

Sergio y Jorge Antonio son amigos hace más de 20 años. La amistad perduró a través del tiempo, y la distancia. Hoy conversan con El Sureño, sobre el valor de tener amigos, y cómo lograr que una relación sin lazos sanguíneos, sea duradera.
RIO GRANDE.- “Uh, yo tengo 34 años, y a Jorge lo conozco desde que tengo doce años”, es lo primero que dice que Sergio cuando habla de su amigo Jorge.
Se conocieron en Salta, dónde pasaban la mayor parte del tiempo pescando, paseando, charlando, jugando a la pelota, y a veces haciendo macanas.
“Podríamos estar todo el día contando anécdotas. A veces en el trabajo, cuento cosas que nos pasaron cuando éramos chicos, y no me creen. Entonces, le preguntan a Sergio, o Keku, como lo conozco yo; entonces él les cuenta, y confirman que era verdad”, dice risueño Jorge Antonio, amigo de Sergio.
Y agrega: “La verdad que, a Sergio, lo conozco hace mucho tiempo. Yo tenía un grupo de amigos con los que nos íbamos a pescar, y él, como era más chicos, se quedaba ahí. Pero siempre quería venir con nosotros, así que lo empezamos a incluir, y de ahí, íbamos para todos lados, todos juntos”.
En el 2005, apenas saliendo de la situación económica, que quedó como producto de la crisis del 2001, Jorge decide venir a Tierra del Fuego, buscando trabajo.
“Al año, creo, él se volvió a Salta. Y él me contaba como era acá, siempre. Después, quien vino a Río Grande fue mi hermano, y al poco tiempo vine también yo”, cuenta Sergio.
Igual, siempre hablábamos, y manteníamos contacto. Cuando yo estaba acá, hacía un año más o menos, él me pregunta, como estaba la cosa acá, porque allá, seguía siendo todo medio feo. No se conseguía trabajo. Y yo le dije, que acá, trabajo había”, relata.
En principio el plan era volver a Salta después de alguna temporada, pero como suele pasar, Sergio terminó enamorándose de la Isla, y decidió quedarse. “Y si vos te quedás, yo me quedo también”, fue la respuesta de Jorge. Así, ambos, comenzaron a buscar trabajo. Mientras, seguían pasando tiempo con la pesca, los chistes, y las familias: “Para mis hijos, él es el tío Sergio. Lo conocen, lo quieren. Saben que cualquier cosa que pase, está él. Como su mamá y yo”, dice Jorge con toda confianza.
Por causalidades de la vida, hoy Sergio y Jorge, trabajan casi en el mismo lugar, y siguen viéndose todos los días. Ambos aseguran que después de tantos años, a veces con una mirada no más, ya se entienden: “A veces estamos ahí con otra gente, y ya sé por la cara, cómo le cae lo que le dicen, hay cosas que no hace falta hablarlas”, dice Sergio pensativo.
Y agrega: “Y la verdad… Para mí él es un soporte, un cable a tierra. Puede hacer como las veces de padre, hermano, es mi amigo. Vivimos muchas cosas: malas, buenas y divertidas sobre todo”.
Jorge, era el más grande del grupo de amigos que se formó hace años, en Salta; entre ellos, se encuentra Sergio. “¡Pero en realidad somos como diez!, y son todos amigos que, hasta el día de hoy, no me han dejado solo”, coincide Jorge. “Yo a mis hijos les digo siempre, que hay que hacerse querer, en el trabajo, en la escuela, tener amigos, y buscar las amistades así como la que tenemos con Sergio. Que en las buenas y en las malas, te pueden ayudar. En las malas que he pasado, él siempre ha estado ahí. Por más que yo soy más grande, mis amigos me ayudan mucho cuando me dan consejos, yo siempre trato de escucharlos, porque me hacen ver las cosas de otra manera”, expresa Jorge.
A la hora de pensar en cómo tener éxito a la hora de hacer amigos, ambos agradecen las experiencias pasadas. “Lo más importante, es el respeto. Como entre los hermanos, entre los tíos, y los amigos. Y confianza, tener confianza, y no defraudar la confianza del otro”, concluye Jorge.