Bautizaron a la fábrica de pretensados con el nombre de Jaime Marmurek

Con un emotivo acto bautizaron a la fábrica de pretensados y premoldeados de la Cooperativa Eléctrica con el nombre de Jaime Marmurek. La ceremonia fue encabezada por el gerente de la Cooperativa Eléctrica Miguel Casielles. En el lugar, se plantó un árbol con las cenizas del homenajeado extinto. Además se descubrió una placa en su memoria.
RIO GRANDE.- Integrantes de la Cooperativa Eléctrica homenajearon al impulsor de la fabricación de premoldeados y pretensados bautizando el emprendimiento con el nombre de Jaime Marmurek.

El acto se llevó adelante en la misma fábrica, lugar donde se descubrió una placa recordatoria. Además, su hija Constanza junto a su esposo Martín, plantaron un árbol y esparcieron sus cenizas.

De la ceremonia participaron autoridades de la Cooperativa, empleados de la fábrica y familiares del emprendedor, oriundo de Polonia, además acompañaron socios del Rotary Club Isla Grande encabezado por su presidente, Alejandro Vivas. Cabe recordar que Jaime ocupaba la vicepresidencia de este club rotario al momento de su partida.

Fabián Pérez, expresó para dar inicio a la ceremonia sentidas palabra a las que siguió la alocución de Miguel Casielles, quién expresó el dolor por el deceso de Jaime al destacar que “fue un golpe muy duro para nosotros porque esta fábrica la ideó él, la pensó, la trabajó y era su sueño, así que en la última reunión del Consejo de Administración solicité la posibilidad de que esta fábrica lleve su nombre y por unanimidad este cuerpo colegiado aprobó esta decisión”.

En la oportunidad, la hija de Jaime, su yerno y su nieta fueron los responsables de descubrir la placa recordatoria con el nombre de Jaime Marmurek

En su recordatorio, Casielles resaltó la figura de Jaime y la tildó de haber sido una persona apasionada por su trabajo quien “a pesar de sus 82 años tenía esa capacidad y ese ingenio para seguir ideando cosas”.
Constanza: Un árbol, una vida
Por su parte, la hija de don Jaime Marmurek, Constanza, fue quien tuvo el gesto de plantar un árbol y esparcir en su abono, las cenizas de su padre. “Esto era su vida, porque a los 82 años sentirse parte de una comunidad, saber que lo que uno hace, cuenta, genera futuro, seguir teniendo sueños, era su vida. Mi papá era una persona muy linda, siempre con ideas y proyectos hasta el último día, pensando qué más podía hacer”, destacó Coty. Quien agregó que “siempre estaba lejos de su familia, pero seguía manteniendo algo que si no trabajara no podría tener y que era eso, sentirse activo y sentirse sobre todo fructífero, que es lo que uno quiere sentir en la vida, dejar un legado y que en el caso de él, es esta fábrica que le llevó muchos años lograrla”.

Destacó que su padre no era arquitecto y “no era ingeniero ni nada de eso. Cuando él tenía 20 años nunca se hubiera imaginado hacer esta fábrica ni que iba a terminar viviendo en el fin del mundo, ni que iba a generar estos proyectos que hacía. Todo lo aprendió trabajando, todo lo aprendió razonando y entendiendo como todo lo que hacía él, proyectos y más proyectos como hacer casas ensambladas en hormigón y siempre decía, este material tiene usos ilimitados y de hecho hoy está de moda hacer construcciones brutalistas con hormigón. Siempre estaba tratando de generar cosas, lo limitaba su edad, no sus ganas, su ingenio ni voluntad”, elogió.

La acción de Constanza le dio más emotividad a la ceremonia. “Hoy es un día muy especial, planté un árbol y desparramé parte de las cenizas de mi papá en la planta, otra parte la voy a arrojar al mar; es muy emotivo porque papá falleció rodeado de toda su familia en Buenos Aires, pero sus últimos doce años los vivió acá. En el momento de su velorio no tuve palabras para decir nada porque era demasiado fuerte; pero este homenaje se lo merecía y es algo que le hubiese encantado. Si decido plantar un árbol en la planta es porque sé que nos va a trascender a nosotros; que de alguna manera sigue viviendo y me parece una manera hermosa de despedirme de mi papá quien siempre fue una persona feliz y aferrado a la vida”.

Al finalizar su alocución dijo emocionada que, su papá, Don Jaime, le enseñó que hay que ser feliz, “que uno tiene que trabajar para ser feliz haciendo las cosas que nos hacen felices y si bien es muy triste estar aquí despidiendo a mi papá, también es muy grato ver todo lo que él hizo me pone feliz y lo quiero recordar así como era él, vital y sobre todo feliz”.

 

Jaime Marmurek nació en Varsovia, (Polonia). Llegó con su familia a la Argentina cuando solo tenía tres años de edad, antes que estallara la Segunda Guerra Mundial.

Arribó a la Patagonia en 1971. Estuvo en Chubut, Río Negro y Santa Cruz pero se estableció en Trelew. Luego, gracias a su relación con la Cooperativa Eléctrica, hizo a Tierra del Fuego como su segundo hogar.

 

Plantar un árbol es trascender, es seguir viviendo y así lo hubiera querido mi papá, expresó con emoción su hija.