“Dummy” de Portishead y “Protection” de Massive Attack cumplen 30 añosAmbos laboratorios sonoros surgidos en la ciudad británica de Bristol pusieron en el mapa un género crucial de los ’90.
Si el amor puede destrozar, tal como cantó Ian Curtis en el himno de Joy Division “Love Will Tear Us Apart”, la tragedia es capaz de unir. No es otra canción ni nada por el estilo. Fue lo que pasó el 19 y 20 de febrero de 2005 en la sala Carling Academy Bristol (hoy llamada O2 Academy Bristol), de la ciudad inglesa de Bristol. A raíz del tsunami de 2004 en el océano Índico, se organizó un recital a beneficio de las víctimas del terremoto marino que juntó a Portishead y Massive Attack. Por una noche, estuvieron juntos dos tercios de la Santísima Trinidad del trip hop (Tricky es la pieza restante). La previa de este hecho histórico (por lo que lo desató, porque se trató de una iniciativa de los propios triphoperos y por la reunión en sí) la amenizaron Robert Plant, Damon Albarn y el grupo The Coral.
En la performance, subida a YouTube, ambos laboratorios sonoros incluso hicieron un mash up de “Risingson”, de Massive Attack, con “Glory Box”, de Portishead. Fue la única ocasión en la que compartieron no sólo grilla sino también escenario, aunque hubo otras veces (fuera de los tablados) en las que estas bandas o sus integrantes coincidieron. Una de ellas sucedió en 1991, en la grabación de Blue Lines, álbum debut de Massive Attack. Ahí Geoff Barrow, fundador de Portishead, hizo las veces de asistente. En las horas libres, le cedieron el estudio para que el joven de 19 años trabajara en sus ideas. Si la revolucionaria carta de presentación de Robert del Naja y Daddy G se tornó en una obra maestra apenas vio la luz, tres años más tarde el multiinstrumentista, DJ, productor y amante del rap subió la vara más alto.
El 22 de agosto de 1994 salió Dummy, el primer disco de Portishead. Apareció un mes antes que el segundo trabajo de Massive Attack, Protection, cuyo lanzamiento se produjo el 26 de septiembre. Así que se encuentran celebrando su 30° aniversario, al igual que Parklife de Blur y Definitely Maybe de Oasis. En contraste con estos bastiones del britpop, ambos manifiestos del trip hop aún evidencian la vigencia de esa estética sonora. La edad de oro del género (cuyo nombre fue acuñado en 1994 por el periodista Andy Pemberton, de la revista Mixmag, para definir al single “In/Flux”, del estadounidense DJ Shadow) aconteció entre 1993 y 1998.
Al trip hop también se lo llamó “el Sonido de Bristol” en alusión a la ciudad donde nació. La urbe portuaria del sudoeste de Inglaterra recibió inmigración jamaiquina, que en los años ’80 vio dialogar al reggae con el jazz, el R&B, el soul, el hip hop, el house y el ambient. Pese a que su auge coexistió con el del chill out, es en realidad una consecuencia de la movida acid house que enloqueció a la nación europea por esos años. Geoff Barrow, nativo de la localidad de Portishead, ubicada a 15 kilómetros de Bristol, fue testigo de toda esa conjunción. Pero decidió darle a esa música parida por la vecina ciudad una dirección más folk, blues, sensual y fantasmagórica. Eso sólo lo podía lograr con la cantante Beth Gibbons, fan de Janis Joplis y Nina Simone, y a quien conoció mientras cobraba el seguro por desempleo.
La pieza restante de Portishead es el guitarrista Adrian Utley, el veterano del trío y jazzero de profesión. Juntos conectaron rápidamente. Las primeras ideas flamearon en la cocina de la cantante Neneh Cherry, mientras Barrow trabajaba en su segundo disco solista. Entonces estalló la Guerra del Golfo, lo que disparó sus problemas de ansiedad: pensó que se trataba del fin del mundo. No obstante, una vez que ésta acabó, firmaron con un sello. Su primer tema fue “It Could Be Sweet”, pero pusieron a circular en junio de 1994 el single “Numb”. Toda una síntesis del álbum, ya que condensa jazz, bandas de sonido y cabarets berlineses. En fin, la hauntología (evocación de sonidos antiguos que despiertan recuerdos culturales)… aunque también apostaron por la crackología (efecto que reproduce el crepitar de una aguja en los surcos de los vinilos).
A partir de la afición del violero por las películas de espías, sumaron instrumentos atípicos, como el címbalo húngaro y el theremín, lo que les inyectó un halo de misterio a las 11 canciones del disco (además las permearon con samples de Lalo Schifrin, Weather Report e Isaac Hayes). Sobre Dummy se dijo en su momento que era “vampiresco”, “gótico” y “zurdo”. A pesar de su naturaleza abstracta y de su interpretación melancólica, las letras de Gibbons son viscerales: versan acerca del género y la política de las relaciones. Esto, aunado a la tensión bélica, captó el espíritu de la época. El disco vendió 4 millones de copias, ganó en 1995 el Mercury Prize (el Grammy británico) al “Álbum del año”, amplió las audiencias del género en todo el mundo e inspiró a Gustavo Cerati a hacer un tema como “Bocanada”.
Portishead sacó dos discos más de estudio, toca cuando quiere y su cantante se estrenó en solitario en 2024 con el álbum Lives Outgrown. El trio nunca actuó en Buenos Aires, a diferencia de Massive Attack, que vino dos veces, pero sólo en su debut local (en 2004, como parte del Festival BUE) incluyó temas de Protection. Si bien la tapa del segundo álbum sugiere que se trata de una continuación de su antecesor, al quemar el símbolo de gas inflamable sin que afecte a la pared de fondo, estaban más curtidos al momento de entrar al estudio. No es variopinto como Blue Lines, y, de hecho, se aleja del soul y del hip hop. Sin embargo, le dio un enfoque diferente a la electrónica, que en esos años era agresiva, y cambió la manera de escuchar la música experimental (por más “cool” que fuera, el trip hop aún era parte de ese canon).
Ese repertorio tiene un sonido tan limpio que Massive Attack se vio en la necesidad de ensuciarlo en Mezzanine (1998). Producido por Nelle Hooper (Smashing Pumpkins, U2), Protection tiene como punto alto la canción que le da título, un R&B narcótico donde participa Tracey Thorn, cantante de Everything But The Girl. También sobresalen los reggae “Karmacoma” y “Spying Glass” (ahí canta la leyenda jamaiquina Horance Andy), y el orquestal “Sly”. Si en Blue Lines se habían apropiado del soul “Be Thankful for What You’ve Got”, de William Devaughn, en el segundo disco intentaron hacer lo mismo con “Light My Fire”, de The Doors. Dos aciertos: la reincidencia rapera de Tricky (allanó el camino para su debut solista, Maxinquaye) y el llamado al productor Mad Professor para que reinvente los temas en clave de dub, lo que decantó en el disco No Protection.