Turismo gastronómico, un aliado del desarrollo sostenible

Existen diferentes formas de turismo entre las cuales se destaca el turismo gastronómico, el cual se enfoca en conocer y experimentar la gastronomía típica de un país o región dirigidas especialmente a personas amantes y exploradores de la comida o personas conocedoras del arte (chefs) interesados en la historia y el inicio de esta.

No hay nada más identitario que la gastronomía. A través de un plato de comida o de un producto elaborado podemos conocer la cultura y las costumbres de una comunidad, así como saber las bondades de su tierra y hasta transportarnos a los sabores de sus ancestros. El turismo gastronómico nos permite una experiencia auténtica que cada vez es más elegida por los turistas que buscan sumar un compromiso social en sus viajes.

Argentina integra la Red Global de Turismo Gastronómico de la OMT.

La gastronomía es una de las manifestaciones culturales más importantes del ser humano y responde a valores clásicos que se asocian a las nuevas tendencias en el turismo: el territorio, el paisaje, el patrimonio cultural, la vida saludable, la autenticidad, la sostenibilidad, la producción y el consumo responsable y la creación de experiencias, entre otros.

¿Qué es el turismo gastronómico?

El turismo gastronómico, también llamado Enogastronómico, se trata de aquellos viajes y servicios turísticos en los que el vino, la gastronomía y los productos agroalimentarios locales constituyen el eje fundamental del viaje y son sus protagonistas principales o, al menos, representan una parte importante y diferenciada del mismo. Es decir, es aquel en el cual la gastronomía, como expresión histórica-cultural de los pueblos, motiva en mayor o menor medida, el desplazamiento de turistas hacia los destinos con la finalidad de conocer el patrimonio cultural gastronómico material e inmaterial; consumir y disfrutar de productos, servicios y experiencias gastronómicas propias del lugar visitado, como:

Visita a bodegas.

Comer en restaurantes que ofrecen especialidades regionales.

Observar y participar de una demostración de cocina.

Hacer degustaciones y catas de productos típicos.

Visitar mercados, ferias y tiendas de venta de productos locales.

Visitar establecimientos agroproductivos y alimentarios.

Asistir a fiestas y festivales que tengan a la comida local como protagonista.

Visitar museos y centros de interpretación de sabores.

Recorrer circuitos o rutas turísticas gastronómicas, entre otros.

Turismo sustentable

Detrás de cada plato y de cada producto regional, no solo hay sabores auténticos y propios de cada destino sino también una forma de impulsar el desarrollo sostenible y diferenciado. Así cientos y miles de familias, productores locales y emprendedores que hacen del turismo su actividad principal o complementaria logran -como nos dice Diego Plottier, gerente de Innovación y Desarrollo de la Cámara Argentina de Turismo (CAT)-:

Mayores ingresos

Transmitir saberes de generación en generación evitando su pérdida.

Desarrollo local dinamizando regiones, por las posibilidades por ejemplo de generar empleo y nuevos ingresos económicos.

Arraigo, permanecer y desarrollarse dentro de su propio territorio evitando emigrar.

Intercambio cultural entre locales y turistas, lo que conlleva a un aprendizaje de parte de los visitantes sobre el territorio y todo lo que éste ofrece (materias primas, tradiciones, etc.).

Turistas conscientes

Según una encuesta de la OMT (Organización Mundial del Turismo) realizada en el año 2017, la gastronomía ocupa la tercera posición entra las motivaciones por las cuales los turistas deciden visitar un destino, luego del interés cultural y el de naturaleza.

Cada vez más el turista busca experiencias honestas, reales y sobre todo experiencias locales, que lo conecten con el entorno, con la cultura y las personas. Entonces, ¿cómo es el turista gastronómico?:

Es un turista que participa de las nuevas tendencias del consumo cultural.

Es un viajero que busca la autenticidad de los lugares que visita a través de la gastronomía.

Que le preocupa el origen de los productos.

Que reconoce el valor de la gastronomía como medio de socialización, como espacio de convivencia, de intercambio de experiencias.

Con este tipo de turismo se busca que “el turista pueda conocer un territorio a través de su cultura gastronómica y su circuito productivo”, dice Diego Plottier y agrega que son muchas las cosas que se aprenden al viajar de este modo: sobre la estacionalidad, la buena alimentación, a valorar la propia u otras culturas, y a tener una conexión con lo local.

Sin dudas, cuando recorremos las Rutas del vino en Mendoza o del té en Misiones, cuando pedimos el plato típico de la región en un restaurante o cuando visitamos a quienes hacen dulces artesanales, no solo se trata de recetas y sabores, sino también de emociones, recuerdos, anécdotas y vivencias auténticas que unen a locales y visitantes en una experiencia única. Fuente: CAT

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