Multidisciplinario. Javier Pittorino y su viaje de la canción a la performance: Es un dispositivo que se va trastrocando

El creador cordobés ya no puede definirse en los límites de la música. Antes de su segunda gira transatlántica, repasa su deriva artística cada vez más ligada al teatro, a la literatura y a la mutación constante.

Casi tres años atrás, el cantautor Javier Pittorino lanzó su tercer álbum de canciones, un trabajo que a la postre lo acercaría como nunca a un tipo de expresión cada vez más personal e individual. Única e irrepetible.

Es que, a partir de las composiciones de Vi en el tumulto un deseo parecido (2022), el músico comenzó a despegarse cada vez más de ese mote (el de músico a secas) para pasar a convertirse en un artista cada vez más difícil de limitar con conceptos.

Algo así como un trovador de momentos e incomodidades, un malabarista de emociones y sentimientos encontrados o un entusiasta del silencio y la palabra en estado puro.

“Si hago otro disco, no sé qué va a quedar”, decía Pittorino poco después de publicar ese disco con el que comenzó a recorrer cada vez más geografías y latitudes. Hoy, con mucho recorrido en el medio, puede decirse que ese trabajo fue fundamental para que su autor saliera de su zona de confort. Así empieza la aventura que hoy lo encuentra en la previa de una nueva gira por Europa y por Sudamérica. Y no precisamente una de las más comunes y corrientes.

Mutación constante
“Me gustó esto de poner a Europa como un punto más en la ruta, y no como un destino magnífico”, señala sobre la gira que inició hace poco en Buenos Aires y en Rosario, y que continuará este sábado en Córdoba antes de mudarse de continente.

Durante octubre, Pittorino tocará en España, en Alemania, en Polonia y en Bulgaria. Luego regresará al país para cerrar el año con actuaciones en Córdoba y en La Plata, y en enero emprenderá una nueva gira por la Patagonia argentina para luego cruzar a Chile. “Me gustó poder pensarlo en esos términos de Transatlántico y Pacífico”, dice sobre un tour que comenzó a gestarse hace ocho meses (“mucho trabajo de gestión”) y ahora encuentra su sentido definitivo con la salida a la ruta.

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Para el artista, es la segunda experiencia consecutiva de itinerancia internacional. También es un reencuentro con el desafío de interpretar esta mezcla de música, poesía y teatro con el lenguaje como una barrera.

“Es un poco el devenir de esto. Con el paso del tiempo, y con irlo presentando en distintos lugares, este proyecto –por así decirlo– se fue deformando y fue pidiendo nuevas cosas, actualizaciones. Y, de esas, muchas eran extramusicales también. Era poner el cuerpo, interpretar algo, bailarlo, actuarlo, recitarlo, y todo eso se me fue colando”, explica el artista sobre el surgimiento de este dispositivo o performance que hoy define su propuesta.

“Se fue deformando lo que inicialmente era un concierto y me vi en el aprieto de tener que cambiarle el nombre, porque ya no era un concierto y yo tampoco podía ofrecerlo como tal. Y a la vez tenía que hacerme cargo de que había nuevas cosas que me estaban interesando”, resume Pittorino.

“En medio de todo eso, hice la gira anterior a Europa. Ahí pude comprobar que todas estas adaptaciones que habían sobrevenido me venían muy bien para conectarme con un público que no hablara español porque de repente había ahí otros elementos extralenguaje”, analiza.

“Fui sumando algo de inglés y algunas otras palabras de los lugares más distantes, como en Polonia. Traté de aprenderme algunas palabras y frases, que son muy poderosas para poder entrarle al oyente”, apunta sobre lo que cosechó en su recorrido por Italia, por Alemania, por Dinamarca, por Polonia, por Reino Unido, por Irlanda y por España. “Es un dispositivo que se va trastrocando. Y, en la medida que se va trastrocando, va cumpliendo su objetivo”, plantea a modo de síntesis.

Lectura e interpretación
La mutación es parte intrínseca de la identidad que busca Pittorino, para quien sus propias canciones –en particular su lírica– fueron un disparador natural para desarrollar ese aspecto más performativo que hoy prevalece como rasgo identitario.

“El disco ya propone eso de ‘ver algo en el tumulto’, y la posibilidad de la interpretación”, apunta el artista, jugando con el título de su tercer álbum.

“Me gusta decir que mis letras no son ni paisajísticas ni descriptivas, siempre apuesto al malentendido, al equívoco, a que el otro arme una interpretación propia. Eso también me permitió seguir deformando y estirando, o acortando, las canciones”, detalla en un nuevo bucle de interpretaciones sucesivas.

Es que la poesía y la prosa de Pittorino, el componente literario de esta búsqueda que a veces se parece a un laberinto, están inspiradas en la búsqueda de autores como Oscar Massota, James Joyce o el polaco Witold Gombrowicz, cuya obra trazó coordenadas explícitas para el camino que recorre hoy el cordobés.

“Es un escritor polaco que vivió en Argentina, contemporáneo de Borges”, introduce el artista.

Y cuenta por qué es especial para él: “Su obra ha sido traducida en distintos lugares y hay muchas conexiones, sobre todo en Polonia, en Bulgaria y en estos lugares a los que voy. Y a mí me sirve tomar de él para hacerlo propio. De alguna manera, la lectura y la interpretación las uso a mi favor”.

–En paralelo a esa construcción artística, te presentás en lugares no convencionales, o que no tienen que ver necesariamente con un circuito habitual para otros colegas. ¿Es una forma de establecer un recorrido propio?

–Yo creo que apuesto a perderme en esto. En un principio, pareciera que uno va a perderse a lo laberíntico, pero después yo voy encontrando que en realidad lo que estoy buscando son mis propias referencias. Esas referencias me van llevando a otros lados también, y siempre están guiadas un poco por el interés a qué me voy a encontrar en el lugar al que voy. Muchas veces son desafíos muy extraños; en este caso me toca ir a Bulgaria, que es bastante más distante que Polonia incluso. Ellos usan el cirílico, desde ya se me hace imposible leerlo o seguir la estructura. Uno se ve abrumado porque no entendés absolutamente nada. Hace poco recibí un mail y no sabía ni dónde estaba puesto mi nombre. Y bueno, hay veces que no sé bien por qué estoy yendo hacia allá. Pero apuesto a que hay cosas que me vienen llevando hacia ahí. Y creo que eso inevitablemente va a traer nuevas deformaciones, nuevos devenires.

–El año pasado sacaste “Fuego y frío”, que definiste como un “simple teatral”. Hacia adelante, en términos creativos, ¿estás pensando en volver a grabar? ¿Cómo sigue la obra a partir de estas deformaciones?

–Eso últimamente me trae un gran conflicto. No sé si hay un soporte para poder dejar registrado esto de una sola forma, como sería en el caso del disco. Por el momento, me vengo valiendo del registro de la gente en los shows. Pido que me los manden, o los voy descargando, y armo un video para subirlos. A lo mejor el año que viene grabe algo también, quizás use las distintas herramientas que haya. Así como la escritura, que es algo que disfruto mucho. En algún momento, puede ser un texto, una nota periodística, puede ser un libro. De repente, puede ser un video, una película, otro disco. Ya veré qué voy sintiendo ganas de hacer. Pero sí definitivamente no es en la línea de hacer el camino de grabar un disco tras otro. No creo que ese sea mi camino.

Para ir
Javier Pittorino actúa este sábado 27 de septiembre a las 20.30 en Funez Cultura (Deán Funes 616). Entradas, desde $ 10 mil en Antesala.com.ar.

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