Macri y la política exterior

BUENOS AIRES (Especial de NA, por Gabriel Profiti).- En dos meses Mauricio Macri se habrá entrevistado con los mandatarios de las cuatro economías más grandes del mundo y ampliará un álbum que -en 500 días de gobierno- incluyó al menos una reunión con los rectores de las diez naciones más influyentes y de diecisiete de los primeras veinte.

El mes próximo realizará visitas oficiales a China y Japón y tendrá en Buenos Aires su primer encuentro con el primer ministro italiano Paolo Gentiloni, sucesor de Matteo Renzi. En junio será anfitrión de la canciller alemana Angela Merkel.

La Argentina presidirá el estratégico G20 en 2018 y a fin de año será la sede de la próxima Conferencia Ministerial de la Organización Mundial del Comercio (OMC), dos organizaciones con las que el kirchnerismo se llevó a las patadas.

Ese protagonismo internacional levanta las acciones de un Gobierno que todavía es escrutado por buena parte de los argentinos a partir de razones muy concretas: las medidas económicas que permitieron amigarse con el mundo no repercutieron fronteras adentro y en algún caso lo hicieron negativamente.

No obstante, que todo el mundo desarrollado diga que está haciendo bien las cosas apuntala de cara a las elecciones a un Macri cuya popularidad ya había crecido luego de la marcha del 1A, según revelaron distintos encuestadores.
Hormiguero electoral

La política vernácula ya comenzó a moverse al ritmo electoral, pese a que faltan dos meses para el cierre del plazo para la presentación de candidaturas, cuatro meses para las PASO y seis para las elecciones generales del 22 de octubre.

En Cambiemos, la pulseada pasa por ordenar internamente al frente. Hay chisporroteos entre el PRO y el radicalismo, el más sonoro en la Ciudad de Buenos Aires, donde las autoridades locales de la UCR respaldan a Martín Lousteau y las nacionales se encolumnan detrás de la estrategia de Horacio Rodríguez Larreta de dejar fuera del frente a su principal amenaza para 2019.

La paz llegará si ambos sectores mantienen algunos acuerdos básicos de convivencia ya fijados: donde gobierna el oficialismo, ya sea radical o macrista, el gobernante define la estrategia y al mismo tiempo debe ser generoso con sus aliados.

Mientras, el PJ entró en estado de agitación. La Cámpora y sectores del peronismo clásico salieron a proponer la confección de una lista de unidad en Buenos Aires para desafiar a un Florencio Randazzo que logró construir una base política e insiste en competir en primarias.

Operadores del randazzismo sostienen que esa lista de unidad no será posible y que el exministro del Interior está dispuesto a enfrentar a cualquier rival, incluso Cristina Kirchner, quien sigue midiendo muy bien en el Conurbano bonaerense.

En ese contexto, Sergio Massa y Margarita Stolbizer buscaron cortar el escenario de polarización vigente entre el oficialismo y el PJ. Presentaron conjuntamente un proyecto para eliminar el IVA en los principales productos de la canasta básica y se espera que instalen una agenda sobre temas irresueltos.

Las propuestas de Massa suelen ser taquilleras pero fiscalmente dolorosas. Con algunas les fue bien y con otras no.