Un contingente integrado por 27 primos provenientes de diferentes lugares del país, se encontró en la Estancia Túnel para conocer el lugar donde su bisabuelo decidió a principios de 1900, instalar un aserradero para producir toneles de madera de lenga para abastecer a la industria del vino.
USHUAIA.- Descendientes del inmigrante francés Georges Ernest Gagey, fundador de Puerto Tonel, hoy conocido como Estancia Túnel, viajaron desde distintos lugares del país con el objetivo de recorrer las ruinas del aserradero ubicado sobre el canal Beagle y colocar una placa conmemorativa en homenaje a su abuelo pionero.
El grupo, integrado por 27 primos de entre 60 y 70 años, arribó a Ushuaia la semana pasada y el domingo, partió desde Baliza Escarpados alrededor de las 9:30 para llegar a pie al histórico Puerto Tonel, a través de uno de los senderos más recorridos de esta ciudad donde el bosque penetra en el mar.
Gracias a la solidaridad de Moreno Preto, cuatro integrantes viajaron en catamarán, porque por razones físicas no podían hacerlo caminando por el irregular terreno del sendero. El grupo que emprendió la caminata fue acompañado por integrantes de la Asociación Manekenk, que se interesó en la presencia de los descendientes de Gagey, cuya historia fue relatada en un audiovisual realizado por la ONG ambientalista el año pasado.
Al llegar al lugar, la familia se reencontró con un pedazo de su historia, reconoció el terreno, buscó elementos que le ayudaran a llenar los puntos ciegos que aún cubren de misterio el emprendimiento de su abuelo en el confín de la tierra y dejaron una placa que servirá como referencia para guiar a los turistas que lleguen al lugar, la cual reza: “Aquí funcionó la Compañía Forestal de Tierra del Fuego. En recuerdo a su fundador francés Georges Ernest Gagey. Sus bisnietos”.
En diálogo con El Sureño, uno de los integrantes del grupo familiar, Enrique Gagey contó los pormenores de este reencuentro con la historia familiar y la organización del viaje para cumplir con este homenaje.
“Hace como 30 años dos primos encontraron la documentación sobre nuestro bisabuelo y sobre un emprendimiento que sabíamos que había existido pero no habíamos visto una referencia escrita. Aparentemente emprendió este proyecto con dos potenciales socios de los cuales no tenemos datos y nuestro bisabuelo habría sido quien llevó a cabo toda la logística como para trasladar todas las maquinarias a este remoto lugar”, relató Enrique.
Según se supone, en 1900 aproximadamente, Georges Ernest Gagey, cuya familia siempre se dedicó a la producción de vino, habría visto una oportunidad de negocio durante una crisis en la producción de vino en Europa que coincidieron con la dificultad de importar toneles para el transporte de vino a granel.
“Se ve que descubrieron que la madera de lenga, era apta para hacer esos toneles. Así fue que organizaron el emprendimiento y consiguieron una especie de permiso para obtener madera de la isla Navarino y traerla hasta Puerto Tonel donde se la iba a procesar tablas para la construcción de toneles. Aparentemente, por el año 1905 ya estaban en funcionamiento.
Tenemos documentación del traslado de las máquinas, gran parte de ellas llegaron a Punta Arenas y desde allí se las trasladó y ahí se comenzó a trabajar con este desarrollo”.
“Suponemos que una de las causas por las cuales este proyecto fracasó, fue que uno de los envíos más grandes que hicieron, viajaba en el barco Presidente Roca, que era un vapor de la empresa Hamburg Sud que hacía viajes regulares uniendo Punta Arenas, Ushuaia, comodoro Rivadavia y Montevideo. Ese barco en 1909 se prendió fuego y ahí se perdió toda la carga. Fue una verdadera tragedia en la que se perdieron muchas vidas. Esa desgracia habría iniciado la caída del emprendimiento, aunque no tenemos fechas ni sabemos cuándo se terminó de levantar todo esto”.
En cuanto al interés por conocer el lugar, Enrique contó que “Al principio vino mi hermana, hace unos 5 años. Fue a la estancia y reconoció un poco el lugar. Y ya en los años 70 había venido uno de mis tíos que estuvo en el lugar y cedió a uno de los museos de Ushuaia toda la documentación que tenía, de la cual obviamente se armó de copias. Así se fue desarrollando entre nosotros la idea de venir y reencontrarnos con el lugar, como una manera de reconstruir nuestra historia familiar”.
“El viaje fue planeado hace seis años y comenzó a tomar forma entre julio y agosto de 2022, logrando concretarlo la semana pasada. En otras oportunidades también viajaron juntos a otros sitios donde la familia construyó su historia, como por ejemplo, en la ciudad de Tandil.
Enrique viajó desde Traslasierra, Córdoba, mientras otros primos provenían de Buenos Aires, Río Negro y otros sitios del país. Una de las primas que formó parte del contingente, sufre de cuadriplegia, por lo cual el viaje requirió una coordinación especial para poder trasladarla a los sitios más inaccesibles.
“Creo que Dios nos ayudó bastante en todo esto, y fue un encuentro fabuloso que también nos dejó con infinidad de preguntas, desde cómo hacían para movilizar las inmensas máquinas a vapor que establecieron ahí, cómo era la relación con la gente del lugar, cómo se proveían de determinados insumos. Porque a principios del siglo XX, Ushuaia era muy chiquita y estaba todo por hacerse”.
En cuanto a los sentimientos de grupo al llegar al lugar, admitió que “las emociones son encontradas, al llegar ahí, me preguntaba cómo hicieron nuestros antepasados para llegar a este lugar, moverse en un lugar tan agreste, encontrar el lugar apropiado, soportar las inclemencias del tiempo, las distancias, movilizar todas estas maquinarias, las maderas desde Navarino… Yo soy marino mercante y conozco de máquinas, pero encontrarme con estos masacotes me preguntaba cómo hacían para ponerlas en operación”.
Finalmente dijo que el viaje fue “como sembrar una semilla, nunca sabés lo que va a salir. Lo que yo noté en mis primos es que nos llenamos de preguntas y deseos de saber más y la inmensidad de todo esto, nos superó. Fue como un acertijo que tenemos que terminar de resolver”.