Tabaré Barreto está a cargo del Centro de Interpretación de la Reserva Costa Atlántica (CIRCA) construido hace dos años por el Municipio de Río Grande como un lugar para las actividades relacionadas con el cuidado de las áreas protegidas urbanas, y la biodiversidad de la zona. El Sureño visitó el lugar y comparte, en esta nota, lo aprendido sobre la importancia de la playa la ciudad tal como la conocemos.RIO GRANDE.- Desde el CIRCA, se hace mucho más que mirar a las aves. Y es una estrategia de educación ambiental, y de conservación, de la Dirección de Ecología y Medioambiente. Desde allí, además, se monitores y administran las dos reservas naturales urbanas de Río Grande: Punta Popper, y Laguna de los Patos.
“El objetivo es educar y también hacer un manejo de estos lugares para conservar los valores naturales e históricos”, sintetizó Barreto. En el Centro de Interpretación cuenta con una muestra permanente, que apunta a tres temas principales: la biodiversidad, en la que están contempladas también las aves playeras migratorias; la conservación de las áreas naturales protegidas; y las conductas de las personas, en el sentido de buscar un cambio en ellas para proteger esta biodiversidad.
Cuando se habla de biodiversidad, hay que entender que no es solamente la variedad de especies, sino que es algo imprescindible para la supervivencia. “Estas especies, en conjunto, hacen posible la vida. Nosotros, los humanos somos una especie más, dependiente de estas otras. Sólo que a veces nos sentimos tan en el centro de todo que nos olvidamos”
La playa
Las playas sobre las que está asentada la ciudad de Río Grande, tienen una característica particular, que es la gran amplitud de mareas. Eso hace que durante las horas en que baja la marea, queden al descubierto en el suelo un montón de organismos que habitan el fondo marino, y a la vez resisten esos momentos sin agua, mediante diversas estrategias. Las aves entonces, vienen a alimentarse de esos organismos durante esas horas. “Además la poca profundidad de las costas, favorece la exposición solar y hace que sea muy productiva en algas, por ejemplo. Y se llena de distintas especies de aves que aprovechan esos organismos de distintas maneras. Toda esa vida, gira alrededor de la amplitud de las mareas”, detalló Tabaré.
A la altura del CIRCA, la zona del malinterpretar es de casi dos kilómetros de extensión, y en la zona de Bahía San Sebastián, alcanza los 10 kilómetros, pero esta dinámica, no es algo que se da sólo en la playa: “Cuando hablamos de costa, uno piensa que se habla sólo del lugar en el que el agua moja la tierra, pero en realidad la costa es en algunos aspectos, hasta 60 kilómetros tierra adentro según los especialistas. El sector costero incluye a las lagunas interiores porque hay una dinámica de ida y vuelta de aves, entre la playa y las lagunas. Cuando sube la marea toda esa gran cantidad de aves que no tiene otro lugar, se va a las lagunas, porque se sigue alimentando ahí. Cuando se congelan las lagunas en invierno, algunas de esas aves, migran al norte, y otras especies residentes se vienen a la playa, porque acá hay alimento siempre. Aún la zona del Río, es un lugar al que ingresa agua de mar, y cuando sube la marea, nos quedamos sin agua dulce, así que no es que Río Grande está cerca de la costa, está en la costa, es costa.
Una de las primeras cosas que aprenden las personas que se acercan al CIRCA, es el comportamiento de las comunidades Selk’nam, y cómo ellos administraban los recursos naturales del lugar a fin de no agotar, entre otros recursos, sus lugares de caza, y la flora nativa. “No era solamente salir y cazar todo lo que puedas. Había algunos guanacos que no se cazaban, y había plantas que no se tocaban, o lugares a los que directamente no se entraba a cazar. De ahí parte este concepto de tener algunos lugares reservados para que sean productores de vida. Eso son las reservas, es ese lugar que no vamos a tocar nunca porque ahí queda lo último de determinada especie, muestras de distintos ambientes”, resaltó Barreto.
La ciudad
En estos lugares protegidos, se puede encontrar varias especies de aves migratorias, que recorren toda la costa Atlántica, de norte al extremo sur. “Estas aves, viajan más de 30 mil kilómetros, por necesidad, no por placer. Estas especies están ligadas a las legislaciones internacionales, a las situaciones que se dan en cada país en el momento que ellas deben sobrevolar los cielos, porque ellas buscan alimento, están siempre en verano. Además, el viaje, no es siempre igual, hay viento, tormentas, depredadores… Y después hay que ver qué pasa en la playa a la que llegan. Si no están construyendo una fábrica, si hay perros sueltos, motos, como suele pasar acá. Lo que es un gran problema para ellas”, señaló.
Cuando Tabaré Barreto se recibió de Técnico en Turismo, empezó la búsqueda laboral. Un amigo que se dedicaba a la observación de aves, le dio la idea de trabajar como de guía, para los grupos de extranjeros, que cada año realizan esa actividad. Luego, a través de Luis Venegas, comenzó a colaborar en el anillado de las aves playeras, “A partir de ahí -recuerda- me empecé a meter cada vez más en el tema. Y de a poco, conocí varios investigadores, como Patricia González, que vive en San Antonio Oeste, que sabe mucho sobre los viajes migratorios; Luis Bala, que sabe mucho sobre todos los seres del malinterpretar. Y a la par, todo lo que tiene que ver con la conservación. Porque uno puede saber mucho sobre el playero rojizo, pero el que realmente lo va a poder cuidar, o no, es el vecino. Entonces uno tiene que buscar las estrategias, para darle al público nociones de dónde está parado”.
Y agregó: “Para empezar tengo que agradecer a la Municipalidad. Este tema lo veníamos hablando hace rato con Gustavo Melella, desde antes que fuera intendente, y llegó a ser intendente y quiso avanzar con las reservas urbanas, y con este Centro de Interpretación. Y recién ahí se notó las ganas que tenían los vecinos, aunque algunos todavía son indiferentes, otros están muy interesados en el cuidado. Lo notamos cuando pusimos los tachos de basura en la Laguna de los Patos. Que veníamos evitando porque temíamos que se acumule basura. Y lo que pasó es que los tachos de basura se llenan rapidísimo, y afuera no hay basura. Es más, cuando los agentes de conservación van, nos cuentan que ven gente que está juntando la basura y los pone en los tachos. Y esa es una actitud, que teníamos esperanza de que suceda”.
Para Barreto, sin embargo, el desafío continúa: “En zonas como Punta Popper, todavía es común encontrarse con basura domiciliaria, o con hechos de vandalismo, lo mismo que en la zona de la playa. Las aves están todavía muy desprotegidas. Dependen mucho de la conducta de los vecinos, y creo que el próximo proyecto que encararemos es un programa de difusión, para llegar a todos, para que se sepa bien qué tenemos en la costa. Que no es mucho lo que hay que hacer. Porque estas aves, no ocupan toda la playa, todo el tiempo. Ocupan siempre los mismos lugares, y durante la marea alta. Entonces son pocas horas, en algunos días del verano. Entonces, es poco el esfuerzo, no ir a esos lugares, con nuestros perros, o motos”, destacó.
El año pasado más de 4 mil visitantes, se acercaron a las reservas y al CIRCA, de éstas, 3300 fueron niños de diferentes escuelas. El Centro de Interpretación además, cuenta con una página de Facebook, “También hemos creado un repositorio de información, van a encontrar las especies de aves que nos visitan, y una revista digital que desarrollamos para las escuelas, para docentes. Visítenos. Vean la página, ahí promocionamos todas nuestras actividades, y acá siempre los esperamos”, invitó Barreto.