Sandías, melones y choclos desafían el frío y el viento en el sur de Chile

A menos de 400 kilómetros de Río Grande, pequeñas producciones rompen imposibles y abren una primavera de sabores nuevos, sanos y frescos, en una zona que debe importar cada año más del 80% de las frutas y verduras que consume.

RIO GRANDE.- La región más austral de Chile, más conocida como Magallanes, es paso obligado para los fueguinos en su viaje terrestre al continente. A menos de 400 kilómetros de Río Grande, pequeñas producciones rompen imposibles y abren una primavera de sabores nuevos, sanos y frescos, en una zona que debe importar cada año más del 80% de las frutas y verduras que consume.

Ahora suma una pequeña producción hortifrutícola de sandías, melones, y choclos, a cargo de mujeres innovadoras, empecinadas en romper las reglas del clima y la geografía extrema, cuenta en su edición de ayer la crónica de La Prensa Austral.

“¿Choclo en Punta Arenas? ¡Imposible!”, le dijeron a Estrella Pérez Colivoro. Y es que el cultivo requiere al menos cuatros meses de sol, temperaturas que no bajen de los 10 grados Celsius, suelos con pH neutro y mucha agua para el riego, todas condiciones difíciles de conseguir en el extremo sur de Chile.

“Con mi marido, llegamos de Chiloé a trabajar a una estancia, y ahí producían unos pocos choclos y quisimos experimentar, con más cantidad y nos resultó. Ahora que ya sabemos que la cosa da, vamos a mejorar la siembra en la próxima temporada”, dice orgullosa la agricultora del Programa de Desarrollo Local, Prodesal, de Punta Arenas, mientras exhibe en su invernadero un frondoso maizal.

Ya tienen listo los granos de choclos y un listado de recomendaciones: adelantar la siembra a septiembre, dejar una distancia de 30 a 40 cms. cada planta y de 70 cms. cada línea, ganarle a la escarcha con mallas antiheladas y destinar un invernadero completo a la producción, porque el maíz compite en nutrientes con otras hortalizas.

“El sabor es tierno, distinto al que uno está acostumbrado, pienso que podría darnos buenos resultados en el futuro, mientras tanto ya tenemos cerca de 300 choclos o 300 platos de cazuela”, sentencia Estrella Pérez.

En esta temporada construyeron un pequeño invernadero donde prepararon los plantines. Tiene como meta duplicar su producción y el año 2017 construir un invernadero exclusivo para choclos.
Sandías y melones

Al otro lado del estrecho de Magallanes, en el sector chileno de la isla Tierra del Fuego, la agricultora Margot Ruiz se atrevió con sandías y melones. La sorpresa fue total. Generaciones completas crecieron sin probar nunca una sandía, menos un melón cosechado en suelo de Magallanes.

Por primera vez, tales productos estuvieron presentes en la ExpoMundoRural realizada en Magallanes. “Todo el mundo pasaba, los miraba y preguntaban de dónde eran. No podían creer que yo los hubiera cultivado en una zona tan extrema como Tierra del Fuego”, recordó la agricultora, quien contó que las plantas fueron cultivadas en altura -amarradas con cáñamos a una base y no a ras de suelo como es lo normal-, sin agroquímicos y con agua de napas subterráneas. “Más sanitas no podían ser”, afirmó.

Fue tal el furor que las pequeñas sandías las vendió a 3 mil pesos ($69 argentinos) y la última -de las seis que logró cosechar- fue rematada a 8 mil pesos.

Margot dice que aumentará su producción de estos frutos para la próxima temporada y seguirá experimentando con otros cultivos no tradicionales, “para demostrar mi amor por la tierra y destacar el trabajo que realizamos los pequeños agricultores de la Patagonia. Pese al frío, al viento y a la nieve, estamos demostrando que podemos tener agricultura. Las sandías y melones son más pequeños, pero el sabor es más dulce e intenso”, aseguró.

Para el director regional de Indap, Víctor Vargas, existe una alta dependencia de las importaciones y una potencial demanda del mercado que cobra urgencia en la zona austral, donde se concentran altos índices de obesidad, principalmente infantil, y enfermedades cardiovasculares.

“Si bien, aún existe una fuerte importación hortifrutícola y estamos lejos de satisfacer la demanda local, también es cierto que hoy los pequeños agricultores, con apoyo de Indap han logrado avanzar, diversificar la producción y desarrollar sabores inocuos, sanos que distinguen a la Patagonia y sus productos”, explicó Víctor Vargas.

En los noventa popular era la frase: “trae fruta del norte” a todos quienes viajaban, casi un sello que distinguía a la región austral, pero que en el fondo reflejaba las precarias condiciones de la agricultura y la poca oferta de productos de buena calidad que llegaban a la zona. En la actualidad se produce acelga, ají verde, betarraga, broccoli, ciboulette, rabanitos, tomate, zapallo italiano, pimiento, escarola… y tantos otros nombres impensados en el pasado.

A menos de 400 kilómetros de Río Grande, pequeñas producciones rompen imposibles y abren una primavera de sabores nuevos, sanos y frescos.