¿Superman copiando a Batman… en versión LEGO? 🤯 El final de la nueva película de DC es más familiar de lo que imaginas
Puede parecer una locura, pero la nueva película de Superman tiene un final que… ya habíamos visto antes. Y no fue en El Hombre de Acero (2013), ni en ninguna entrega del Zack Snyder. Hablamos de una película animada, llena de piezas de LEGO, con chistes cada cinco segundos y un Batman que hacía beatbox para calmar a Robin.
Sí, has leído bien. Superman (2025), el primer gran capítulo del nuevo DCU de James Gunn, toma prestado (y bastante) del clímax de Batman: La LEGO película (2017). Y no solo a nivel de estructura o estética. El paralelismo entre las dos historias es tan evidente que uno empieza a preguntarse si no estamos ante un homenaje camuflado… o directamente un copia-y-pega en clave épica.
Dos ciudades al borde del colapso y solo Superman y Batman pueden evitar la catástrofe
En Superman (2025), el plan final de Lex Luthor es abrir un agujero negro en pleno centro de Metrópolis para atraer al héroe, desatar el caos y forzarlo a caer. El resultado: la ciudad se parte en dos, arrastrada hacia una grieta que se expande como una cicatriz galáctica. La gente huye y los edificios se doblan.
¿Te suena? En Batman: La LEGO película, el Joker coloca bombas que hacen literalmente lo mismo: dividir Gotham City por la mitad, con la amenaza de que caiga al abismo de las placas LEGO. La diferencia es que una lo hace con CGI realista y tensión dramática… y la otra con piezas de colores y un Batman emocionalmente bloqueado.
De universos de bolsillo a zonas fantasma
Ambas películas usan un concepto visualmente parecido: un espacio alternativo al que los villanos o los héroes son enviados. En LEGO, es la Zona Fantasma; en Superman, un universo de bolsillo creado por Luthor donde encierra a Kal-El, Metamorfo, Krypto y hasta a su propia novia espía.
Y aunque el tono sea radicalmente distinto, el efecto visual es similar: mundos que parecen construidos con bloques, geometrías imposibles, gravedad alterada y una estética muy videojuego. La escena de Superman atrapado en el río de antipartículas recuerda por momentos a una versión oscura del reino LEGO. Puede que no sea un ladrillo amarillo, pero el guiño visual está ahí.
La ciudad se parte… ¿y cómo se arregla?
Aquí es donde las dos películas se distancian. En LEGO, Batman convence al Joker de que sí, es su enemigo, y solo colaborando todos, héroes, villanos y ciudadanos, pueden «encajar sus piezas» y reconstruir Gotham. Literalmente hacen un puente de cuerpos para unir las dos mitades de la ciudad. Es absurdo, adorable y muy emocional.
En Superman, el agujero negro se cierra gracias a la intervención técnica de Mr. Terrific y a una pelea final donde Krypto (sí, el perro) juega un papel decisivo. Luthor no coopera. Ultraman acaba volando al vacío. Y aquí no hay puentes humanos ni abrazos entre archienemigos. Lo que hay es una declaración: «Soy kryptoniano, sí… pero también humano».
¿Un homenaje intencionado?
Los parecidos son demasiados para pasarlos por alto. Pero la diferencia de tono también es clara. LEGO Batman es una comedia sobre la incapacidad de Bruce Wayne para aceptar el amor de su nueva familia. Superman es un drama superheroico sobre la identidad, la traición y la redención. El uno es un musical en miniatura; el otro, un blockbuster con ambiciones filosóficas.
Y sin embargo, el mensaje final de ambos no dista tanto. Batman aprende que no puede hacer todo solo. Superman también. Solo cuando confía en Lois, Jimmy, Mr. Terrific, Metamorfo y hasta en su perro es cuando empieza a ganar.
La broma del siglo (o no tanto)
Muchos espectadores no se dieron cuenta del parecido hasta después de ver Superman y recordar que ya habían visto algo así en otro sitio. Otros lo comentan en redes con humor: «Gunn se inspiró en LEGO y no lo disimula». Algunos incluso destacan que el nuevo DCU, con su tono más ligero, colorido y humano, se parece más al universo animado de LEGO que al de Snyder.
¿Es esto algo malo? Para nada. Batman: La LEGO película fue una joya incomprendida: inteligente, divertida, emocional y visualmente sorprendente. Si Superman decide tomar prestado algo de ahí, al menos lo hace de una de las mejores adaptaciones modernas del Caballero Oscuro.
Bloques emocionales y puñetazos solares
El tercer acto de Superman tiene de todo: traiciones, redención, villanos que caen en agujeros negros, héroes que se reconcilian con su pasado y un perro que salva el día. Pero también tiene algo que LEGO Batman ya había ensayado: el momento en que el héroe deja de intentar resolverlo todo solo.
La diferencia es que en vez de unir físicamente la ciudad con un abrazo colectivo, aquí la solución pasa por un clímax tecnológico: un botón, una coordenada, una ejecución rápida. Y aunque menos emocional que la escena de “unirse para salvar Gotham”, el mensaje está ahí: la salvación llega en equipo.
Una escena post-créditos que también recuerda…
En Superman, la escena a mitad de los créditos muestra al héroe y a Krypto contemplando la Tierra desde la Luna. Es una imagen tranquila, reflexiva. Casi como esa última escena de LEGO Batman donde Bruce y su nueva familia aprenden a vivir juntos. El humor cede espacio a la paz.
Incluso la post-créditos, con Superman y Mr. Terrific discutiendo sobre un edificio mal encajado, parece una broma visual digna del universo LEGO: un guiño simpático, casi meta, que cierra el ciclo con ligereza.
Superman (2025) no es una copia directa de Batman: La LEGO película, pero sus parecidos en el clímax son demasiado concretos para ser casuales. Ambas películas muestran a un héroe enfrentado a su soledad, al borde de perderlo todo, y salvando a una ciudad que literalmente se parte en dos.
Y aunque uno lo haga con bloques de colores y el otro con rayos gravitatorios y discursos sobre la humanidad, el núcleo es el mismo: la unión, la vulnerabilidad y el poder de rodearse de otros.
Quizá no sea casualidad que James Gunn haya empezado su nuevo universo cinematográfico recordándonos lo que una película animada de LEGO ya nos había enseñado hace años. Porque a veces, para reconstruir una ciudad… primero hay que dejar que se rompa.