteger y conservar para beneficio y goce de las generaciones presentes y futuras las especies de la flora y fauna, su hábitat, los corredores biológicos, el paisaje y los materiales geológicos, arqueológicos y paleontológicos. Promover y mantener la investigación científica de un distrito volcánico muy joven que no ha sido erosionado, cuyas formaciones y emanaciones volcánicas están casi intactas. Y también estimular el conocimiento acabado de los otros recursos naturales comprendidos en esta área natural protegida.

Descripción del lugar

Los volcanes que se encuentran en la reserva son los principales responsables del color y las formas de este imponente paisaje. El Payún Matrú, de 3.750 m, es el más importante de la región; presenta una caldera volcánica de 9 km de diámetro, producto de una fuerte explosión y su posterior colapso y es precisamente este hundimiento el que dio lugar a una laguna semipermanente, alimentada por precipitaciones níveas. También es poseedor de recursos hídricos. El otro volcán destacado es el Payún Liso, de 3.780 m, que contiene en su cráter un planchón de hielo en invierno y una lagunita en primavera. El Santa María -mucho más pequeño que los anteriores- se destaca por haber emitido una de las mayores coladas del área que alcanza 17 km de longitud. Las coladas –mantos de lava fluida lanzadas durante las erupciones- que se extienden a lo largo de varios kilómetros dan a la superficie un extraño aspecto.

Con un promedio de 10,6 volcanes cada cien kilómetros cuadrados y con 800 conos contados -de los cuales no puede afirmarse que sean la totalidad- según datos de un relevamiento realizado por la vulcanóloga Corina Risso de la Universidad de Buenos Aires, Payunia es un lugar único en el mundo que debemos valorar y cuidar.

El área denominada “Pampas Negras”, al sudoeste del volcán Santa María, se caracteriza por la presencia de cráteres. Recubre toda la superficie del lugar un inmenso manto de material eyectado por el volcán –lava fragmentada o material piroclástico-, de pequeño tamaño y color muy oscuro, denominado lapillis. El “Campo de bombas” es una zona colmada de formaciones circulares de material piroclástico denominadas “bombas volcánicas”. O sea, burbujas de roca fundida eyectadas por el volcán que, al enfriarse, adquieren mayormente forma de bola o gota.

Flora cautivante

De sus muchas especies vegetales, La Payunia presenta algunas que son más abundantes como el solupe negro, la leña amarilla, tres especies de jarilla, la pichanilla y la melosa que conforman una gran parte de la población arbustiva. Los pastizales están representados por el tupe y la flechilla e, intercaladamente entre estos, aparecen manchones de junquillo. También numerosas cactáceas habitan este ambiente árido. Antiguamente, los pobladores del lugar utilizaban la raíz de la leña amarilla para encender fogatas y plantas como la pichana de flores amarillas para preparar tinturas, entre otros muchos usos comestibles y medicinales de la flora nativa.

La única forma autorizada para recorrer el parque, declarado Reserva Total Provincial en 1988, es con un guía autorizado, tanto para preservar el ambiente como por la seguridad de los visitantes. Foto: Gustavo Espeche Ortiz.

Fauna característica

El ambiente desértico rebosa de vida que se adapta a un riguroso clima y supera los obstáculos que éste le impone. Un representativo protagonista de estas adaptaciones es el guanaco, cuya población ronda los 14.000 individuos, una de las más grandes de Argentina. Este gran herbívoro es capaz de sobrevivir un prolongado tiempo sin consumir agua, característica que le permite recorrer grandes extensiones de terreno. Las tropillas se desplazan al mando del “relincho” -el macho más fuerte y experimentado-, quien las guía a zonas de mayor forraje y conoce caminos alternativos de escape en caso de una tormenta repentina o la aparición del puma, quien, luego del hombre, es su principal depredador. Otros mamíferos como el zorro gris, el zorro colorado, el gato del pajonal, la liebre mara y el piche patagónico se alimentan, reproducen, refugian y renuevan constantemente su ciclo de la vida en esta área natural protegida. También habitan la región aves como el chorlo cabezón, la monjita castaña, el carbonero y la calandria mora. Junto a estas últimas puede mencionarse un ave que no vuela ni canta, pero asombra por su gran tamaño, el ñandú o como se denomina localmente, el “choique”. El sol abrasador ilumina el oscuro paisaje y es aprovechado por innumerables reptiles que necesitan de él para calentarse, entre ellos se encuentran el matuasto de las flechas, el geko austral y varios endemismos -especies exclusivas de una o unas pocas regiones- como el lagarto cola de piche y la lagartija escorial o de la payunia. Fuente: www.mendoza.gov.ar

Importante considerar

La Dirección de Promoción y Políticas Turísticas informó la nueva modalidad virtual, a partir de este año, para adquirir los tickets de ingreso al lugar,  será mediante un turnero electrónico a través de la web: https://turneroanp.mendoza.gov.ar/turneroanppub/servlet/com.turneroanp.solturno001.

El viento en la altura es generalmente fuerte, lo que repercute en la superficie: de un día despejado y colorido se pasa en segundos a una jornada oscura de pesados nubarrones, con una lluvia de gotas pequeñas y frías, y la temperatura puede bajar con una rapidez alarmante, para de igual manera volver a la situación anterior. Por lo que se recomienda llevar abrigo y calzado adecuado para realizar caminatas.

Se encuentran unas 70 especies registradas en la reserva, de las cuales 37 son de alta posibilidad de avistamiento, el que más se deja ver son los guanacos.

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