Ana Berbel practica la lombricultura y el compostaje, dos técnicas que permiten reducir hasta en un 50% los residuos orgánicos que genera en su propio hogar. Estas prácticas, asegura, están “al alcance de todos” y a partir de noviembre brindará talleres impulsados por el INTA en Río Grande.
RIO GRANDE.- A partir de noviembre, desde el programa de voluntariado del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) en Río Grande, se lanzará un taller gratuito de “Compostaje Domiciliario”, abierto a toda la comunidad.
La iniciativa estará a cargo de Ana Berbel, que desde hace catorce años practica la lombricultura y el compostaje, dos técnicas que permiten reducir los residuos orgánicos que se generan en cada hogar.
Según la modalidad que se utilice, a través de un proceso de descomposición controlado, se obtiene abono o humus, un producto orgánico de altísima calidad.
En diálogo con El Sureño, Berbel explicó que, a través del compostaje “lográs replicar algo que la naturaleza hace desde hace millones de años”, es decir, la descomposición natural de los residuos orgánicos.
“Es una técnica de valorización ambiental muy sencilla que, por ejemplo, la realizaban nuestros familiares hace décadas cuando tiraban los residuos en el fondo del patio e iban dejando que eso se vaya degradando, para después utilizarlo como abono. Ese es el proceso simple”, señaló.
Con la lombricultura “lo que ocurre es que se activa más rápidamente ese proceso y lográs un producto mejor, ya que la feca de lombriz se transforma en humus, que se compone de muchos más elementos y nutrientes que se utilizan para la agricultura.
“Elegí la lombriz roja californiana porque es una variedad que puede vivir hacinada, en superpoblación, y todo lo que va comiendo, es decir, esos residuos que va comiendo y va defecando se convierten en el humus, que a vista de cualquiera es como ver y oler tierra, porque tiene ese olor y esa textura”, explicó.
De este modo, Berbel señala que se puede realizar compostaje simple o lombricultura, logrando por cualquiera de estas formas “disminuir de la bolsa diaria de residuos que uno desecha de su hogar”.
Y para ambas técnicas, el insumo es el mismo: yerba, cáscaras de frutas, verduras, saquitos de té y hasta los rollos de papel higiénico o de servilletas de cocina.
“Se trata de residuos orgánicos que, si se tiene en cuenta su composición, casi en un 50% se trata de residuos renovables, netamente orgánicos que pueden ir a la composta, de manera que se reduce muchísimo la disposición final de residuos”, remarcó.
Años atrás, Berbel dictó una serie de talleres comunitarios, así como en distintas escuelas de la ciudad. “Mucha gente se interesó y lo llevó a la práctica; algunos lo continúan haciendo y otros no, pero básicamente la idea que se transmite siempre es el hecho de que uno puede, dentro de su propia casa, tomar una acción directa para mitigar el impacto ambiental”, valoró.
“El compostaje se puede hacer en espacios reducidos, con una mínima ventilación y el proceso en sí, controlado adecuadamente, no genera malos olores, no atrae roedores, ni insectos, y lo que se produce es enmienda orgánica para las plantas del hogar”, resume.
Además, se requieren mínimos conocimientos, y esto es lo que rescata Berbel de los talleres que dictará a partir de noviembre con apoyo del INTA.
“Es muy interesante el programa de voluntariado porque el INTA, como institución, opera justamente llevando ese conocimiento y esa técnica a quien la quiera obtener, y ese trabajo es fenomenal”, remarcó.
Por último, Berbel consideró que la propuesta de compostar los residuos representa una alternativa para “ir avanzando gradualmente en revertir la problemática de la basura”, entendiendo que “las pequeñas acciones del día a día no van a cambiar sustancialmente el resultado de este gran problema, pero sí van a contribuir al menos para que los más chicos aprendan que es posible reutilizar los residuos”.
“No hablamos de basura, porque la mal llamada basura es, en términos ecologistas, un recurso renovable y tenemos que llegar a su reaprovechamiento”, concluyó.