Alfonsín siempre

Por Pablo Blanco, Legislador Provincial.

Pocas veces en la historia la ausencia de un político lo vuelve más presente que nunca. Esto es lo que les pasa a la inmensa mayoría de los argentinos con Raúl Alfonsín. Desde su partida, hace justo 10 años, su figura se hace más grande con el correr de los días.


En estos tiempos complicados que nos tocan vivir, vale la pena recordar algunos de sus ideales y virtudes que resultan más actuales que nunca.
El primero de ellos su inquebrantable profesión de fe republicana. Para Raúl la República era la tarea permanente de buscar la unión nacional con los denominadores comunes básicos de la libertad, la convivencia, la igualdad de oportunidades, la división de poderes y el respeto irrestricto a la ley. Así lo entendió cuando, en plena dictadura militar, no dejó de visitar cada rincón del país con el preámbulo de la Constitución Nacional como bandera y antídoto democrático contra el autoritarismo.
El segundo fue saber que la democracia era y es la única manera para formar gobiernos legítimos fundados en la participación más amplia posible potenciando el involucramiento activo de las mujeres en la vida pública.
El tercero consistió en tener en claro que sin educación de calidad, salud universal y protección social para los más desvalidos, no hay justicia social.
El cuarto fue tener en claro que sin juzgar a los culpables por las atrocidades cometidas durante la dictadura no habría memoria ni futuro.
El quinto fue tener la seguridad de que solos no se puede; de que es necesaria la búsqueda de consensos entre los argentinos para avanzar como país integrándonos al mundo sin temores, manteniendo nuestra autodeterminación, conveniencia estratégica y plenitud soberana.
A estos ideales podríamos sumar muchos más: su vocación integradora, su búsqueda permanente de la concordia y la paz y el saber que, lo importante era, como el repetía, no seguir a hombres sino a ideas.
Lo que Alfonsín nos dejó es una herencia gigantesca. Un legado tan enorme como el futuro que lo agiganta y lo vuelve más presente que nunca para los argentinos. El desafío inmenso de mantener vivas y cada vez más fortalecidas a las instituciones de nuestra aún joven democracia.