Una IA que promete “resolver todas las enfermedades” está a punto de probar sus primeras drogas para humanos

Un laboratorio muy reservado, respaldado por Google, usa inteligencia artificial para inventar nuevas medicinas contra las peores enfermedades de la humanidad.

¿Podremos confiar en drogas diseñadas por una mente que no es humana?

En lo profundo de Alphabet, compañía madre de Google, hay un laboratorio muy reservado que trabaja en una promesa tan audaz que parece de ciencia ficción: resolver “todas las enfermedades».

La compañía, Isomorphic Labs, se prepara para dar inicio a sus primeros ensayos clínicos humanos con drogas para tratar el cáncer, diseñadas enteramente por inteligencia artificial.

En una entrevista reciente con Fortune, Colin Murdoch, Presidente de Isomorphic Labos y CBO de Google DeepMind, confirmó que la compañía está a punto de dar este paso monumental. Para todo el que haya visto a un ser querido luchando contra una enfermedad devastadora, esto ofrece una esperanza inmensa.

Pero para el público que cada vez desconfía más del poder de la IA, surge una pregunta escalofriante: ¿podemos realmente confiarle nuestras vidas a un algoritmo?

Isomorphic Labs nació del avance AlphaFold, tan festejado en DeepMind. Es un sistema de IA que asombró a los científicos al predecir las complejas formas en 3D de las proteínas. Para entender por qué es algo tan importante hay que saber cómo se hacen las drogas tradicionalmente. Durante décadas ha sido un proceso lento y brutal de ensayo y error. Los científicos pasan en promedio entre 10 y 15 años, y gastan más de mil millones de dólares para lograr que una única droga nueva esté en el mercado. Y la mayoría de las candidatas fracasan en ese camino.

Isomorphic Labs utiliza su IA, AlphaFold 3, para acelerar esto drásticamente. La IA puede predecir las complejas estructuras 3D de las proteínas del cuerpo humano con asombrosa precisión, lo que permite que los científicos diseñen digitalmente nuevas moléculas de drogas perfectamente formadas para luchar contra una enfermedad específica, y todo antes de ingresar en un laboratorio físico.

La compañía ya ha firmado acuerdos multimillonarios en dólares con los gigantes farmacéuticos Novartis y Eli Lilly y acaba de recaudar U$600 millones de nuevos fondos para que sus candidatas a drogas – comenzando por la oncología – entren en ensayos humanos. La promesa es una utopía médica. “Este financiamiento acelerará todavía más el desarrollo de nuestro diseño de drogas con IA de nueva generación, ayudándonos a que nuestros programas avancen hacia el desarrollo clínico. Representa un importante paso adelante en nuestra misión de algún día resolver todas las enfermedades con ayuda de la IA “, dijo en marzo el CEO Sir Demi Hassabis, que en 2024 ganó el Premio Nobel en Química por su trabajo pionero en AlphaFold 2.

Las dudas
Cuando las grandes tecnológicas empiecen a diseñar medicina ¿quién será propietario de tu cura? Allí es donde aparecen los profundos miedos sobre el rol de la IA en nuestras vidas. La mayor preocupación es el problema de la “caja negra”: sabemos que la IA brinda una respuesta, pero no siempre sabemos cómo.

Entonces surgen las grandes preguntas:

– ¿Será Alphabet la propietaria d ela nueva droga contra el cáncer, así como es propietaria de tus resultados de búsqueda?

– ¿Serán asequibles estos tratamientos diseñados por IA, o quedarán atrapados detrás de patentes excesivas, a las que solamente puedan acceder los ricos?

– ¿Mantendrán los estándares de los ensayos humanos el nivel de velocidad de los avances generados por máquinas?

– ¿Quién se hará responsable si una droga diseñada con IA funciona mal? ¿Será la compañía propietaria de la IA? ¿Los programadores? ¿La IA misma?

Contactado por Gizmodo un vocero de Isomorphic Labs dijo que la compañía “no tiene nada más para comunicar”.

La IA podría revolucionar la medicina. Pero sin controles también podría replicar las peores partes de la industria tecnológica: la opacidad, el monopolio, y las ganancias por encima del acceso. Isomorphic Labs está empujando a la humanidad a un punto de inflexión sin precedentes. Si lo logran, podrían aliviar el sufrimiento mucho más que cualquier otro invento en toda la historia.

Pero para eso, primero tienen que convencer a un público escéptico de que la promesa bien vale el riesgo, que tampoco tiene precedentes.

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