Las heces de pingüino serían esenciales para reducir los efectos del calentamiento global en el continente, según un estudio publicado en ‘Nature’.
BUENOS AIRES.- De acuerdo a un grupo de investigadores de la Universidad de Helsinki en un estudio publicado en la revista científica Communications Earth & Environment de Nature, «los procesos biológicos influyen en la composición atmosférica y el clima mediante diversos mecanismos».
Y ponen un ejemplo: «Los organismos vivos emiten vapores que moderan las propiedades de las nubes mediante la producción de aerosoles y núcleos de condensación de nubes (CCN) o partículas nucleantes de hielo (INP), que posteriormente afectan el balance radiativo de la superficie terrestre, la precipitación y el clima».
En este sentido, el equipo científico de la Universidad de Helsinki asegura que el amoniaco liberado por el guano (o excrementos) de los pingüinos Adelia (Pygoscelis adeliae), que habitan el polo sur, podría ayudar a reducir los efectos del cambio climático en el continente.
El motivo es sencillo: contribuye a una mayor formación de nubes. O, al menos, así lo asegura su análisis.
En el ecosistema antártico, los pingüinos se consideran «especies clave», según los autores del estudio. Pero su hábitat está amenazado por la pérdida de hielo continuada.
De acuerdo a los datos que revelan desde la Universidad de Helsinki, la desaparición de estos animales podría afectar al resto del planeta y, sobre todo, a la manera en que el propio calentamiento global impacta en la Antártida.
El equipo liderado por Boyer lo deja claro en Nature: «El amoniaco puede aumentar la formación de nubes al reaccionar con gases que contienen azufre, incrementando la creación de aerosoles —partículas que proporcionan una superficie para que el vapor de agua se condense—, lo que lleva a la formación de nubes».
Estas pueden «actuar como capas aislantes en la atmósfera», lo que ayuda «a reducir las temperaturas superficiales». Esto, aseguran los investigadores, afectaría a la manera en que se extiende y se derrite (o deja de hacerlo) el hielo marino.
Sin embargo, los científicos de la Universidad de Helsinki insisten en que aún es pronto para comprender en su totalidad la compleja «interacción específica entre los pingüinos y el clima antártico».
Para llegar a esta conclusión, Boyer y su equipo midieron la concentración de amoniaco en el aire en un sitio cercano a la base Marambio de la Antártida, entre el 10 de enero y el 20 de marzo de 2023.
Durante ese tiempo, observaron que, «cuando el viento provenía de la dirección de una colonia de 60,000 pingüinos Adelia situada a unos 8 kilómetros, la concentración de amoniaco aumentaba hasta 13,5 partes por mil millones —más de 1.000 veces superior al valor de referencia (menos de 10,5 partes por billón)», explican.
E insisten en que «incluso después de que los pingüinos migraran del área a finales de febrero, la concentración de amoniaco seguía siendo más de 100 veces mayor que el valor de referencia».
Esto, indican, se debe a que el guano que dejaron en la colonia continuaba emitiendo el gas.
Los resultados de su investigación sugieren que «el guano de pingüino podría estar ayudando a reducir los efectos del cambio climático en su propio hábitat en la Antártida».