Cada vez que pides a una IA que genere una imagen, se consume más agua de la que imaginas. Pero eso no es lo más alarmante. Desde los saludos corteses hasta tus series favoritas, todo deja una huella. ¿Estamos realmente valorando el coste oculto de lo digital?
La inteligencia artificial está transformando nuestra vida diaria, pero también está desatando una silenciosa preocupación ambiental. Detrás de cada imagen generada, texto creado o vídeo compartido, hay un coste que rara vez se menciona. ¿Es la IA realmente más contaminante que otros hábitos digitales comunes? La respuesta podría sorprenderte.
Litros, vatios y emisiones: el precio oculto de la IA
Con el auge de herramientas que generan imágenes, textos y vídeos con IA, ha surgido una pregunta inquietante: ¿cuánta agua y energía estamos consumiendo sin saberlo? Crear una sola imagen puede requerir entre 5 y 50 litros de agua, equivalente al consumo diario de una familia. Esta cantidad se utiliza para refrigerar los centros de datos, cuyos chips trabajan a pleno rendimiento para cumplir nuestras peticiones.
Pero el problema no acaba ahí. El entrenamiento de modelos como GPT-3 equivale, en consumo energético, a lo que usarían 126 hogares daneses en un año. Aunque una vez entrenado su gasto baja, la etapa de uso o «inferencia» sigue siendo exigente. Se estima que generar una imagen consume la misma energía que cargar un móvil al 100 %.
Incluso las interacciones más inocentes tienen impacto. Un simple “gracias” o “por favor” a un modelo de lenguaje cuesta millones. Literalmente.
Series, redes y búsquedas: nada sale gratis
La IA no es la única culpable. Ver maratones en Netflix o pasar horas en Instagram también tiene su coste ambiental. Las respuestas generadas por modelos de lenguaje consumen hasta 10 veces más energía que una búsqueda en Google. Y el streaming representa el 82 % del tráfico de internet, siendo responsable del 6 % de las emisiones globales, al nivel del sector de la aviación.
En redes sociales, un reel de 15 segundos gasta lo mismo que subir ocho fotos. Según investigadores españoles, el impacto energético de estas plataformas está infravalorado. Y si pensabas que todo esto superaba a otras tecnologías, atención: el aire acondicionado representó en 2022 el 7 % del consumo eléctrico mundial, superando incluso a los centros de datos.
IA verde y responsabilidad digital: las dos caras de la moneda
La buena noticia es que la IA también puede formar parte de la solución. Se está promoviendo el desarrollo de algoritmos verdes y herramientas que ayuden a combatir el cambio climático desde dentro, reduciendo su huella (enfoque “green-in”) y promoviendo aplicaciones sostenibles en sectores clave (enfoque “green-by”).
Pero sin una transformación cultural, poco cambiará. Comprender el impacto de cada clic y adoptar prácticas digitales más responsables puede marcar la diferencia. No se trata solo de mejorar la tecnología, sino de repensar cómo la usamos.