Doctora María Esmeralda Vaccaro: Una trayectoria de más de 30 años al servicio de la salud infantil

La doctora María Vaccaro exhibe con orgullo el reconocimiento recibido.

La médica pediatra María Esmeralda Vaccaro fue reconocida por la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP) como Miembro Honorario. Al reflexionar sobre el reconocimiento, habla de los inicios del servicio de Pediatría en el Hospital Regional, cómo ve a la salud pública en la actualidad y agradece seguir trabajando en lo que más le gusta hacer.

 

 

RIO GRANDE.- La doctora María Esmeralda Vaccaro llegó a Río Grande en el año 1985. Esta semana recibió, en Buenos Aires, de la Sociedad Argentina de Pediatría, el reconocimiento como Miembro Honoraria Nacional. Esta mención es un premio a su trayectoria profesional, y el trabajo realizado a la par de sus colegas, desde la filial fueguina de la Asociación de Pediatría.

Hoy la doctora Vaccaro está retirada de sus tareas en el Hospital de Río Grande y atiende pacientes en su propio consultorio. Cerca del año 94, mientras terminaba su especialización, le propusieron trabajar en la SAP: “Nosotras comenzamos la filial de la Sociedad de Pediatría en la provincia, junto con la doctora Edit Scaiola, y la doctora Bibiana del Giudice. En el año 94 me formé en el hospital Durán, hice mi residencia. Ahí conocí muchas personas que pertenecían a la Sociedad Argentina de Pediatría, y ellos hace tiempo que estaban queriendo que hubiese una filial acá en Tierra en Fuego. Así que primero fue una delegación y después una filial”, explicó.

“Yo estuve como médica pediatra en el Hospital Regional desde el 1985 y me jubilé en el 2005. Toda esa trayectoria fue reconocida en la Sociedad Argentina de Pediatría, a través de esta mención. Hoy sigo formando parte de la filial de la SAP, como revisora de cuentas. Pero fui Presidenta y también autoridad regional de la SAP. Creo que ocupé todos los puestos que uno puede llegar a tener en la filial”, detalló la médica.

Una de las mayores satisfacciones de haber ejercido la profesión durante tanto tiempo en una ciudad como Río Grande es la posibilidad de ver crecer a los que fueron sus pacientes: “Yo hoy estoy atendiendo hijos y hasta nietos de mis pacientes. Porque algunos, cuando yo los empecé a atender eran ya grandes. También tengo otros pacientes, que por ahí ya no están en edad pediátrica pero cuando tienen algún problema me siguen consultando. Porque uno, con algunos de ellos, que son pacientes crónicos o por otras razones, desarrolla un vínculo, que va más allá de la relación médico-paciente. Uno comparte afectos y muchas situaciones de vida. Entonces, ellos vuelven y consultan, aún en cuestiones que no son de salud específicamente”, expresó.

Además, Vaccaro recordó cómo fueron formándose en el Hospital de Río Grande los actuales servicios de Pediatría y Neonatología: “Y, cuando empezamos, porque nosotros vinimos con las doctoras Edit Scaiola y Bibiana del Giudice, Pediatría no existía como tal. El pediatra que estaba de pasiva hacía guardias generales, tenía que atender los partos o por lo menos controlarlos hasta que viniese el ginecólogo que estaba de guardia, o el obstetra. No había servicio de enfermería específicamente capacitado para cada lugar, cada enfermero atendía en la guardia, en clínica, neonatología o pediatría, y guardia”, relató la médica.

La única condición que Vaccaro y sus colegas plantearon para venir a Tierra del Fuego fue la de trabajar como médicos pediatras. “Nosotras sólo íbamos a hacer guardias de pediatría. Y a partir de eso, junto a los médicos que ya estaban acá, como el doctor Rocha, doctor Maqui, doctor D’Hipola, y otros empezamos a hacer guardias activas. Y ahí se empezaron a formar los servicios. Se hizo un curso para las enfermeras, también con el apoyo de las Sociedad de Pediatría para capacitar a las enfermeras de pediatría y neonatología. Y esa gente capacitada se fue quedando en el servicio. Después comenzó a crecer el número de profesionales, llegaron muchos más y se formaron los servicios que siguen funcionando en el Hospital”, narró Vaccaro.

Desde que se jubiló pasaron 12 años y María Esmeralda asegura que los profesionales del Hospital público hoy tienen una tarea muy difícil, que se ve seriamente determinada por la situación política, social, y económica: “Hoy la situación del hospital es crítica. Realmente a la salud pública le han dado muy poca importancia. Y los servicios que estaban bien, porque en general, siempre falta gente. Pero ahora, neonatología por ejemplo, ha sufrido un montón, pediatría lo mismo, viene gente de afuera a hacer guardia porque no pueden cubrir las guardias. Todo eso va en detrimento de la atención y de cada servicio. Además, la demanda es cada vez mayor. La población, desde que yo llegué, por ejemplo, aumentó un montón y las necesidades de las personas al no tener un buen pasar económico, comienza a haber más patologías. Se vive en condiciones más precarias, los chicos no tienen todo lo que necesitan, así que va a haber más enfermedades”, remarcó.

Y agregó: “Hay cosas que en aquella época no se veían. Si había un niño desnutrido era porque tenía otra patología que lo llevaba a la desnutrición, no porque le faltara comida. Sin embargo ahora se ven chicos que no tienen las condiciones básicas satisfechas”.

Al pasar por este momento de reconocimiento, la doctora Vaccaro, afirmó que se siente agradecida a su profesión y sostuvo que la pediatría es una especialidad que trabaja con toda la familia: “Los pediatras tenemos la necesidad de dedicarle más tiempo a cada consulta. Porque nosotros no sólo atendemos al chico, sino a la familia. Si nos dedicáramos solamente a atender al chico perderíamos, porque nuestro paciente está inmerso en esa familia. Y si uno no ve lo que pasa en esa familia, el chico no va a mejorar, por más medicamento, tratamiento, que le des. Es mejor, demorarse 10 minutos más, que sólo recetar algo y dejarlo ir. Porque si la mamá no comprendió lo que le dijiste, o quiere hacer alguna pregunta y nosotros no la dejamos, ese chico seguramente no va a andar tan bien, como si lo hiciéramos. Y escuchar a los papás es siempre bueno para nosotros, porque nos orienta en la enfermedad”, dijo la médica.

Y concluyó: “Agradezco a mi familia, la verdad que gracias a ellos yo llegué a ser lo que soy. A todos los profesionales que acompañaron durante toda esta trayectoria, yo soy una representante de todas esas personas que fui nombrando y trabajaron conmigo. Porque yo esto no lo hice sola, tuve todas estas personas que me rodearon y permitieron que me pudiera expresar en lo que soy”.