A punto de cumplir 40 años, Alamiro Vaporaki Tello, aquel pívot que comenzó sus sueños en Ushuaia, en la provincia más austral de Argentina, Tierra del Fuego, dio por terminada su exitosa trayectoria en el futsal.
BUENOS AIRES.- Es el primer campeón del mundo con la Selección Argentina, en 2016, que se retira de la práctica activa de este deporte. Su último partido en la Selección Argentina había sido la final del Mundial. El último paso lo dio en Estrella de Boedo, club de Primera B que lo cobijó en estas dos últimas temporadas.
Arrancó en el Futsal de la AFA en tiempos muchos más amateur del deporte, pero con una mentalidad profesional, que lo llevó a superarse y destacarse en todos los clubes que jugó. Sin ostentar un físico corpulento para esa posición, su autoexigencia en los entrenamientos, lo llevaron a adquirir una potencia y fuerza para poder ganar en los mano a mano con los defensores rivales.
“En Ushuaia empecé a jugar al futsal. Allá por el clima hostil se juega más bien todo indoor. Ahí comenzó mi participación con el futsal en el club Los Andes. Cuando cumplí 15 años vine a Buenos Aires a probar suerte en cancha de once. Jugué en juveniles en Huracán, All Boys y finalmente tres años como profesional en Estudiantes de Buenos Aires”, recuerda Alamiro Vaporaki de sus comienzos.
“Cuando jugaba en Ushuaia al futsal tuve la suerte de ser seleccionado por la selección Argentina de Fútbol de Salón (CAFS). Ahí conocí al profesor Cristian Peratta, él me invito a jugar en Yupanqui en Futsal AFA en la Segunda División y después me llevó a América del Sud, donde inicié mi recorrido en la Primera División”, cuenta Vapo, que tenía a su hermano mayor Walter jugando y quien iba a llegar poco tiempo después el menor Kiki Vaporaki.
Cuando tenía 23 años y ya abandonado el fútbol de once, Alamiro empezó a vislumbrar que el futsal podía ser un medio de vida. “En el 2007, en Argentinos Juniors tuve una temporada muy buena, eso me permitió que varios clubes me llamaran. Eso hizo que, acompañado con el desarrollo de nuestra liga, pueda empezar a tener mejores condiciones”.
Mientras tanto, su desarraigo, fue difícil en ese primer momento. “Los primeros años recibía ayuda de mi familia para poder vivir en Buenos Aires, mientras además hacia la carrera de profesor de Educación Física. Vivir lejos de la familia siempre es difícil”, recuerda.
En cuanto a su mejor nivel de juego a lo largo de estos años, Vapo señaló: “No sé si tengo un momento solo, pero creo que el Mundial de Colombia 2016 fue uno de los mejores que jugué en mi carrera”.
“Las sensaciones fueron cambiando con el correr de estos últimos días. Por un lado la tranquilidad de la decisión que había tomado. Siento que es el momento justo para dejar. Ya soy grande y a veces me cuesta. Si bien siento que estuve a la altura y que terminé jugando bien. Prefería también que la gente se quede con esa imagen y no tirar un año más y arrastrarme en la cancha”, explica Vaporaki.
“Las sensaciones fueron nostalgia, tristeza, alegría. La charla en el último vestuario traté de disfrutarla. Llegué dos horas antes del partido, la entrada en calor, la arenga previa al juego. Estuvo muy linda, mis compañeros. Me emocioné bastante. Les agradecí a mis compañeros, al cuerpo técnico. La gente de Estrella de Boedo me hizo sentir el respeto por mi trayectoria. Estoy feliz del camino que hice, orgulloso. Me dieron la cinta, me hicieron un reconocimiento. Pero una vez que empezó el partido ya me aparté de todo eso porque también quería ganar porque era mi última vez”, cuenta Vapo.
“Vinieron muchos amigos del sur a despedirme, vino mi mamá, mi hermano Walter, mi tío, muchos amigos que están en Resistencia. Mucha gente del ambiente vino. Muchos mensajes de excompañeros de la Selección. Estoy feliz por eso. Del deporte, Mariano Andujar me mandó que fue compañero mío en Huracán. Mucha gente que no conozco y me decía que empezó a ver futsal desde el Mundial de Colombia. Así, un montón”. El pívot empezó en futsal en Yupanqui en la B, luego pasó a América del Sud en la A y continuó en Argentinos Juniors, Pinocho, Boca, Jumilla de España, 17 de Agosto y ahora Estrella de Boedo.