Un paraíso de pingüinos Rey a solo cuatro horas de Río Grande

Es el segundo más grande de los pingüinos, el más hermoso por su colorido y uno de los más difíciles de ver, porque vive en islas subantárticas de difícil acceso. Pero, afortunadamente, un grupo decidió quedarse en la isla Grande de Tierra del Fuego, a solo 300 kilómetros de viaje.

RIO GRANDE.- Poco más de 300 kilómetros (casi cuatro horas de viaje) hay desde el centro de Río Grande hasta el Parque Pingüino Rey, ubicado en el sector de Bahía Inútil, Km. 14 de la ruta Y-85 en el sector chileno de la Isla Grande de Tierra del Fuego.

41 parejas de la raza Aptenodytes Patagonicus se contabilizaron el año pasado año en las dependencias del recinto, las que se alimentan de pequeños róbalos, pejerreyes y calamares que abastece el Estrecho de Magallanes

15 de las 18 especies de pingüinos están en el área subantártica, aunque todo el mundo cree que estas aves no voladoras viven en el Continente Blanco.

En la desembocadura del río Marazzi, cuenca hidrográfica que desagua en la Bahía Inútil, sector poniente de la Isla Grande de Tierra del Fuego, se encuentra el Parque Pingüino Rey, espacio fundado hace muy pocos años y que está destinado a la conservación tanto de las 41 parejas de la raza Aptenodytes Patagonicus que actualmente habitan allí como de otras especies que arriben a dicho lugar.

La colonia de aves se instaló hace nueve años a los terrenos de la estancia San Clemente y su permanencia en dicho sector se ha visto prolongada debido al abundante alimento que las abastece y que se encuentra en las aguas del estrecho de Magallanes, donde pequeños róbalos, pejerreyes y calamares forman parte de la dieta alimenticia de este género subantártico, lo cual ha favorecido que el grupo no haya migrado en los últimos cinco años.

Luis Muñoz, quien fue especialista en faro de la Armada de Chile, es uno de los cuidadores que se encarga de la supervisión de estos animales, ejerciendo labores en el parque que apuntan tanto al cuidado y a la conservación de aquel entorno, como también al asesoramiento de los múltiples procesos de investigación que distintas entidades impulsa, como la organización Global Penguin Society, contribuyendo así con información que se recaba para llevar a cabo el mejor manejo sustentable que el área dispone.

“Llegué por primera vez con dos personas para poder aportar datos para el inicio de la formación del parque y el manejo adecuado sobre el establecimiento de la especie pingüino rey en Tierra del Fuego. Para mí, lo más importante es poder contribuir con el resguardo y la protección de esta especie, obviamente como ésta es un área de conservación, y aportar con información hacia la comunidad de lo que estamos haciendo junto con Claudia Godoy que es la médico veterinaria. Así, de esta manera se crea conciencia en las generaciones antiguas que carecen de información relacionada con el medioambiente”, explica.
Problemáticas

Si bien el guardián de la pingüinera relata que existen variadas instancias de información, como charlas en los colegios de las provincias de la isla, sobre las acciones y el trabajo que se realiza en el parque, las indebidas formas de comportamiento que se han registrado en el recinto han sido un inconveniente especialmente del público regular que llega en mayor cantidad durante la temporada estival, escenario que en muchas veces ha alterado la tranquilidad y espacio natural de las aves.

“Hubo cinco años de intervención del género humano, tanto nacional como extranjeros. Al carecer de información venían y los perseguían, los apedreaban y es así que nos damos cuenta que estas aves estresadas se iban al otro lado del río. Falta difusión a nivel general y, más que nada, hacia los adultos que lamentablemente en las décadas en que fueron estudiantes no tuvieron acceso, no se les informó o no se les educó en ese ámbito”, añade.

Estos hechos se potenciaron además con el primer arribo a principios de la especie Penacho Amarillo, aves que hace unos meses migraron del parque. La llegada de los antedichos ejemplares fue una instancia favorable e insólita en materia de investigación, pero también tuvo sus contrastes, puesto que muchos pingüinos se asentaron en una estancia aledaña fuera del alcance del sitio de conservación, lo que provocó que las personas ingresaran sin permiso a interactuar con ellos, dificultando su permanencia y su desarrollo natural ante los irresponsables comportamientos antrópicos.

“La gente se descontroló y esto pasó porque parte de los pingüinos que teníamos vigilados, que generalmente se establecen en lugares barrancosos, se subieron a la parte superior y quedaron a veinte metros del camino. Allí la gente los veía, les sacaban fotos, los tomaban y a veces se los llevaban, por lo que se inició una campaña informativa para explicarle a las personas que no deben hacer eso. Si a tu terreno llega una especie que no estaba en Chile tienes obviamente una responsabilidad directa, eso es lo que la gente todavía no entiende. Es difícil que los demás te comprendan en el lenguaje que estás hablando, aunque seas muy específico, porque desde niños que no fueron criados así, ya vienen con esa formación”, critica.

Por otra parte, Muñoz manifiesta que las actividades turísticas son el único método de financiamiento que dispone el recinto, puesto que no ha habido ningún aporte ni acercamiento por parte del gobierno regional para potenciar esta avanzada iniciativa.

“Esta especie es subantártica propiamente tal y todos los recursos están destinados para el área antártica donde mayoritariamente están los pingüinos, pero eso no es así. En dicha área hay solamente seis especies, y dentro de ellas sólo tres son antárticas. Pero si habláramos de las 18 especies tendríamos 15 que están en el área subantártica, pero todo el mundo cree que los pingüinos viven en el continente blanco. En ese sentido hay que ser bien honrados, la comunidad científica es bien mezquina. Hay que generar algunas posibilidades de recursos del gobierno para las especies subantárticas específicamente”, señala.

La colonia de aves se instaló hace nueve años a los terrenos de la estancia San Clemente.