La epopeya antártica argentina tiene un primer nombre en el alferez José María Sobral, y éste su primer biógrafo en el Contralmirante Laurio G. Destéfani. De esta relación nació “El alférez Sobral y la soberanía argentina en la Antártida”, libro que mereció una primera edición del Centro Naval, y con el tiempo otra de la Editorial Universitaria de Buenos Aires, Eudeba. A pesar de que el trato propio de la institución formulado por el autor en relación al protagonista, la crónica se endulza con las referencias a una carrera que en un primer momento pareció afectada de circunstancias para que este joven entrerriano ni siquiera llegara a ingresar a la escuela naval. Pero luego viene su inclusión en la expedición del sueco Otto Nordenskjöld, las peripecias de este en la Antártida -donde Sobral tiene su protagonismo- y el rescate de la Antartic, la nave en problemas, con la concurrencia de la Corbeta Uruguay en lo que viene a ser una segunda etapa de la presencia argentina en el continente blanco. Pero la existencia de Sobral no se va a extender mucho como marino, prueba es el discreto grado con el que se lo recuerda. Por el contrario su relación de viaje a la Antártida lo llevará a Suecia donde perfeccionará sus conocimientos estudiando geología en universidades de ese reino, formará su hogar con una hija de ese país, y a su regreso al nuestro abordará otras temáticas de responsabilidad dentro del estado dentro de las que figura un interesante viaje de inspección a la Tierra del Fuego. Ahora que se ha logrado la publicación in extenso, en castellano, de los escritos de aquella expedición sueca, bueno es tener en cuenta estas primeras referencias, a una dura invernada, a un ver un mundo nuevo, desde el perfil de la incertidumbre… como que fueron así aquellas primeras horas australes de este protagonista de nuestro historial argentino en el sur.
La epopeya antártica argentina tiene un primer nombre en el alferez José María Sobral, y éste su primer biógrafo en el Contralmirante Laurio G. Destéfani. De esta relación nació “El alférez Sobral y la soberanía argentina en la Antártida”, libro que mereció una primera edición del Centro Naval, y con el tiempo otra de la Editorial Universitaria de Buenos Aires, Eudeba. A pesar de que el trato propio de la institución formulado por el autor en relación al protagonista, la crónica se endulza con las referencias a una carrera que en un primer momento pareció afectada de circunstancias para que este joven entrerriano ni siquiera llegara a ingresar a la escuela naval. Pero luego viene su inclusión en la expedición del sueco Otto Nordenskjöld, las peripecias de este en la Antártida -donde Sobral tiene su protagonismo- y el rescate de la Antartic, la nave en problemas, con la concurrencia de la Corbeta Uruguay en lo que viene a ser una segunda etapa de la presencia argentina en el continente blanco. Pero la existencia de Sobral no se va a extender mucho como marino, prueba es el discreto grado con el que se lo recuerda. Por el contrario su relación de viaje a la Antártida lo llevará a Suecia donde perfeccionará sus conocimientos estudiando geología en universidades de ese reino, formará su hogar con una hija de ese país, y a su regreso al nuestro abordará otras temáticas de responsabilidad dentro del estado dentro de las que figura un interesante viaje de inspección a la Tierra del Fuego. Ahora que se ha logrado la publicación in extenso, en castellano, de los escritos de aquella expedición sueca, bueno es tener en cuenta estas primeras referencias, a una dura invernada, a un ver un mundo nuevo, desde el perfil de la incertidumbre… como que fueron así aquellas primeras horas australes de este protagonista de nuestro historial argentino en el sur.